Melody of Love
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goddesniquel
Moira Laquesis - Hiperion
goddesniquel


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MensajeTema: ENCUENTROS   ENCUENTROS I_icon_minitimeDom Jun 08, 2008 11:28 pm

ENCUENTROS
]ENCUENTROS Snowflower01r

TITULO: ENCUENTROS

Serie:
SAINT SEIYA

Renuncia o Disclaimer : Todos los personajes pertenecen a Masami Kurumada, con la inclusión de algunos originales.

Resumen: Las ofensas cometidas a los dioses, suelen costar sangre, los caballeros dorados permanecieron con sus almas atrapadas en el monolito, hasta que un pacto fue firmado, tan solo el amor verdadero podría evitar una tragedia.


Pareja: Hyoga & Shun, Hades & Ares


Clasificación: NC-18


Advertencias: Mpreg, Tragedia, Drama, Angustia.


Capítulo 1: Palabras hirientes


"Que has hecho de mi vida, mi dulce ruiseñor,
me abrazas bajos tus alas, dándome tu amor,
hacia el abismo he caminado ciega antes tus encantos,
con tu sonrisa tierna e infantil has derribado mi cordura,
atrapándome entre tus redes,
atrayéndome hacia tu sombrío destino.” SN



Eran si acaso, como las cuatro de la tarde, en sus manos sostenía, la confirmación del causante de sus malestares, su hermano le había insistido que podría ser eso, sonreía a la cara que pondría Hyoga cuando se enterará, sin embargo suspiró nervioso al dejar el sobre en el escritorio, pero el Cisne se había comportado algo distante con él, lo que le preocupaba, pero confiaba en su amor. Todo había cambiado desde que se conoció el castigo que Zeus dictaminó a los caballeros dorados y sufrió a su lado ante la desesperación de ver a Camus, Milo, Shaka y los demás en el monolito.

Shun suspiró mirando su habitación en los matices anaranjados del atardecer, hace dos meses había partido con Atenea al Olimpo, su relación con Hyoga en ese momento se había enfriado, sentía dentro de su corazón que le culpa por lo sucedido a los santos dorados, ahora este bebé podía unirlos de nuevo, confiaba que su amor fuera más fuerte, que logrará pasar la prueba. Por otro lado la otra noticia, en que debía convencerlo y era la de volver a Alemania, su lugar era ahora estar al frente de los espectros, con esos pensamientos en su mente acarició su vientre con ilusión, recordando el rostro de Iki, cuando le acompañó a la consulta, a su vez recordó los días de su estadía en el hogar de Zeus, no podía ni levantarse en las mañanas solo por los mareos y nauseas, fue terrible como se sentía, a Atenea apenas si pudo cruzar palabras con ella, solo Pandora e Iki que se desvivían por él, eran los únicos que habían permanecido a su lado. Por lo que sabía Saori había regresado un mes antes sin resultados, “Pero sin embargo yo no me di por vencido, tuve que sacrificar algo, pero lo logré” Se sonrió solo esperen a que mi sorpresa llegue a casa.

Ya los sirvientes, sabían habían informado de su retorno, a los demás, Iki había salido unos momentos a finiquitar lo de los boletos a Alemania, aún en su mente remolinaban los momentos en que Ilitía y Hécate le confirmarán su estado, cuando la puerta de su habitación azotó contra la pared sonoramente, por ella se revelará la figura de un enardecido Hyoga, despidiendo su aire congelado, seguido de un asustado Shiryu, que trataba de detenerlo y Atenea, que no sabía que hacer.

¡Vaya osadía la tuya, Shun! No pensé que tuvieras el descaro de aparecerte de nuevo, después de haber condenado a los caballeros dorados, a esa prisión de roca. Te odio Shun, no soporto tu presencia, sabías que Camus, era un padre para mí, sacado de sí el caballero de los hielos eternos se abalanza sobre Hades tomándolo, por su cuello en un intento por matarlo. El antiguo caballero de Andrómeda se defendió aplicando su cosmos:”Me odia” gritó su adolorida alma ni siquiera me ha dejado defenderme ni a dudado que sea culpable. Me ha acusado sin argumentos, él su esposo, su familia. “Así que es lo crees de mi y me odias, soltó lentamente sus palabras ¿Hyoga?

El cisne le agarró bruscamente la barbilla acercando su rostro peligrosamente, le escupió su veneno: No aguanto tu presencia, me repugnas, Shun abrió grandemente sus ojos, no entendía como su gran amor se convertía en odio tan fácilmente, ¿Pero que te he hecho? ¿En qué te he ofendido, amor? Soltó casi ahogado sus inquietudes, mirándolo fijamente a sus diamantes. Te has convertido en lo que más odio, te ha gustado el poder, porque has aceptado el puesto de Hades y ser el verdugo de los santos dorados. Eres más repulsivo que tu antecesor, volvió su vista a los demás buscando explicación pero solo notó el odio en sus miradas, aspiró aire para tranquilizarse, y lo soltó cerrando sus ojos habló con su habitual voz melodiosa: ¡Vaya, no puedo cambiar tu opinión! Por lo tanto no te encadenaré a mi vida, yo nací siendo él, porque soy su legítima reencarnación, creí que lo habías entendido, pero veo que ninguno lo hizo, quitándose el anillo de su dedo anular, deposito lo que era su alianza en la palma de la mano del hombre que era su esposo.
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Última edición por goddesniquel el Mar Abr 06, 2010 11:21 am, editado 6 veces
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goddesniquel
Moira Laquesis - Hiperion
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MensajeTema: Re: ENCUENTROS   ENCUENTROS I_icon_minitimeDom Jun 08, 2008 11:33 pm

No te incomodaré con mi presencia nunca más, pero también debes saber esto, tomó el sobre del escritorio y se lo entregó en la mano: “Por esto no te preocupes, el problema es solo mío”. Cuando tomaba su abrigo para retirarse Hyoga le agarró del brazo: No creas que Atenea no estaba informada de esto. Se sonrió irónicamente: Bien sabes que nuestro matrimonio es válido, así como la criatura que llevas en tu vientre también es mía. Tengo orden judicial para que no salgas de esta casa hasta que nazca. La cara de sorpresa de Andrómeda se clavó en el cisne ¿Qué has hecho? Si alguna vez pensaba perdonarte, lo has asesinado en este momento.

Shun no tienes perdón y porque es mi hijo el que llevas dentro de ti, te mataría aquí mismo. El más joven cerró sus párpados ocultando su dolor irguiéndose, no me vuelvas a tocar caballero de bronce, siseo envolviéndose en su poder y si quieres tu caso se resolverá bajo las leyes de los dioses.

No había terminado de decir su sentencia cuando la diosa Hera apareció ante ellos, justo en el mismo instante que Iki aparecía al lado de su hermano, alertado de la perturbación de su cosmos. “El matrimonio de Hades con el mortal queda deshecho, pero lo que corresponde a la criatura, el veredicto de Zeus y mío será que fruto de esta unión, posee el cosmos del caballero de bronce Hades deberá renunciar a él para siempre, pero si ocurre lo contrario pertenecerá al Inframundo y serás tu caballero de Atenea, quién no tendrá derecho sobre el mismo.

Hades ante la ingratitud del humano retiramos tu promesa sobre vuestra unión, la alianza en el dedo de Hyoga se deshizo y la de Hades desapareció, acto seguido la diosa se retiró sin emitir más palabras. Iki no tardó en abrazar a su hermano a su pecho, le empieza a sacar de la habitación, directo a la suya, encerrándose en ella, le escucha sollozar contra su pecho, en silencio le consuela ¿Shun? Hades le acalló con sus finos dedos: Hermano cuando mi hijo nazca, llévame inmediatamente de este lugar, sí es mío, no permitas que nadie lo vea, pero si, no es mío, no pudo continuar sus lágrimas caían a raudales en su rostro de marfil y se ahogaba en su llanto: no quiero verlo ni saber que es, lloró desesperado y fénix impotente le abrazó fuertemente sin saber que decir, besó su frente, y en delicada caricias le calmaba. No tienes porque quedarte aquí, vamos ahora mismo con Pandora a Alemania, no pienso quedarme ni un segundo más en este lugar donde te humillaron y ni que estés cerca de ese mal nacido ruso, ambos se incorporaron del lecho dónde se encontraban sentados, llevándolo consigo se encaminaron fuera de la habitación y decididos salir de allí, cuando Atenea acompañada de Shiryu y Hyoga les cortan el camino.

¿A dónde pensaban escapar? Les inquirió Atenea, en el rostro de Iki se dibujó una mueca de repulsión: Simplemente salir de este lugar, a un sitio dónde mi hermano pueda estar tranquilo, sin estar rodeado de traidores, escupió sus palabras, envuelto en las llamas del altísimo fénix, además pase lo que pase del veredicto del Rey de los dioses, si detienes a mi hermano, iniciarás una nueva guerra santa, es eso lo que quieres diosa de la sabiduría, mi hermano es el señor del inframundo y ha dado su palabra, y el obedecerá en nombre de sus espectros, exclamó ofendido Iki, desplegando su poder empujó a Atenea, Dragón y Cisne del paso.

Shiryu, se incorporó para impedirles la salida de nuevo, evitando que ellos se fueran, algo le decía que debía retenerlos, Vamos Dragón deja que se vayan, la voz de Hyoga resonó tranquila: de todas formas sabemos dónde esta su guarida y lo podremos encontrar. ¿Hyoga? Shun se volvió hacia él, sin pensarlo dos veces, le golpeó en el rostro con su puño cerrado, haciendo que su mejilla se moreteara y empezó a sangrar de la comisura de los labios, a su vez caía inconsciente, Volviéndose a los demás enfurecido: Atenea, espero no tener más conflictos entre nosotros, en lo que respecta a Hyoga, dile que no huyo, pero no permaneceré bajo su mismo techo nunca más y en cuánto a nuestra relación hoy le dio muerte, por su boca, que después no busque revivirla, haciendo el característico saludo en una reverencia salió de la mansión, envueltos en su poder. Saori corrió a Hyoga, junto con Shiryu que lo incorporaron del piso a su habitación.

No había pasado, ni tres horas del incidente, cuando en la puerta de la mansión el intercomunicador sonó y una de las sirvientas atendió el llamado del visitante, la joven quedó paralizada cuando vio a los catorce jóvenes, que fueron los caballeros dorados. Buscamos a la joven Kido, expresó un hombre de largos cabellos verdes y ojos violetas, la mucama corriendo por las escaleras, casi tropezándose llamaba a gritos a la dueña de la mansión: ¡Están libres, Señora! Repetía histérica: o son sus fantasmas. Los habitantes de la casa corrieron a ellos y el cisne se abalanzó sobre su maestro Camus, llorando de felicidad: No es para tanto, muchacho, le expresó con cariño, revolviendo sus cabellos dorados. Si no fuera por Hades, aún estaríamos en ese lugar, hyoga se paralizó en sus brazos.

¿Ah todo esto, dónde está nuestro libertador? Preguntó un orgulloso Shaka con una sonrisa iluminando su rostro, Zeus nos contó que había regresado a casa. Venimos a agradecerle. Los allí presentes no sabían que decir, el Cisne esta más pálido que de costumbre, sus piernas flaqueaban y era sostenido por los brazos de su maestro. Camus tomó su barbilla y le inquirió seriamente: ¿Dónde está tu esposo, Hyoga?

Yo le eche de aquí, sopesó sus palabras con terror, yo lo repudié, Acuario lo soltó como si lo hubiese quemado, mirándolo atónito, el cuerpo del Cisne temblaba, de la consternación. Fue el patriarca quién tomó la palabra: Hyoga ¿Qué has hecho? Los dioses cobraron ya nuestras vidas, por tu boca. Tú le rechazaste, le has dado la razón.

Hades no puede estar unido a un humano, sentenciaron los olímpicos y Shun refutó a favor tuyo, expresando que su palabra había sido dada y que te amaba, entonces Eros adoptó su causa, y dictaminó: si el amor es verdadero, deberías pasar la prueba que te impusieran ellos, y te dieron la oportunidad de que demostrarás tu amor, pero Cisne la fallaste. Hyoga se agarró las sienes en un lastimero gemido, despertó a la realidad, lo había arruinado todo. Corrió con un loco fuera de la mansión, buscando su presencia en vano.


Última edición por goddesniquel el Mar Abr 06, 2010 11:24 am, editado 2 veces
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goddesniquel
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MensajeTema: Re: ENCUENTROS   ENCUENTROS I_icon_minitimeDom Jun 08, 2008 11:34 pm

Atenea apareció detrás de él abrazándolo hacia su pecho: Perdóname Hyoga yo también fui participe de esto, por eso vine primero que Shun y tuve que decir lo que dije, confié que tu corazón vería la verdad, pero no fue así. El Cisne empujó a la diosa lejos de él. Negando con su cabeza repetidas veces, le pediré perdón, sollozó, pero luego a su mente llegaron las palabras que le había dicho su amado, “si algunas vez pensaba perdonarte, has asesinado esa intención” Por fin el Cisne cedió suavemente y Saori apretó su abrazo sobre él. “Lo siento Hyoga, yo no quise pero al igual que Shun lo prometimos sería tu elección, el estar con él o no. Ahora Hades ha vuelto al Inframundo pero cumplirá su palabra y la sentencia de los dioses, cuando nazca vuestro hijo, vendrá a nosotros para tenerlo.

Ambos caballero y diosa entraron de nuevo a la mansión, Hyoga lucía destrozado, Acuario se acercó a ellos y tomó en sus brazos a su pupilo, al que quería como un hijo, le descansó en su pecho, si le amas no te des por vencido, pequeño, Eros tenía fe en ti, y si tu amor es verdadero lo lograrás.

Alemania

Hades e Iki ingresaron al castillo, dónde Pandora les esperaba, la joven de cabellos borgoña acortó la distancia entre ellos, abrazándolos: Ni- san, otouto, bienvenidos a casa. ¡Oh Shun! Como lo lamento, haremos todo lo posible, para mantener a tu hijo, a tu lado, ya Hécate se encargará de ello. Ilitia se encargará de controlar tu embarazo. Tanto Iki como Shun asintieron. Pandora bajó su mirada, en el momento que buscaba el emisario para la diosa de la sabiduría: Dile a Atenea, que estaremos en el momento indicado en el Partenon y nuestros testigos serán Hécate e Ilitía, ante los reyes de los dioses, Hera y Zeus, que ella disponga de los que desee. Iki después de escuchar el mensaje tomó de la cintura, le guío a su cuarto, entre los elegantes pasillos. Mientras su hermana los seguía con su vista hasta que se perdieron de ella.

Pasaron los meses en un abrir y cerrar de ojos, cuando Hades por fin vino a cumplir su parte del trato, melancólico, sus esmeraldas se posaron en las ruinas de antiguos templos, la brisa movía su capa la cual le cubría del sol, caminar mucho le agotaba, su vientre sobresalía, ya casi estaba en la fecha del nacimiento, sonriendo sostuvo, la parte que le cubría la cabeza, ante la juguetona brisa que le quería exponer su faz al sol. Iki y Pandora, caminaban a su lado, su bebé se movía alegre dentro de él, y posó su mano, en su abdomen para apaciguarlo un poco, quería saber que era, pero mejor se reservó ese privilegio con solo saber que talvez nunca le tendría era lo más acertado no darle rostro, había escogido nombres por si acaso, pero solo iki y Hécate lo sabían, tampoco se había aventurado a comprarle nada, el no tener la certeza de lo que ocurriría le estaba matando, pero no mostraba su desamparo a los demás, tras ellos las dos diosas que les acompañaban y le ayudarían en el momento de su parto.

De seguro no le conocerían, había cambiado bastante en estos meses, su cabello más negro que de costumbre, caía hasta casi la mitad de su espalda, en este momento le recogía en una coleta, de sus orejas pendían dos zarcillos que le regaló Zeus en forma de trueno, su piel se había vuelto más pálida. El sol que antes amaba ahora le molestaba, se agitó bastante, con ese corto trayecto, e Iki le sentó en una de las rocas bajo un enorme árbol, del cual tenía vista de la ciudad y del brillante mar Mediterráneo, que de sus aguas calmas el sol se reflejada en brillantes destellos, el aroma del océano, llenaba sus sentidos. El Eliseo, era magnífico pero su luz no irradiaba el calor del refulgente sol. Fénix se puso frente de él para brindarle sombra, sus miradas se cruzaron, y una sonrisa bastante desanimada hizo presa de sus semblantes. Sus acompañantes conversaban distraídamente sobre los vestigios de la antigua ciudad, a cada lado de dónde él se encontraba, Radamantis y Minos le hacían guardia en silencio Pandora por su parte atendía a los dos diosas que enviaron del Olimpo.

No tardó mucho en llegar la comitiva del santuario, se hizo sombra con su mano, para determinar quienes serían los encargados de recibirlos, Aries y Virgo, junto a Hyoga, su corazón dio un vuelco sabía que podía haber esa posibilidad, pero no tan pronto, lo que le faltaba más disgusto, suspiró al fijar sus esmeraldas en los zafiros de su hermano mayor, quién le acarició su mejilla en señal de consuelo. No fue mucho cuando los tuvo al frente suyo, Iki se mantuvo entre ellos y él dispuesto solo a apartarse hasta que su niño estuviera dispuesto a recibirlos, le vio el temblor de sus labios, y como luchaba para no estallar en llanto, hasta en un movimiento de su cabeza, comprendió que estaba listo. Y en una elegante rotación, se puso a su lado.

Ante los ojos calmos de Hades, los tres caballeros de Atenea permanecían con arrodillados con sus cabezas bajas, les estudió en silencio, mientras su corazón se desbocaba en su pecho, al tenerlo enfrente, su bebé notó su inquietud, pateando fuertemente sus entrañas, instintivamente llevó sus manos al lugar, y fue cuando notó el escrutinio de unos diamantes sobre su persona. El caballero de los hielos eternos, trató de mover sus labios, pero se detuvo al notar el vientre oculto tras la capa negra, allí se quedó paralizado, tuvo que tragar en seco, ante la mirada curiosa de su amado Shun.

Caballeros de Atenea, la voz cálida de Hades llegó a sus oídos, a su vez con un gesto de su mano les indicó ponerse en pie. De acuerdo a lo estipulado, expresó fríamente el Fénix Hades se hace presente en el Partenón, así que llevemos a su diosa. La forma de tratarlos del hermano mayor de Shun, les impactó, les hablaba como si fueran desconocidos, ¿Iki? ¿Por qué nos hablas así? Inquirió Shaka, nosotros nos sentimos culpables de toda esta situación Shun, hemos esperado todos estos meses para agradecerte. ¡Shaka, Mü! No tienen nada que agradecerme, era lo justo, expresó al momento que se cubría del sol con su manto al alzar la vista a los que se encontraban de pie, a su vez que Iki entrecerraba sus ojos notando la mirada insistente del Cisne sobre su hermano. ¿Qué tanto miras ruso? No hay engaño el que está aquí es mi hermano, y ni se te ocurra dirigirle la palabra que no desea recibir más molestias. Shun bajó su mirada al suelo, sin querer encontrarla con la de Hyoga.

En ese instante, el Cisne se abalanza a sus pies, rodeando sus piernas con sus brazos, sin que Iki ni los jueces pudieran hacer nada, además de que Hades los detuvo, alzando su mano. Shun necesito hablar contigo, te lo ruego. ¿Hyoga? Susurró suavemente, para luego levantar su vista buscando los zafiros que le brindaban apoyo, Iki afirmó, e hizo gesto a los espectros para que se alejaran junto con los demás. Una nueva patada de su bebé le cortó la respiración, la mano del Cisne viajó a su abdomen, posándose en él y sus miradas se encontraron: Perdóname todas las aberraciones que te dije, mi amor, estaba fuera de mí, le soltó con sus palabras entrecortadas por las lágrimas, estos meses sin ti han sido un infierno, con desesperación besó su vientre, he sido un imbécil y un mal nacido, no sé que pasó conmigo. Su Andrómeda negó con su cabeza, ya te he perdonado, lo que ocurrió tenía que pasar, Hyoga, era la verdad que guardaba tu alma, tú nunca me absolviste, de ser el dios de la muerte, le expresó acariciando su rostro, y con cariño le limpiaba el rostro, ahora todo terminará pronto, y no nos volveremos a ver. No tienes porque sentirte mal, Cisne, en el corazón no se manda. El mayor sostuvo su mano, firmemente: no me entiendes, yo te amo Shun, no puedo vivir sin ti. Le expresó al tomar su rostro con sus manos trémulas, y un gemido de dolor salió de lo profundo del alma de Hades, ya nos condenaste a los dos, tus palabras nos separaron para siempre y yo cumpliré mi palabra, ante Zeus, jamás podré volver contigo. Y en cuanto a la criatura también respetaré si es tuya jamás intervendré, sus palabras casi salieron inaudibles a causa del inmenso sufrimiento que sentía, al pronunciarlas sus labios pálidos temblaron visiblemente, así como sus manos que descansaban en el nido de su niño.

Poco a poco, soltó el aire que retenía sus pulmones, y si es mía espero respetes el pacto. Los dedos del cisne apretaron delicadamente su vientre, Shun yo no te quitaré a tu niño, aunque tenga mi cosmos, será tuyo, no tengo derecho a él… Hades posó sus dedos en sus labios acallándolo. Caballero de los hielos eternos, creo que ya está dicho todo entre nosotros, así que ya no te humilles más, tomó el porte altivo del Señor de los Muertos, e incorporándose dio por terminada la conversación, dispuesto a continuar con su camino. Sin volver a ver más a su interlocutor ni bríndale consuelo, cruzó la mirada con su hermano, sus ojos se comunicaron sin expresar palabras, en los últimos meses había desarrollado un halo de frialdad a su alrededor, mismo que dejó mudo al que fue su esposo, pero detrás de esa máscara iki sabía sus sentimientos y el llamado de auxilio solicitado en gritos silenciosos por esas esmeraldas., el cual fue contestado de inmediato. Espero a que el Fénix se acercará a él, y le tomará en sus brazos, el resto del camino lo hizo cargado por el mayor quién se cuidaba de cubrirle el cuerpo del sol.

Aries y Shaka que caminaban a su lado ¿Iki, tiene algún problema con la luz solar? No, respondió casi en un susurro, pero son meses sin recibirlo, y su piel y ojos ahora son más sensibles a él, igual le pasa a Pandora, es algo que por el momento no se puede evitar, en unos días pasará, señalando a su hermana, suspiró observando que disfrutaba del astro rey.

Shun se abrazó más fuerte al cuello de Iki, ocultando su rostro en ese cálido refugio, para luego, levantar su vista en dirección al largo camino que se llevaba hacia Partenón, dónde los doce templos bañados por el sol resplandecían y suspiró a sabiendas de lo largo del pasaje, besó la mejilla de su hermano, y le murmuró a su oído: recuerda tu promesa, cuando nazca mi niño si es mío nos sacarás de inmediato de aquí y si ocurre lo contrario, con más razón, te lo suplico Ni-san. Por su parte Hyoga no quería dar por terminada la conversación, le acortó el paso y desesperado se postró ante Iki: Shun te lo suplico, escúchame, yo no sabía, te acusé falsamente, yo te amo.


Última edición por goddesniquel el Mar Abr 06, 2010 11:25 am, editado 2 veces
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MensajeTema: Re: ENCUENTROS   ENCUENTROS I_icon_minitimeDom Jun 08, 2008 11:35 pm

Andrómeda le indicó a Fénix que se detuviera y se volvió hacia él: Si me hubieses amado de verdad, no estuvieras pidiéndome perdón en este momento, yo soy Hades, Señor del Mundo Subterráneo y cumplo mis promesas, caballero ateniense, te he dejado el camino libre. Por más que el Cisne rogará Shun, no le volvió a recibir, dos noches más pasaron en el Santuario y por fin el momento se presentó.

Fue en la madrugada cuando Radamantis, informó a Atenea, para que se presentará, junto a sus testigos, ella mandó avisó a los templos de Virgo y Acuario, por medio del cosmos. Camus suspiró al recibir la noticia y se dirigió a la habitación de Hyoga, que apenas esa noche había logrado dormirse un poco, se acercó a su lecho, y le tocó su hombro para despertarlo: pequeño, tu hijo, está por nacer, le susurró y unos diamantes se clavaron en su rostro sin tardanza, la angustia se reflejó de inmediato en esos glaciales.

Camus, Shaka y Atenea, le acompañaron, los jueces no le permitieron acercarse, así que esperaba ansioso desde un rincón de la habitación, deseando poder estar cerca de él y ocupar el lugar que Iki tenía en este momento, era su hermano, quién le acunaba en sus brazos, en cada gemido y esfuerzo dándole ánimos, junto a una llorosa Pandora, que se asomaba por encima de esa sábana que habían colocado para que no tuviese visibilidad del nacimiento de su hijo, Shun mismo la había solicitado, no quería enterarse que era su niño, si tenía un cosmos ateniense.

El mismo se estremecía cuando las contracciones se hacían más fuertes, apenas si Fénix le podía contener en sus brazos, pues se revolcaba del dolor, en uno de esos espasmos su hijo nació su llanto llenó la habitación, Hyoga mismo no pudo contener sus lágrimas orgulloso, sollozaba e hizo un intento por acercarse, inútil ante la barrera de los espectros, que le impedían el paso y la visibilidad, solo pudo ver a Shun refugiarse en los brazos de su hermano ocultando su rostro en su pecho: “es un hijo del Inframundo” envolviéndolo se lo pasaron a su papi que lloraba de alivio y alegría, pero lo impensable sucedió, apenas si lo pudo sostener cuando un nuevo espasmos sacudió su cuerpo tan fuerte como el anterior cortándole la respiración, Iki tuvo que arrebatarle la criatura de sus brazos y Pandora sostenerlo, asustada, “es otro niño” informó Ilitía, ayudándolo a nacer, los tres hermanos se volvieron a ver sorprendidos y el terror hizo presa del alma de Andrómeda, la otra criatura nació en un gemido ahogado de su progenitor, ante los ojos anhelantes de Hades, esperó el veredicto de la diosa de los nacimientos, “es un hijo del Partenón” Shun bajó su rostro, un sollozo audible por parte de Pandora, así como un silencio general se extendió en la habitación, solo interrumpido por el llanto a unísono de los recién nacidos.
Los zafiros enfurecidos del Fénix, se clavaron en la diosa, quién soltaba los amarres sobre las piernas de su hermano, indicando que el parto había terminado, así como Iki le entregaba a su hijo, y le cubría con una sábana y le empezaba a tomar en sus brazos, sin pronunciar palabras.

Por su parte Camus, se encaminaba hacia Hyoga con un pequeño bulto en sus brazos, el cual el Cisne no quiso descubrir, sin que Shun lo hiciera antes, al acercase Pandora le dio la espalda, con su niño acunado a su pecho, volvió a suplicarle: Shun te lo suplico, perdóname, mira a tu bebé, es tuyo, yo no tengo derecho a hacerlo. Cállate, fue su grito desesperado, ocultando a su otro niño con su cuerpo. No me digas más, no me atormentes. Ni- san, suplicó al agarrarse fuertemente de su pecho, con sus manos temblando. Iki, no miró al Cisne, tanto sólo levantó en sus brazos a Shun y al bebé, envuelto en su poder se desvaneció del lugar, seguido por todo el séquito del Inframundo.

Las piernas de Hyoga flaqueaban, al momento que el pequeño envoltorio en sus brazos se removió suavemente, con su mano temblorosa retiró la sábana, y ante sus ojos una hermosa niña le observaba con unos ojos como diamantes gemelos a los suyos y piel como el marfil, de cabellos azulados como los de Iki que se agitaba llorando y emitiendo un cosmos de hielo. ¡Oh, dioses! Mi pequeña, nunca recibirá el calor de Shun, por mi culpa ni siquiera se volteo a verla, ni yo tuve la oportunidad de conocer a mi otro hijo, ni su apariencia ambos sufriremos el no disfrutar el uno del otro, ni a nuestros niños, ahora somos cuatro los que sufriremos.

Algunas horas más tarde, el celular del Dragón empezó a sonar, él y Shunrei quién había dado a luz un mes antes ayudaban a Hyoga con la pequeña, la esposa de Shiryu, la alimentaba, junto a su pequeño. ¿Iki? El nombre pronunciado en asombro, llamó la atención del cisne, quién se acercó a su compañero de armas que puso su móvil en altavoz:”Shiryu, solo responde si o no” ¿Es una niña, verdad? Sí. Respondió en un susurro. Pandora y yo habíamos comprado el ajuar, para el bebé tanto para niño y niña, no sabíamos que era pero no permitiríamos que nuestro sobrino naciera careciendo de todo, así que sé que tienes un varón, la ropa le servirá, ya que Izumi, no la necesitará, por cierto dile al imbécil ese, que Shun, le tenía nombre a su pequeña, había escogido dos, por cada sexo, no sé si fue por casualidad o cosas del destino, el otro nombre que deseaba era Azumi, que por lo menos le complazca en eso. Le enviamos también un pendiente, igual al de Izumi, para que lo porte y un ajuar completo para ella, lo hemos dejado en el templo de Virgo.

Iki, yo… pero el fénix le interrumpió. Cuida bien de mi sobrina, que no habrá un lugar dónde te puedas esconder si le pasa algo.

Los años pasaron, en un total de quince, en las tierras gélidas de Siberia, Hyoga contemplaba a su traviesa niña intentar destruir el muro de hielo eterno, dónde la armadura del Cisne reposaba, a su lado Jacob, le animaba, y recordó una escena hace más de 18 años cuando trataba de ganarla el también. Azumi, era alta de contextura fina, con un rostro idéntico al Shun, su cabello le encantaba usarlo corto tan azul como el de su imponente tío, ante su asombro la vio colocarse en la postura del altísimo fénix, algo que de seguro el no le había enseñado, no era de su escuela, lo que le hizo incorporarse de su postura indolente, cuando desató la furia del ave inmortal ante sus ojos, pero a diferencia de Iki, esta estaba hecho de cristales de hielo multicolor, como una ave de diamante puro, que atravesó el muro fácilmente, dejando salir la armadura del cisne de su descanso.

Jacob, brincaba de alegría, y la jovencita se abalanzó a sus brazos, besándolo, Hyoga se acercó a ellos, asiendo de la cintura a su hija la alzó sobre su cabeza, ¡Oyeme tu mi pequeñita! ¿Dónde has aprendido esa técnica? Azumi sonriendo orgullosa, se abraza a su cuello ocultando su rostro en las cascadas doradas de su padre. Me ha nacido hacer esa posición y descubrí ese hermoso cisne que sale al invocarlo, aunque es algo distinto al tuyo, le explicó con ilusión, su papá se perdió en esa expresión de su semblante, sus gestos son los de Shun.

Azumi fue su regalo de despedida, soñó con saber como era su otra hija, se parecería a Shun o a él. Y sus ojos se llenaron de lágrimas y la pequeña mano de la joven se las retiró del rostro: Ahora porque lloras papá, siempre que me miras de cerca tus ojos se carga de lágrimas, he de creer que soy muy fea, para que mi padre solloce cada vez que me ve. El cisne la abrazó más fuerte, ¿pero, qué cosas dices? Eres igual a… pero sus palabras murieron sin saber como continuar, a mi madre, completo su hija, si eso me han dicho los caballeros dorados y el abuelo Camus. Es por eso que te angustias, porque me parezco a ella. Azumi cree que es una mujer, se sonrió entre sus adentros ¡Oh, mi pequeña niña! Si supieras que tu madre, como le dices, es el dios de los muertos.

¡Oh Shun! Suspiró su nombre en voz alta. ¿Es el nombre de mi madre? Le inquirió curiosa, en realidad casi nunca hablaban de Shun, y Hyoga asintió sonriéndole, afianzándola contra su pecho se encaminó con paso firme a su cabaña. A mi me hubiera gustado conocerla a mi madre debió ser muy hermosa para que conquistará el corazón de mi apuesto padre.

Es que no tienes ni una foto de ella, insistió para obtener más información y el Cisne negó suavemente con su cabeza en el momento de la deposita suavemente en el atrio de su casa, Lo lamento, bebé se me perdieron todas las que tenía. No había terminado de decir esto cuando la presencia de un cosmos, dentro le previno, así que apoyando su mano en el hombro de su hija: Espérame aquí y se adentró en la cabaña, golpeando la puerta, y a la par del fogón se encontraba la figura alta y fornida del Dragón, a su lado su hijo Arcor. El dueño de la casa relajó su postura, y su hija se asomaba tras su hombro saludando a con una hermosa sonrisa a los visitantes. ¡Vaya viejo amigo! Que gusto en volverte a ver.
Arcor, te extrañaba tanto, expresó al salir de detrás de su padre, para acortar su distancia, tomándolo de los manos, lo encaminó a su habitación, ante la mirada de complicidad de los mayores, me has salvado la vida, Shiryu, ha querido saber de Shun, y no sabía que decirle, el Dragón tomó un trozo de leña que estaba a la par de la chimenea, después de alimentar el fuego con ella, suspiró en asentimiento. Tomando la taza que le ofrecían, se sentó a la mesa enfrente de su anfitrión, el motivo de mi visita tiene algo que ver con él, posó su mirada tranquila en la atormentada de hielo, de su interlocutor. Han convocado, a mi hijo y a tu hija a un torneo en el Olimpo, a un representante de cada campamento, en conmemoración del compromiso de Ares y Hades. Soltó sus palabras casi en un murmullo, al momento que Hyoga se incorporó bruscamente, tirando su silla, envuelto en su cosmos, con sus ojos llenos de angustia y dolor, “su compromiso” y se atreve a invitar a mi hija, a eso.

No solo ella ha sido invitada, si no los caballeros de Asgard, Poseidón además del Inframundo. No fue Shun quién organiza esto, ha sido Zeus, en honor del dios de la Guerra, terminó explicando suavemente, cuando los dos más jóvenes se apresuraron a su lado alertados por la furia del caballero de los hielos, Azumi, se interpuso entre su padre y su tío afectivo, sus diamantes rodaban de uno al otro, sin comprender lo que pasaba. ¿Papá? Las gélidas gemas de Hyoga se clavaron en ella y luego en Shiryu, para luego suspirar abatido.


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MensajeTema: Re: ENCUENTROS   ENCUENTROS I_icon_minitimeDom Jun 08, 2008 11:37 pm

Por otro lado en los Campos Eliseo, Orfeo daba un concierto con su lira a sus amos, sentados a orillas del río del Lete, Iki sostenía contra su pecho a su hermano menor quién dormitaba refugiado en esa cálida fortaleza, distraídamente mientras las notas llegaban a sus oídos, sus dedos se enredaban en esas sedosas y aromáticas hebras, la misma brisa jugaba con ellas y sus túnicas de seda dorada, sus finas piernas tan blanca como el marfil torneadas sobresaltaban sobre las suyas morenas y musculosas, su pecho baja y subía en una cadenciosa respiración. Sus ojos viajaron más allá en la joven figura que les acompañaba tendida sobre el pasto, con un pequeño cachorro en sus manos, al cual acariciaba su vientre, mientras movía su cola alegremente, e intentaba morderle la fina mano, sus cabellos largos, extendidos sobre sus espaldas en hermosas ondas azuladas, su frente engalanada de una corona de rosas blancas, entrelazadas por las mismas musas que acompañaban al magnífico Orfeo. Al cabo de un rato vuelve su rostro a su tío, sosteniendo su cabello entre sus dedos, al ser merecido por la brisa. Mañana tendré que partir para el Olimpo, para organizar ese torneo, pero la verdad tío, no me gusta la idea, susurró para no despertar a su papi, haciendo un mohín de fastidió se incorporó hasta sentarse, con su mascota en su regazo.

Iki, se movilizó suavemente hasta dejar a su hermano descansar en la manta de su picnic y no molestarlo, tomó algo de aire, para dirigirse hacia Izumi, y abrazarla. Tío el Olimpo es ruidoso, lleno de vicios. Determinó al acostarse contra su pecho, suspiró. Esto de este compromiso es una farsa horrible, enunció con desprecio, odio a mi padre que nos orilló a esto. El fénix, la acalló con sus dedos, delicadamente, tu papi no sabe que te hablé de él, así que ten cuidado, Shun está tranquilo pensando que no conoces la verdad de la situación, la joven suspiró contra su pecho, para luego sonreírse si ellos quieren que participen en ese absurdo torneo, verán de lo que es capaz la hija de Hades. No te vayas a meter en problemas, mira que después de haber lastimado a Fobos. Ares se río, y alabó mi fuerza, replicó algo irónica, pero también me gané la enemistad de su hijo, y ahora serán mis hermanos, esos cuatro dioses, siempre he sido hija única, y detestó compartir a mi papi con otros.

Y no me compartirás con nadie, la melodiosa voz de su papi, la interrumpió al despertar sonriendo, y fijando sus esmeraldas en la luz de sus ojos, en un gracioso movimiento se incorporó Izumi, era un dechado de virtudes, elegante, altiva, fuerte. Y con más de un dios olímpico detrás de su favor. La consentida de Zeus y el orgullo del dios de la Guerra. Se dejó perder en sus amorosos brazos, recostando su cabeza en su hombro, aspiró ese aroma suave, exquisito que Hades emanaba, como cuando era pequeña su corazón se acompasó a su latido calmó, dormía todas noches sobre su pecho, como su hija tenía deberes diplomáticos con los demás dioses, por tanto no le era raro que ella tuviera que partir sola, al Olimpo, o la Atlántida, generalmente lo hacía acompañaba de Radamantis, aunque el dios de la Guerra, era amable con ella, no le gustaba la idea de compartir a su familia, ni tener variaciones en la misma y mucho menos tener que soportar a sus primos.

“Papi, susurró contra su cuello: ¿En verdad amas a Ares? Solo dime eso y le seré una hija amorosa, Hades suspiró besando su cabeza, el dios de la Guerra es todo lo que he deseado para ser padre de mi hija, es leal y ha sido bondadoso y amoroso contigo, le susurró acariciando sus sedosos cabellos. Su hija le abrazó fuertemente, perdiéndose en sus finos brazos, los ojos de Hades se perdieron en los campos ensombrecidos, se prohibía pensar en su otro retoño, sería el vástago de Ares, quién supliría su lugar, e Iki se mordió su labio hasta hacerlo sangrar.


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MensajeTema: Re: ENCUENTROS   ENCUENTROS I_icon_minitimeDom Jun 08, 2008 11:41 pm

Capítulo 2 El reflejo de mi alma


"Mi dulce veneno, has tocado fondo en mis entrañas,
mi piel te anhela, te extraña cuando no puedo sentirte,
tu aroma embriaga mis sentidos, y aun sabiendo
que camino en la oscuridad de tu alma,
no puedo despegarme de ti." SN


Aún rodeada por sus brazos siente la presencia del dios de la Guerra, que es acompañado por su tía Pandora, la elegante figura de Ares, llegó a sus diamantes reflejándolo, sus largos cabellos color almendra, sus ojos celestes resplandecía contrastados por su piel morena, y su fornido cuerpo, en un paso elegante, al lado de la diosa de la primavera, le hacia parecer una niña pequeña. Al encontrarlos el dios de la Guerra se apresuró acortar su distancia con ellos, cuando estuvo frente a su prometido, se colocó a la altura de los dos inclinándose y le besó en sus labios, mientras acariciaba la mejilla lozana de Izumi.

¡He venido a pasar la noche entre tus brazos y mañana escoltaré a nuestra princesa hasta el Olimpo! Con deseo delineó sus labios y asiendo uno de sus mechones de ébano, los besó suavemente. “Las dos joyas más preciadas de toda Grecia, me pertenecerán” Poco después determinó al Fénix, quién permanecía en silencio observando la escena, “mi querido cuñado, mi padre te espera con ansias, le encanta domar tu fiero carácter” se sonrió a lo mordaz de su comentario, una frialdad cruzo los zafiros de Iki, quién mordió sus labios para no contestarle. Ares tomó lugar en la manta acunando en sus brazos al dios de los muertos, le descansa contra su pecho e hizo señas a Orfeo para que continúe con su interpretación, Pandora bajó su mirada, dolida ante la situación, el dios de la guerra se dirigió a la joven diosa reencarnación del dios del Sueño Eterno, asesinado por los caballeros atenienses, ¿Izumi, que tienes planeado para el torneo? Inquirió interesado, sin dejar de besar el cuello y hombros de Hades, con mirada retadora para sus hermanos mayores, para luego dirigirla a su entenada, que le veía sin mostrar sentimiento alguno, acostumbrada a esa realidad.

La joven diosa le sonrió dulcemente mientras jugaba con su cabello: “tengo entendido que tío Zeus, nos obligará a usar esas horribles máscaras en el rostro, por la tradición de las guerreras de Atenea, pues yo no tengo ninguna, siempre he pensado que la belleza es un arma de doble filo y que si se utiliza sabiamente, pues será una gran aliada, no lo crees así, padre” Ares se sonrió alegremente y con orgullo expresó: eres digna de ser mi hija, ya me he enterado de tu prueba para tus pretendientes, y hasta ninguno ha podido pasarla.

Vaya todos los dioses más jóvenes luchan para que los dejes entrar en tu lecho. Izumi hizo un mohín de desagrado, pues que sigan esperando turno, que no ha llegado el dios que me pueda derrotar en combate, expresó al tomar una uva de la bandeja servida para ellos y con una elegancia característica de ella llevársela a la boca, para degustarla. Hades se sonrió cargado de orgullo, ese porte al hablar se le parecía tanto, la manera despreocupada que utilizaba Hyoga, la cual completaba con un fino cinismo, el cual empleaba en su trato a los demás, ese mirar altanero, era propio de él, la cual acompañaba de una elegancia nata, que hasta el mismo Fénix, le hacía sentirse orgulloso, al momento de ponerse en pie para retirarse acompañado de Pandora, es necesario organizar todo para nuestra partida al Olimpo y la de Izumi, explicaron ambos, al momento de cruzar el portal hacia Giudecca.

Izumi les siguió con la mirada, sabía lo que significaba su retirada, por lo tanto ella se dispuso a hacer lo mismo, se acercó a Ares, posando su mano en la mejilla del dios de la guerra, le besó los labios en señal de despedida, sin embargo Ares la detuvo asiéndola de sus hombros la recostó en su pecho: Ya sabía que no tenías una máscara para luchar, pero eres nuestra campeona, así que te traigo un presente, es un antifaz, que te cubrirá la mitad de tu rostro, así cumplirás con los requisitos, evitando que te reconozcan y además no ocultarás completamente tu belleza, dejarán ver tus hechizadores ojos y tus hermosos labios. Se la colocó sobre su semblante, “simplemente la mejor de las rosas de Grecia, mi Izumi” Con cariño delineó sus labios, siempre he tenido varones, sin embargo eres mi debilidad, enorgulléceme en el campo de batalla.

Pelearé por el honor de Hades, enunció al abrazarse de su papi, besando sus amorosos labios, ocultando su rostro en su pecho, entre las caricias de sus delicadas manos, sonrió al contemplar esa mirada que solo su progenitor, le ofrecía a ella, jugó con los sedosos cabellos de color ébano. Ares admiró la perfección entre los dioses del Inframundo, Hades e Izumi: “El olímpico, que te posea será dichoso, bella diosa del Sueño Eterno, reencarnación de Hypnos”. Su hijastra asintió al incorporarse y se dirigió al Palacio.

¿Hades cuando me darás un hijo de nuestra simiente? Con la misma postura de nuestra Izumi, en quince años no me has querido brindar esa gracia. ¿Ares? Susurró al sentir su mano deslizarse por dentro de su túnica, acariciándole su pecho, Hades nunca hubo engaño, mis padres le dieron la oportunidad de retenerte a tu lado, de que tu matrimonio fuera respetado, debía tan solo confiar en ti, le murmuró a su oído seductoramente, y sus manos inquietas recorrían su cuerpo, incitándolo, no es justo que sea tu amante cuando puedo ser tu esposo, y cargándolo en sus brazos se lo llevó dentro del Palacio.

No tardaron mucho cuando estuvo, en el resguardo de la habitación, el dios de la Guerra lo depositó en el lecho que compartían desde hace quince años,, jugó con los amarres de sus ropajes, hasta desatarlos, con calma le fue desnudando a su vez besaba cada parte de su fisonomía, Hades por su parte asía fuertemente las sábanas de su cama, y su mirada se perdía en el resplandor cobrizo de las llamas de la lámpara que pendía del techo esculpido en la piedra, cuando tuvo vista completa de ese cuerpo etéreo, gimió sonoramente extasiado de la perfección que le robaba la cordura en contraste con su piel morena, el cuerpo debajo del suyo era tan blanco como la nieve misma, con sus manos comprobó la tersura del mismo, sintió que al pasar sus dedos, por ella se estremecía de placer. Probó las delicias de su cuello, en leves mordiscos y lamidas, mientras sus dedos se perdían en sus hebras de ébano. Con furia asaltó sus labios, para beber de ellos el néctar de la dulzura misma, sus dedos rozaban sus suaves tetillas, hasta hacerlas duras, bajo su tacto, cada vez que lo hacía el cuerpo bajo el suyo se revolcaba de excitación, provocándole con la fricción que su miembro estuviera más que dispuesto.

Delineó con su lengua el recorrido, hasta capturar esos botones que guardaba unos pezones erectos, los cuales tomó con su boca y dientes succionándolos y para escuchar la música más hermosa que eran los gemidos audibles de su amante, sin soltarlos guío su mano a la desatendida hombría, y sus dedos jugaron con ella, adentrando su dedo índice entre el pliegue de piel que ocultaba su punta, a la cual quería disfrutar devorando su sabor, cuando logró el prometido de hacer que saliera de su escondite, su boca siguió el recorrido hasta el ansiado falo que prometía desprender la misma ambrosia, a su opinión, pronto las atenciones del hijo de Zeus, arrancaron toda cordura de la mente de Hades, quién acariciaba su larga melena en delicadas caricias, entre gemidos y suspiros obtuvo su preciado premio.

Cubrió con delirio ese exquisito cuerpo fusionando sus bocas, en un apasionado beso, y sus manos, se abrieron paso a su miembro buscando reclamar ese cuerpo que había conquistado tantas veces, separó sus piernas ubicándose entre ellas, tomando con firmeza su cadera, le penetró de un solo movimiento en su ya acostumbrada entrada, y Hades se arqueo dándole la bienvenida a su cuerpo, hizo suyo de nuevo el precio de la libertad de los caballeros dorados, como tantas noches, el dios de los muertos contenía la furia del dios de la Guerra entre sus piernas, ese era el precio de la paz, cada estocada le partía el alma el dos, el vigor de Ares arremetía contra su cuerpo, el mismo ebrio de esa pasión mordía los hombros y el cuello expuesto del dios de la Guerra, así como sus uñas se clavaban en la piel de su musculosa espalda, sus finas piernas profundizaban las estocadas a posicionarse alrededor de la cintura de él, pronto el roce sobre su miembro le hizo le llegar al clímax sobre su vientre y el de Ares, y la contracción de sus músculos ayudaron a terminar al señor de las acciones bélicas, en sus entrañas.

Ares intercambio posiciones, aún con su respiración agitada, para no cargarlo con su peso, quedando Hades reposando sobre su pecho, ambos recuperaban el aliento, el señor del mundo subterráneo escuchaba perfectamente el agitado corazón retumbar como los tambores de batallas. ¡Te he extrañado! Susurro besando sus cabellos, la próxima vez que nos unamos será en mi templo, ahora descansa, no me gusta verte tan agotado, te estas consumiendo poco a poco, nos preocupas a todos, quiero que vuelva esa sonrisa de la que me enamoré. Hades solo suspiró contra su pecho entrelazando sus manos, pronto verás mi regalo de nupcias.

En el olimpo al día siguiente, la llegada de los participantes lo había vuelto un caos, todos los santuarios habían enviado sus mejores guerreros, como cien jóvenes fueron los convocados, la comitiva de Atenea, era encabezada, por los aspirantes a caballeros dorados, junto a sus instructores entre ellos venían Hyoga y Shiryu, quienes no perdían de vista a sus hijos. ¿Tú crees que le podamos ver de cerca? Sería genial que Shun conociera a Azumi, se ilusionó pensando que sería el detonante para que le perdone y ambos volvieran a él, su Izumi, que al momento no tenía un rostro en su memoria, si no que la veía reflejada en su pequeña niña. Entre el bullicio fueron separados de los más jóvenes, mientras les indicaban los lugares de residencia de cada santuario.

Llevaban varias horas de pie, en espera que fueran ubicados, así que Azumi aburrida de la espera, buscó un lugar dónde descansar, y lo halló a la sombra de unas columnas de un antiguo templo, el sol le molestaba y el calor la agotaba, su organismo se había acostumbrado al frío penetrante de Siberia, su hogar, fueron pocas las veces que su padre se presentaba al Santuario, así que se podía decir que era su primera vez tan lejos de su tierra natal, según creía ella. Bufó al ver el montón de compañeros de armas, y solo tenía contacto con Jacob y Arcor su primo, pensándolo mejor, sus únicos recuerdos eran de las tierras nórdicas. Además de unas cuantas visitas de los caballeros dorados, cansada de estar sin hacer nada se puso en pie, y alcanzó a Arcor quién conversaba con algunos de sus amigos asiéndole del brazo, lo jaló consigo “acompáñame a curiosear este lugar, es un territorio hermoso, caminaremos por los alrededores, cercano, no nos alejaremos mucho” le convenció, tras un largo suspiro por parte del mayor. “Solo espero no meternos en problemas porque me las tendré que ver con tu padre”.

Tanto Azumi como Arcor, admiraban como las ninfas y los habitantes de los bosques corrían de un lado a otro, con los preparativos, los faustosos templos, lo elegante de las avenidas entre cada uno, el hogar de los dioses, era simplemente un lugar de ensueño. Aún absortos en todo ese movimiento de criaturas fantásticas, cuando un enorme carruaje tirado por pegasos negros, descendió ante sus ojos, en el un imponente dios de cabellos almendrados, con una armadura negra, lo guiaba a su lado una joven alta de cabellos azules brillantes, con una túnica celeste con bordados de plata, que le cubría hasta la mitad del muslo, en su rostro una máscara que más bien parecía un antifaz, que le cubría las principales fisonomías de su semblante, en sus muñecas dos brazaletes de plata con incrustaciones de piedras preciosas. En ese instante todos se abalanzaron sobre los recién llegados, en la conmoción uno de los dioses tiró a Azumi, al piso, y Arcor no pudo hacer nada para ayudarla, tampoco se pudo acercar al verse separados, por decenas de ellos, y un mar de piernas le impedían ponerse en pie.

Ares sonríe al ver el tumulto que los vino a recibir además de liberar con delicadeza su agarre de la cintura de su hijastra, acariciando su cabello, le toma la barbilla para alzarle el rostro y besarla en los labios: “Bienvenida a casa, mi niña hermosa, este es el recibimiento que el Olimpo te da” para después bajarse del carruaje y tenderle la mano, para ayudarla a bajar del mismo, Izumi suspiró levemente, al posar la suya en la del mayor y descendió en un paso elegante.

La gritería dio inició “Izumi, déjame pelear contigo, quiero pasar tu prueba” varias voces de dioses de diferentes edades, ensordecían a Azumi, que trataba de no ser aplastada, por los brincos que ellos daban para poder tener mejor vista de la joven que llegó. Arcor trataba inútilmente de llegar dónde ella, mientras esto sucedía, uno de los dioses se abrió paso entre la multitud y trató de abrazar a la guerrera, que había causado el alboroto, y ella le eludió un gracioso movimiento. “Fobos, eres un bruto, como vas a creer me fijaría en ti, menos cuando lo caballero, te quedó en los pies, le expresó en una suave y refinada voz, y con un giro suave de su mano, ordenó que se le diera paso, encaminándose entre la multitud, hacia dónde había notado el cosmos que trataba de encenderse en defensa.

Vaya bullicio han ocasionado, no merecen que les dé la oportunidad de luchar por mí. Terminó sonriendo a su vez le tendía la mano, a la jovencita tirada en el suelo, sin dejar de notar que dos caballeros de Atenea se acercaban rápidamente a causa de la conmoción de ese momento por sus cosmos se veía a leguas su nerviosismo ante la situación, de seguro venían a auxiliar a los dos jóvenes. “No tengas miedo, no te lastimaré” Azumi, asió su mano y la guerrera le incorporó “¿Estás herida?” Al sacudirse su túnica negó suavemente con su cabeza, la mano de la diosa se movilizó hacia su máscara, comprobando su textura “debes ser del campamento de Atenas, lo sé por tu mascarilla”, le sonrió dulcemente, “así que es por ustedes que yo tengo que usar este artefacto, debe ser incomodo, le comentó. Y estudió la actitud de los caballeros oficiales frente a ella.


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MensajeTema: Re: ENCUENTROS   ENCUENTROS I_icon_minitimeDom Jun 08, 2008 11:45 pm

Fobos discúlpate con la niña, le ordenó. Volviéndose al hijo de Ares. “No lo haré, hasta que me permitas entrar en tu lecho, Izumi. Al oír el nombre de la joven que les daba la espalda Hyoga y Shiryu se paralizaron y los diamantes del Cisne, estudiaron su figura con detenimiento, y poco a poco las palabras emitidas por el dios del temor, llegaron a su cerebro, tembló de rabia, deseó congelarlo allí mismo, el caballero femenino ateniense se llevó la mano a su pecho asustada ante tales vocablos dirigidos a una diosa y que no parecía ser mayor que ella.

“¡No me hagas reír, Fobos! Al momento que detenía con su mano, a los caballeros atenienses que parecían iban a atacar a su hermanastro: “No se preocupen por éste, ni en sus mejores sueños, le acunaré entre mis piernas” Ahora sí el poder del Cisne se desplegó con todo su esplendor, llamando la atención de Ares, quién se acercó a ellos: Caballeros divinos me honran que quieran proteger a mi hija, pero yo le enseñado a defenderse todo este tiempo” con angustia, clavó sus ojos en el dios de la Guerra que lo retaba a decir su verdadera personalidad, el Dragón le retuvo de su brazo brindándole apoyo, trató de hablar, pero la impotencia le ganó cuando Fobos asió el rostro de su hija mayor lo atrajo a sus labios, besándole la boca: Dormirás esta noche en mi lecho, Izumi, la diosa lo apartó con delicadeza, y con saña le respondió acariciando su rostro: Lo lamento, hermano, esta noche la pasaré en brazos de Adonis en el templo de Afrodita.

El cuerpo de Hyoga se estremeció ante la mirada sonriente de Ares, las lágrimas casi no las podía detener, con manos temblorosas asió los hombros de Azumi, que atónita escuchaba la conversación entre los dioses, atrayéndola hacia sí, si esto era una pesadilla quería que le despertarán de inmediato: “esa era su pequeña Izumi, no podía creer que Iki y Shun permitieran tal comportamiento”. Al fin, se volvió hacia ellos, alertada por la perturbación de sus cosmos, el giro elegante, le hizo mecerse sus cabellos ante el viento, los diamantes de Hyoga, tuvieron visión esa etérea hermosura, a pesar de su antifaz, esas gemas gélidas sin sentimientos, ocultas y enmarcadas en largas pestañas y sus labios como dos cerezas sonrojadas se movilizaron en frías palabras: Será mejor que se vayan al templo de Atenea, estos son los dominios de Ares y Afrodita, nos veremos en combate, en el torneo caballeros, pues en verdad no sabía como referirse a ellos. Mi nombre es Izumi, diosa del Sueño Eterno, haciendo una reverencia en saludo, a la cual el Dragón contestó con solemnidad, Soy Shiryu de Libra, Caballero divino del Dragón e iba a presentar a Hyoga, pero su amigo, ya había partido llevándose a Azumi con él, sin embargo no pudo pronunciar palabra alguna al momento que ella se quitó su máscara enseñando su rostro.

Arcor, se quedó estático con su mirada clavada en su padre, eran idénticas, ante la graciosa expresión que adoptó el caballero ateniense Izumi se sonrió y con delicadeza le tomó de la barbilla cerrando su boca.: Lo lamento siempre causo esa impresión, creo que mi tío tenía razón a que usará esta máscara, así podré disfrutar más de la pelea.

Hija, le llamó Ares al tomarla de la mano con expresión triunfal, Adonis te espera, ella asintió y le siguió: ¿Azumi? Susurró el joven caballero ateniense, la mano de su padre se posó en su hombro: no es Izumi, su hermana mayor. Ninguna de las dos sabe de la existencia de la otra, así que guarda silencio y su madre por así decirlo es el dios de los muertos, le explicó.

Después de verla caminar al lado del dios de la guerra, con paso altivo, optaron que lo mejor era retirarse del lugar, Shiryu la admiró unos momentos más tenía ese carisma amable de Shun, pero no era nada parecía a Azumi, entendió perfectamente los sentimientos de su amigo, su hija estaba frente a él, la trataron de forma inadecuada, ante el asombro de su otra niña, pero no podía defenderla como su padre, sin dañarlas a las dos, era una situación realmente horrorosa.

Se apresuraron a darle alcance al Cisne que prácticamente arrastraba a su hija, la joven no salía de su asombro, ante la conducta de su padre, tan solo atinaba a seguirle en silencio: ¿Papá? Le inquirió suavemente, al escuchar su llamado, se detiene aspiró todo el aire posible para volverse y abrazarla contra su pecho: Azumi ten más cuidado, el Olimpo no es como el Partenón o Siberia, viste como trataron a esa joven que te ayudó, ellos no respetaran, si eres o no de otro Santuario, no vuelvas a separarte del grupo, lo mismo va para ti Arcor, ambos jóvenes bajaron sus rostros, escuchando el regaño, aunque no fue con la intensidad que esperaban la voz de Hyoga sonaba entrecortada y lastimera.

Arcor y Azumi, vuelvan con los demás caballeros y esperemos allí, necesito hablar con Hyoga expresó un calmado Shiryu, los dos permanecieron en silencio en el momento que los dos jóvenes se retiraron, y fue el momento en que el caballero de los hielos eternos se derrumbó de rodillas en el suelo, sus lágrimas brotaron desconsoladamente: ¡Maldición! Mi bebé, ella es mi hija, malditos desgraciados, deseaba arrancarles esos ojos llenos de lujuria y… Shiryu, es una niña, todavía. Hyoga, ¡Cálmate! Le trató acallar, el Dragón. Cuando un destello dorado, les deslumbró alertándolos, ante sus ojos la diosa Atenea se hizo visible: ¡Hyoga, Shiryu, acompáñenme, por favor! Envolviéndolos con su poder los hizo desvanecerse con ella.

Atenea los llevó hasta el interior de su templo, en específico a su habitación, dónde otro dios los esperaba: son ellos Eros, le indicó al dios del amor, y él que estaba sentado al lado de una fuente en el jardín interior del templo, alzó su rostro hacia ellos, estudiándolos, para luego asentir: ¿Hyoga, no es así? La suave voz, llegó a su oídos, y el dios se le acercó de improviso, acortando la distancia sin que ellos se dieran cuenta. Te advierto, que ya no es tu hija, es la de mi padre, Ares, el dios de la Guerra la ha tomado bajo su protección, yo te di la oportunidad de evitarle a Hades el deshonor de ser esclavo de los dioses, a precio de la liberación de los caballeros dorados, le expresó mirándolo fijamente a los ojos: mi querida criatura, la lengua es un arma de lo más poderosa, con la tuya que es muy dada a dar comentarios sin saber le condenaste, sin remedio.

No te atrevas a decirle a Izumi, tu verdadera personalidad, es un trato entre dioses, Hades ha respetado su distancia con Azumi, aunque eso, lo ha consumido por dentro, mi papá ama al dios de los muertos y éste momento al tomarlo como esposo, rompe con su esclavitud, el Hades que verás mañana no es el mismo, ni tampoco el Fénix, ya no es el orgulloso guerrero que conocían, él ha sufrido al lado de su hermano su esclavitud, y ha respetado a Ares, por evitarle a su adorado Shun más humillaciones. Ahora favorezco a mi padre que ha comprado con cariño y pasión, el que yo le conceda el corazón de Hades.
Te dejaré ver a Izumi, como una última concesión de mi parte, por que se aloja en mi templo, bajo el cuidado de mi madre. Pero deberás prometerme nunca revelar tu verdadera personalidad, más que todo por Azumi, que por ti. Ahora vuelve a tus deberes, en la medianoche búscame aquí.

La hora acordada llegó, como había prometido Eros, se encontraba allí, espero a que Azumi, se durmiera y se la encargó a Shiryu, esperaba pacientemente, a que el dios del amor, se hiciera presente. Como en una niebla su cuerpo apareció enfrente de ellos, es la hora, recuerda tu promesa. De la misma manera desparecieron, y se materializaron en un salón elegantemente adornado, bañado por gigantes antorchas, en una enorme cama de cubierta por un toldo de seda blanco, allí dormía plácidamente su hija, entre aromáticos sándalos y mirra, su corazón latía fuertemente, en su pecho, y golpeaba sus oídos el torrente desbocado de su sangre. Se acercó al lado de Atenea, quién le tomaba de la mano para darle valor.

Eros se acercó al lecho, corriendo los velos del mismo se sentó en la cama, corrió algunos de sus mechones de su frente, y con cariño, le llamó casi en un susurro: Izumi, acariciando su rostro, la joven empezó a reaccionar la oyó susurrar: ¿Eros? Ya es hora de mi entrenamiento tan pronto, llegó la hora. No mi princesa, le aclaró el mayor, es que tienes visitas. Se incorporó y se asomó por encima del hombro de su hermanastro, entrecerrando sus ojos vio a las dos figuras envueltas en la oscuridad en un revés de su mano, encendió las luces de su alcoba, muy de lo contrario, que pensará Hyoga, en su cama lo único que había era un cachorro de pastor alemán, que se despertó al igual que ella, y le empezaba a lamer su rostro, alegremente, causándole una hermosa sonrisa, que le cortó la respiración a su padre, era una de sus sonrisas, era verlo como hace quince años, su Shun.

¡Oh, vamos Adonis, quédate quieto! Le regaño entre risas, al tomarlo en sus manos y depositarlo en su lecho de nuevo, y suavemente se deslizó de su lecho, sus finos pies se posaron descalzos en el frío mármol ¿Atenea? ¿Y eso que vengas acompañada? Con paso ligero y elegante se acercó a ella y le besó la mejilla. Izumi, hace tiempo que no te veía, ella se sonrió, vamos déjate de formalismos, vienes a que te cuente como está mi papi, que tu conciencia no te permite vivir en paz. No tienes que venirme a llorar que estás arrepentida. Mi papi se encuentra bien y no gracias a ti.

Dirigió su mirada de hielo, hacia el acompañante de Palas, ¿Tú eres uno de los caballeros de la tarde? Si, su voz salió casi en un susurro, entonces fuiste uno de los peleó al lado mi papi, en el Inframundo y mató a mi antecesor, el cisne asintió, entonces le debes conocer a él también, a Hyoga. ¿Todavía vive? No es así, con su mirada fija en sus retinas, las piernas del mayor temblaron ante su intensa frialdad. Dile que nunca intente buscarme, por que estaré contenta de aplicar mis poderes en él.

Hyoga la vio dolido, no pudo hablar para contestarle, ella le sonrió: pero no debes poner esa cara, permíteme recomendarte algo, la jovencita que ayudé esta mañana es algo tuyo ¿Verdad? Caminó hasta Eros que la admiraba bajo la luz de las llamas, en silencio, y él la recibió en sus brazos acunándola en su pecho, no esta preparada para la competición, si participa lo más seguro es que muera. Al menos yo no tendré piedad de ella en el campo de batalla. Les soltó suavemente.

Por primera vez, Hyoga no aguantó más el callar, tomando valor, le inquiere con decisión:¿Princesa, que sabes del Caballero del Cisne? Sin apartarse de los brazos del dios del amor, sus diamantes, le vio pidiendo su permiso para hablar y Eros besó su frente con amor, instándola a seguir: “lo que mi tío me expresó: El es mi padre biológico, el causante de que mi papi se consuma de dolor, por ello se ha ganado todo mi odio. Por cada día, que su vida se apaga, mi única gran alegría, mi repudio se acrecienta. Cuando veo a mi tío sumido en la desesperación y mi mundo derrumbarse ante mis ojos, deseo tenerle al frente, para que pague su pecado con mi dolor y odio. La furia reflejada en esos diamantes, le congeló el corazón a Hyoga ¿Izumi? Fue el susurro desesperado de su progenitor y la mano de Atenea se posó en su hombro deteniéndolo de decir cualquier cosa comprometedora. Mi querida niña, interrumpió la diosa de la guerra debemos retirarnos, espero poderte ver mañana. Ella asintió resguardada en el cálido abrazo del dios del amor. La diosa de la sabiduría en compañía de su guerrero, se desvaneció su presencia como una suave brisa.

El dios del amor, suspiró al apretar su abrazo sobre la joven diosa del sueño eterno, y ella alzó su rostro cubierto de lágrimas buscando los labios de Eros, fusionándolos en un desesperado beso, y él la tomó en sus brazos, cargándola a su lecho, dónde ambos se dispusieron a descansar.

En el Inframundo, tras un descanso merecido después de haber escoltado a Izumi hasta el templo de Afrodita al lado de Eros, se dirigió a su segundo hogar en el Reino de los muertos, Ares, el dios de la Guerra, despertaba, envuelto en los frágiles brazos de su más amado tesoro, recargado contra su pecho reposaba profundamente dormido, sobre su tórax sentía su acompasada respiración unida al latido de su corazón, tan diferente a la de noche anterior, que bajo su cuerpo se descontrolaban en una ardiente pasión, algo que solo el lograba transmitir y desbordar completamente en ese angelical ser, rememoró cada beso apasionado, delineo sus labios delicadamente, ansiando beber de nuevo, el néctar de su dulzura de ellos, solo entre sus brazos era que olvidaba la gran herida de su alma.


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MensajeTema: Re: ENCUENTROS   ENCUENTROS I_icon_minitimeDom Jun 08, 2008 11:46 pm

¡Oh, Hades! No puede resguardar a los dos bebés que amabas a tu lado, yo no sabía que eran dos, sino los hubiera impregnados a los dos con mi esencia, tal como lo hice con Izumi, ahora sería nuestra aquella jovencita que tu niña defendió sin saber que era su hermana. Su impetuosa Izumi, era la luz de sus ojos, la otra vez que su herida no se mostraba era cuando tenía a su princesa cerca. ¡Amada Izumi, Sueño Eterno! Eres el reflejo del alma de Hades, en todo sentido, aquella singular belleza, su elegancia y finura en el trato, pero también tiene algo de mí, posee una fina crueldad, lo sabía por la forma en que hacía sufrir a Fobos y a Deimos, sin embargo, era un dulce con su querido Eros, así como con su papi y tíos. Más parece hija de mi propia simiente, que los verdaderos. Suspiró, al fin después de quince años, mi amado niño, me da mi ansiado presente, esta noche será mi esposo oficialmente, era su presea de batalla, su regalo se formaba enlazado al cosmos de Hades, arraigando esa unión con cada minuto, esperaba devolverle esa vitalidad, esa sonrisa, y lo cual lo completaría con la entrega de su obsequio.

Debían levantarse no quería separar mucho tiempo a Izumi de su papi, y menos ahora que lo necesitaba más estable, por fin el Olimpo tendría algo grandioso que celebrar, que era el advenimiento de su hijo. Con cuidado de se desliza, sin despertarlo, iba hacia las termas preparando su baño, y cuando todo estuviera listo, le despertaría. Al levantar la sábana que cubría la desnudez de sus cuerpos, tuvo plena visión esa fisonomía que le enloquecía, recostado de medio lado, con sus cabellos de ébano graciosamente desordenados, que caían sobre sus hombros, la estrecha cintura, su firme abdomen, lo había visto tantas veces y desde hinchado por el fruto de un antiguo amor, hasta el firme bajo estrictos entrenamientos, esa figura frágil en el campo de batalla era temible, se sonrió la belleza es un arma de doble filo que si se sabe utilizar bien, es una ventaja infalible, si mi pequeña niña, has aprendido bien la lección, con sus dedos recorrió su tersa piel: todo esto es mío.

La sensibilidad de su piel expuesta, y el delicado roce, le fueron despertando, un gemido suave, fue levantando las cortinas que refugiaban sus brillantes esmeraldas, que tuvieron visión del escultural cuerpo desnudo del dios de la Guerra, sentado a su lado, le sonrió incorporándose lentamente, para abrazarse a él. Espero que mi regalo, complazca a mi señor, le expresó a su oído besando su cuello. Ares capturó sus labios en un desesperado beso, a su vez Shun le fue cubriendo quedando recostado sobre él y los fornidos brazos del dios de la guerra rodeándolo: Te merecías que yo te brindará lo que más has suplicado, durante tantos años, y por mis complejos no puede darte, le susurra asiendo sus labios, ahora, por fin tengo de nuevo esperanzas. Será el hermano que Izumi necesita, mi mejor regalo para quince años de relación.
Los besos, y los roces, le iban de nuevo adentrando una esperada batalla campal, los dedos de Ares se perdían en su cabellera de ébano, la fricción producida por el cuerpo de Shun, le despertaba su vigor, que ahora luchaba por adentrarse de nuevo en el ser de Hades, que este momento devoraba como un hambriento su pecho y Ares tomó sus caderas, alzándolo de ellas le fue acomodando para acoplarlo ante las demandas del que casi era su esposo. Ingresó en ese templo que se le ofrecía, en un profunda y firme estocada, y en un mágico movimiento, Hades se sentó sobre su cadera, con sus piernas a cada lado de él, sostenido de su vientre, empezó a danzar sobre ella, las manos de Ares, se posaron en su abdomen, sintiendo las energías de los dos mezcladas, hasta descender tomando su hombría entre ellas y masajeándolo al ritmo impuesto por el señor del mundo subterráneo. “Hades”, susurró entre cada estocada, y los gemidos de su amado, engalanaban sus oídos, eres solo mío, e invirtiendo posiciones toma sus piernas recostándolas sobre sus hombros sin salir de él, empezó arremeter contra su cuerpo, hasta llenarlo de su ser completamente, reclamando una vez más sus dominios, ya no importara que el caballero de los hielos eternos estuviera en el Olimpo, su tesoro estaba asegurado, por el amor, y la bendición de Eros.

Los caballeros atenienses como habían sido prevenidos, solo salían cercanos a los campos de Palas Atenea. Azumi recién había terminado uno de sus entrenamientos, su papá fue quién práctico con ella, pero algo no le calzaba muy bien, él había estado distraído, no era fácil, derribarlo y ya había sido como cinco veces que lo hizo, suspiró “demasiado para un día”. Desde su encuentro con aquella diosa, no había sido el mismo. Jugó con sus dedos en la hierba, observando a su padre, acostado a su lado con su vista fija al cielo. Ella iba a incorporarse para irse con los demás caballeros pero la mano de Hyoga le asió el brazo. No te alejes, le advirtió, como un susurró y se levantó para acunarla en su pecho. Mi pequeña Azumi, con delicadeza acariciaba sus cortos cabellos azulados, cuando el sonido profundo de las trompetas, retumbó en el Olimpo y Hermes sobrevoló por él, anunciando a los dioses la llegada de Hades.

Hyoga tembló asiendo más fuerte a su hija. Azumi murmuró, al ponerse en pie con ella. Al igual que todos se encaminó hacia los territorios del dios de la guerra, a su lado caminaba Atenea y su mejor amigo Shiryu, un miedo irracional se apoderó de su alma, sentía sus propias lágrimas casi desbordarse por sus diamantes, solo atinó a no soltar a su hija, quién sin entenderlo mucho solo se dejó guiar, no pudo dejar de notar el semblante sombrío de los mayores y de Atenea.

Al otro lado, en perfecto orden los dioses, encabezados por Zeus y Hera, a su lado un apuesto joven abrazaba a la diosa, que le había ayudado el día anterior, papi, mira allá, a la par del padre de los dioses se encuentra la diosa del otro día, y creo que aquel es Adonis, se les ve muy bien juntos, la mirada de hielo del cisne se posó ante el comentario de su hija, en la que había perdido, pero su atención fue rota en el momento que el Apolo aterrizó seguido de su hermano Ares, abrazado a su cuerpo, venía él. Su corazón se desbocó en su pecho, así como su respiración se entrecortó.

Azumi fijó sus gélidas orbes en su padre, que trataba de hablar sin conseguirlo. Todo para él pasó en cámara lenta, Shun lucía más delgado y pálido, su cabello estaba más largo, le llegaba a su cintura, llevaba parte de él recogido en media coleta. Portaba una túnica roja, con adornos dorados, en el tercer carruaje, venía el fénix, el caballero del ave inmortal, tenía su cabello largo, recogido en una coleta, traía un manto negro, a su lado Perséfone.

Bienvenido a casa, le susurró Ares, al asir sus labios, en un delicado beso y tomándolo en sus brazos, Shun rodeó su cuello descansando su cabeza, en su hombro. Al posar su pie en tierra el dios de la Guerra, vio a su hija lanzarse corriendo hacia ellos, y Ares depositar suavemente a Shun en el suelo, “papi” gritó alegremente, al momento de asirse de él ocultándose en sus brazos. “Izumi” le susurró y tomando su mano, la depositó en su vientre y ella sintió el poder de Tánatos en él, y sus ojos se colmaron en lágrimas, “mi hermano” y él asintió sonriendo. Y volviéndose con ella aún abrazada a él hacia su esposo, que los recibió en su pecho.

Quiero agradecer, a todos por su presencia en este torneo organizado por mi padre, Zeus, para celebrar la formalización de nuestra unión. Que comiencen las festividades de nuestra boda. Expresó con orgullo.

¿Festividades de su boda? Inquirió dirigiéndose a Atenea. La diosa de la sabiduría no supo que responder, negó con su cabeza, Shiryu le calmó agarrándole el hombro firmemente, el nerviosismo del cisne llamaba la atención sus ojos anegados de lágrimas asustaron a su hija, Saori le abrazó y desapareció con él. ¿Papá? ¿Pero que sucede, porqué actúa tan raro? Le preguntó a su tío bastante nerviosa.

El cosmos del Cisne alertó a Hades, quién se abrazó a su niña y empezó a sentirse mal, ante los gritos de horror de Izumi, su papi se precipitó al suelo, apenas sostenido por ella. Iki y Ares se precipitaron a auxiliarlo. Y Eros la abrazó consolándola, el dios del amor suspiró acunándola en su pecho, ahora todo empezaba a complicarse, Hyoga no se había resignado a perderlo, pero ya era tarde, ahora era de su padre. ¡Amor, tranquila, nuestro papi estará bien!

Atenea, no le había dejado salir, parecía un león enjaulado, camina de un lado otro no tenía paz, moría de rabia y dolor de saberlo en brazos de otro, y aún más que su hija le viera como deseaba que le distinguiera a él, lloraba de rabia su cosmos estaba alterado, ya casi anochecía, y en éste momento debía haber culminado ese absurdo matrimonio, el ruido de esa puerta antigua, le hizo abalanzarse sobre ella, para ser detenido por el Caballero Dragón, quién lo sostuvo de sus hombros: No me hagas encerrarte de nuevo amigo, quiero ayudarte, pero debes calmarte, tu hija esta muy preocupada por ti, porque no entiende tu conducta.

Por más que hagas rabietas no podrás evitar lo que ya pasó, Shun, ya es el esposo oficial de Ares, aún antes de venir, al Olimpo, le soltó su explicación despaciosamente, como para que asimile sus palabras. Allí ya perdiste tu oportunidad, Hyoga. Además Ares ha anunciado que Hades esta esperando un hijo de él, terminó casi murmurando, y soportó la mirada de dolor de su amigo al derrumbarse frente a él con su mano acallando sus sollozos ¡Oh, dioses! Repetía entre sollozos, ¿Cómo Shun me pudo olvidar, si yo no lo he hecho? ¿Como pudo entregarse a Ares?

Shiryu se puso a su altura. Hyoga, Shun ama a Ares, de eso me he dado cuenta, lo he visto en sus ojos. Es mentira, Shiryu, afirmó. Iré a buscar a Iki, el me tiene que aclarar muchas cosas, así como no defendió a Shun, y permitió que Ares le violara por quince años. Atenea, me contó que hasta la fecha de hoy eran amantes. Y el gran Fénix no hizo nada por ayudarle.

¿Y el gran Cisne? ¿Qué hizo? Le acalló el mayor, sentándose a su lado, brindándole su apoyo al momento que el ruso se enterraba las uñas en su frente en un acto de desesperación, lo que si creo conveniente es hablar con Iki, enterarnos de todo lo que ha pasado en estos años de silencio y abandono por parte de todos, lo único cierto de todo es que nuestro es una gran fuente de información fidedigna. En este momento, todos están en el Gran Salón en el templo de Afrodita, Fénix no se presentó porque tengo entendido de que fue citado a una audiencia en el templo de Zeus. Tal vez si lo esperamos fuera podamos dialogar con él.

¿Azumi? Inquirió en un susurro, ella esta con Arcor, en ese salón pero está utilizando su máscara, esta muy lejos de Shun e Izumi, por lo tanto no creo que haya peligro, tu otra hija ni siquiera determina a los caballeros de bronce y mi hijo esta al tanto de todo. Los gélidos ojos de su amigo, se posaron en los suyos llenos de angustia ¿Ellos están en el mismo salón? Así, es amigo, le tendió la mano, para ayudarlo a incorporarse y Shun ya ha notado nuestra presencia.
Azumi perdía su vista en la mesa principal, el dios de los muertos le llamaba la atención en demasía, ahora lo veía conversar con su hija amorosamente, ambos reclinados en un lujoso diván, el jugaba con sus cabellos, y ella descansaba recostada cerca de su corazón, en los divanes cercanos, se encontraba el dios de la guerra y en el otro Eros. Era realmente conmovedor ver el gran amor que se profesaban, su padre era cariñoso con ella, pero nunca habían llegado a ese grado de unión, suspiró tal vez con mi madre, si se hubiera logrado una unión así.

El bullicio y el calor del lugar, le hicieron desistir de quedarse allí, así que se incorporó de la mesa, al mismo momento que Arcor, lo hacía con ella. No es necesario, es que estoy cansada y mañana comienzan las justas. Por eso mismo debo descansar yo también. Vamos niña de hielo, debes estar preocupa por tu papá. Ella asintió dejándose llevar su amigo inseparable.

Izumi, estás prácticamente durmiéndote en mis brazos, mi amada niña, le susurró al besar su frente, creo que es hora que te retires, yo también estoy agotado. No quiero, deseo estar contigo, replicó escondiendo su rostro en sus aromáticos cabellos. Ares, se acercó a ellos arrodillándose a su lado. “Hija, mañana, comienzan las peleas, y nuestra campeona debe estar en buenas condiciones, además tu amado te espera para descansar a tu lado” sus suaves palabras llegaron a sus oídos en el momento que le besaba la cabeza.

Eros se sentó en el brazo del diván, saludo con un ósculo en los labios a Hades, acarició con delicadeza la mejilla de su niña. Vamos Izumi, es mejor que nos retiremos, así tu papi también descansa. La joven asintió e incorporándose, roza la boca de su papi con la suya y se despide de igual manera de su padre y le sonríe a su prometido quién la toma en sus brazos, para perderse entre los invitados a la cena.

Shun, le llamó suavemente su esposo, él asintió, no tardaré, le dejaré algunas cosas en claro, buscó refugio en sus fuertes brazos, acompáñame, deseo que los dos hablemos con él, por el bien de Izumi. Ares sus labios se estamparon en su frente, así será.

Dos sombras se deslizaban entre los jardines externos del templo de Zeus, ocultas bajo la penumbra de la noche, hasta estar cerca del atrio del recinto del rey de los dioses, ambos sintieron el cosmos del hermano mayor de Shun, en ese lugar, así que siguieron su presencia hasta el ala este, y allí le encontraron apoyado en el barandal del balcón, por primera vez tenía una vista más cercana de Iki, su piel ya no era bronceada como antes, se asemejaba mucho a la de su hermano, sus cabellos largos eran mecidos por el soplo de Céfiro, su rostro había adquirido la belleza del mismo Adonis. Sus ojos zafiros, se perdían en las estrellas, su torso estaba desnudo, entre las pequeñas columnas dejaron notar que también se encontraba descalzo.

Los dos salieron a la luz pálida de la luna, sonriendo entre sí, pensaron en que los dioses los favorecían, Shiryu e Hyoga se dejaron ver y los zafiros los determinaron en el campo, sus miradas se estudiaron en silencio, y ellos se alegraron de verlo, una mirada de terror acechó los zafiros del mayor algo que detectaron de inmediato, y sus ojos hablaron en silencio indicándoles esconderse, y así lo hicieron entre los enormes nogales ocultaron sus presencias, pero tenían plena vista de todo lo que sucedía en ese balcón, aún así el Cisne podía percibir la vista del mayor fija en la suya.¿Qué los dioses nos favorecían? Pensó Hyoga, que pensamiento más fuera de toda lógica.


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MensajeTema: Re: ENCUENTROS   ENCUENTROS I_icon_minitimeDom Jun 08, 2008 11:48 pm

Los ojos de Iki eran de súplica, ¿El Fénix le suplicaba? Tembló ante esa mirada, no salía de su asombro, cuando detrás del mayor la inconfundible figura del padre de los dioses, caminaba desnudo hasta él, tomándole la cintura se apegaba a su cuerpo, apartando los cabellos azulados del caballero divino, empezó a morder su cuello y hombros. Hyoga quedó petrificado junto al árbol, era incapaz de mover un solo músculo, al momento que la mano de Zeus se perdía debajo de la enagüilla de la túnica de Iki, aprisionando su hombría y a su vez le penetró sin consideración alguna contra el barandal. Apenas si el mayor emitió un quejido ahogado. Shiryu fue incapaz de ver la humillación de su amigo reflejado en sus retinas. El orgulloso Fénix avasallado, fue demasiado para él le dio la espalda y con furia cerraba sus puños hasta hacerlos sangrar al clavar sus uñas en ellos.

Hyoga, no pudo soportar la mirada cansada del mayor, que era constantemente penetrado por Zeus antes sus ojos, apenas si se podía sostener contra el barandal y sus gemidos, retumbaban en el silencio de ese lugar, sus piernas flaquearon hasta caer sentado entre las raíces de ese árbol, que le daba refugio, escuchó el sollozó ahogado del Dragón, ahora comprendían en la condena que les dejaron, los minutos en que ocurrió todo esto se les hicieron eternos, su cuerpo temblaba de rabia contenida, Shiryu estaba peor que él, ahora le oía llorar sin pena alguna. Hasta que todo terminó en un ahogado quejido. Zeus se separó saliendo abruptamente del interior de Iki, y las piernas ya no sujetas por el vigor del señor del Olimpo no sostuvieron su cuerpo haciéndole caer sentando y apoyado en el barandal, sus zafiros nunca dejaron de rogar que no se acercasen y que no mostraran sus presencias. Solo se apartaron de ellos en el momento que el dios le tomó de la barbilla, le capturó los labios en un apasionado ósculo y luego con delicadeza cargó con el cuerpo exhausto de Iki desapareciéndolo de la vista de sus hermanos de armas.

¿Iki? Sollozó el Dragón: ese hombre de allí, no puede ser Iki. Gritó desesperado, ¡Por Atenea! Una sombra salió entre los arbustos, envuelta en un manto negro: No debes lamentarte, Shiryu, aquella melodiosa voz, la reconocieron de inmediato, era Shun, frente a ellos. Ya es demasiado tarde para hacerlo, al menos Zeus no es cruel con mi hermano. Exclamó fríamente. Allí no hay engaño, el que estaba en ese lugar, es mi hermano mayor, que a pesar de mi edad, me cuida como si tuviera la edad de mi pequeña Izumi.

¿Shun? Le llamó suavemente Hyoga al momento de abalanzarse sobre él y abrazarse de su cintura, y detrás de Hades otra sombra se hizo visible: “es de nuestra hija que venimos hablar” la voz firme de Ares, le hizo estremecerse a su vez soltaba sus brazos de su cintura y en esa postura arrodillado, exclamó con furia: “Es mía no tuya, Ares.” Le reclamó dispuesto a pelear, pero Hades se interpuso entre los dos: “Izumi, es la hija de mi esposo Ares”. No quiero que te vuelvas a acercar a ella, yo he cumplido mi parte del trato, no te he molestado, ni siquiera sé… se calló y busco refugio en los brazos de Ares.

Yo no te he negado, que la conozcas, es él a quién te abrazas, el que te apartó de nuestro lado, le acusó con firmeza. Shun negó con su cabeza suavemente: Ares, es el padre de mis hijos. Solo te advierto no te acerques a nuestra hija. Amenazó al Cisne, el dios de la Guerra, no busques lo que ya perdiste y he hecho mío.

Izumi, es mía, no es tuya, repitió el caballero de los hielos eternos. Shun, tu crees que una prueba tan cruel es de alguien que te ame, Ares te está mintiendo, le gritó Hyoga pero Shun se volvió a él, no me hables de amor, Cisne, el que ama confía, y tu nunca confiaste en mi, así que porque dices que Ares no me ama, él si ha confiado en mi.


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MensajeTema: Re: ENCUENTROS   ENCUENTROS I_icon_minitimeDom Jun 08, 2008 11:53 pm

Capítulo 3 Azumi e Izumi, las hijas de Hades.

"El no tenerte se ha vuelto una locura incontrolable,
un tomento que cala hasta lo más profundo de mi ser,
eres el que me da la vida y al mismo tiempo me la quitas,
me haces tocar el cielo y el infierno con tus besos."SN


Apenas había amanecido, cuando los caballeros de Atenea se encaminaron a las arenas, dónde iba ser el torneo, Azumi caminaba al lado de Arcor, que aún estaba medio dormido, a su otro lado su padre caminaba con su semblante angustiado, su tío Shiryu más serio que de costumbre. La mayoría de los templos se veían bastante quietos lo que indicaba que sus habitantes estaban todavía dormidos, ellos preferían tener un entrenamiento previo, al entrar en el imponente coliseo, y pronto desembocaron en la arena, los diez caballeros pudieron contemplar el entrenamiento de Izumi y Hades.

En el medio del Coliseo, ambos luchaban en elegantes movimientos, era una disputa con espadas, la joven respondía gran agilidad, y Shun no era débil con ella, no se retenía en sus ataques, lo hacía atacando con la intención de matar, algo que impacto a Hyoga y a Shiryu. “Vaya y yo pensé que mi padre era estricto” Pero Hades te gana papá. No puedo creer, ayer la trató con tanto cariño, que me dio envidia, aseguró Azumi. Los diamantes del Cisne se posaron en ella, su niña no apartaba la vista de su progenitor en la arena, era la sangre la que la llamaba.

En un potente revés de la espada, la de Izumi, salió volando que y el filo de la de Hades, quedó reposando en el cuello de su hija. Ella sonrió: ¿Papi, verdad que he mejorado mi técnica? Si, pero aún eres débil en el contraataque, le expresó al tenderle la mano y ella se puso en pie, abrazándose a su cuerpo, y él le besó la frente, asiéndola entre sus brazos. Cuando unos aplausos y vítores les hicieron enterarse que no estaban solos. Lentamente los ojos de Shun, se volvieron hacia los espectadores e Izumi, los reconoció: “el campamento de Atenea” y lo primero que hizo sus ojos fue buscar su presencia, y le encontró al lado de Shiryu, suspiró tenía que actuar normal para que su niña no se diera cuenta de nada. “Es el campamento extranjero”, ella asintió tomando su máscara se la colocó de nuevo en el rostro y caminó hacia los vestidores al lado de su papi, para darles espacio a los demás caballeros, con su espada en la mano, se desplazó en un paso elegante, entre ellos, detrás de ella Shun pasó al lado de Azumi, que estaba entre Hyoga y Shiryu, sus ojos esmeralda se cruzaron con los de ellos.

En ese momento, la mano de Azumi, se movilizó tomando el brazo de la diosa del Sueño Eterno: “La otra vez, no tuve la oportunidad de agradecerte, por tu ayuda” en ese momento, Shun determinó a la jovencita e Izumi se volvió hacia ella con una sonrisa y sus diamantes se posaron en Azumi. “No tienes porque agradecerme nada, papi, ella es la caballero femenino que Fobos, golpeó el otro día” Hyoga, sostuvo la respiración, angustiado, el destino jugaba con ellos, en el momento que Shun se acercó más y con su voz dulce: “¿Eres un caballero de bronce? La observó asentir: “si soy del campamento de Siberia.” Expresó alegremente. “Suerte en la competición, disculpa que mi hijo te haya maltratado” Asió la mano de su hija, no queriendo que Hyoga la observase de cerca, no determino mucho las palabras de la joven. Trató de avanzar, pero su paso se vio interrumpido por el Cisne que se acercaba tomando de su hombro a su hija. Shun determinó sus acciones con nervios, Izumi, suspiró asiendo fuertemente la mano temblorosa de su papi.

El caballero de los hielos eternos, aprovecharía el momento para quedar a mano con su Andrómeda el había visto a su hija, él ahora la tenía enfrente solo faltaba decírselo, iba a movilizar sus labios, cuando la aparición repentina del dios de la guerra, le detuvo e Izumi, suspiró sonriendo, bueno amiga, te presento a mi padre, el dios de la guerra, y a mi papi, el dios del inframundo, espero caballeros tener un combate divertido, y asió la mano de Azumi, en forma de saludo y continúo con su trayecto.

Ares y Hades la vieron hasta que se perdió en los vestidores, el dios de la guerra abrazó a Shun contra sí, y se dirigió a los caballeros: Me alegra contar con su participación en estas justas en honor de mi hija, a la cual ya conocen. Por el momento nos retiraremos, nos veremos, más tarde. Y posando su mano en la cabeza de Azumi con cariño le expresó: En verdad lamento que mi hijo te haya hecho daño, en nombre de él nos disculpamos. Así es jovencita, concluyó Hades, acariciando su cabello y ante el leve contacto hizo que Azumi, se estremeciera, algo en su interior reaccionó, y deseó lanzarse a sus brazos, sus manos temblaron levemente al igual que sus piernas. Ares notó la reacción y se sonrió. Los ojos de cisne se anegaron de lágrimas y bajó su rostro, para que Shun no lo notará: “su cosmos es cálido, como me lo había imaginado desde el momento que llegó, le he observado con su hija, y es realmente es así, tal como el que debiera ser el de una madre”, susurró suavemente. Hades se sonrió con la dulzura que le dedicaba a Izumi, y Ares le contestó: Eres perceptiva, es porque se pudiera decir que es su madre, porque él le dio a luz. Y en este momento espera a otro a bebé. Concluyó asiendo la barbilla del dios de los muertos, para unir sus bocas en un cálido beso. Y agachándose un poco le alzó en su brazos No queremos interrumpir su práctica así que la arena está a su disposición.

En un paso elegante y con Hades descansando su cabeza en su hombro, se encaminaron hacia el templo de Ares. El dios de la guerra sonreía con su preciada carga en sus brazos, Shun sonreía, extasiado, por primera vez en mucho tiempo se sentía genial, con la esperanza de una nueva vida en su vientre, y del hombre que ahora ocupaba su corazón, aunque el dolor por su hijo perdido no mitigada, la continua presencia de Hyoga, le esparcía sal en la herida, las ganas de ver a su hijo, le destrozaba el alma, pero guardaba esa angustia en lo más profundo de su ser, consumiéndole por dentro, temía por que Hyoga se quisiera acercar a Izumi, había desarrollado un gran sentido de celos por su niña, era capaz de cualquier con su pequeña. Ahora mismo, quería cortarle el cuello a su ex esposo, por solo tener el atrevimiento de verla. La intensidad de su cosmos cambio. Amor, mío no permitiré que le hable más a Izumi, tenlo por seguro.

Ares le depositó suavemente en el lecho, arrodillándose enfrente de él, descansó su cabeza en su regazo, y los finos dedos de Hades, jugaban con sus sedosos cabellos, “Areios” ese nombre fue recitado con tanto amor, era el calificativo con que le llamaba en sus momentos de más pasión. “He tenido un pensamiento constante”, le expresó su esposo, tu otro niño puede estar aquí, si el caballero de los hielos eternos, se encuentra aquí, pues tu otro pequeño también, debe estar en el campamento de Atenea, no tienes curiosidad por conocerlo.” Hades suspiró: Sí, pero me retiene la sentencia de los dioses, es el hijo del Partenón, no es más nuestro hijo. El dios de la Guerra, se abrazó a su cintura. “Mi madre, puede cambiar de opinión” murmuró. Ya has pagado con bastante sufrimiento, la liberación de los caballeros dorados, no es justo que sigas añorando a esa criatura, puede también ser nuestra, se detuvo para observar su reacción. Sus esmeralda con esperanza le determinaban y una hermosa sonrisa cruzó sus labios. “Areios, sabes que eso es imposible, la palabra de un dios no puede ser retirada, y yo di la mía y la respeto, aunque me parta el alma por nunca haber podido acoger a mi bebé entre mis brazos”, se acalló sus manos cubrieron su boca aplacando el gemido de su alma, y las lágrimas surcaron su faz sin vergüenza alguna, rociando los cabellos almendrados de su amado dios de la guerra.

Ese quiebre de su alma hirió la dios de la guerra que atrajo a su pecho consolándolo, tu no faltarás a tu palabra, eso lo sé, tu moral es intachable, por eso es que has logrado enamorarme, y tener al dios de la guerra a tus pies como un vasallo fiel, amado Hades. Siempre defenderé tus causas, y por ti sería capaz de desolar al mismo Olimpo, si te hacen sufrir.

En el templo de Afrodita, Izumi ya se estaba bañando, Eros vio en su cuarto la armadura blanca con bordes dorados que su padre había mando a elaborar solo para ella, antes no había denotado, era como las antiguas armaduras romanas tenía en su pecho grabado una imagen de la princesa Andrómeda y en su brazo posaba una hermosa ave fénix con sus alas abiertas. Vaya detalle, las estrellas guardianas de Hades, y su tío, acarició la fría superficie, admiró el fino trabajo de Hefestos, a su lado en una silla cercana se encontraba una capa blanca y unas botas de color blanco con los mismos diseños de la armadura.

La diosa del Sueño Eterno, se detuvo en el marco de la puerta la figura de Eros, observando la estructura de su armadura, a su lado Adonis se revolcaba tratando de morder los bordes de su túnica, suspiró a lo conmovedora de la escena, en ese momento el dios del amor correspondido notó su presencia, él se sonrojo al verla con solo una toalla puesta su largo cabello caía en sus hombros con gotas de agua brillando hermosamente. Los zafiros de Eros se recrearon en la graciosa figura de la diosa, e Izumi le sonrió dulcemente, el le devolvió la sonrisa mientras se acercaba a ella y le abrazaba. Tan hermosa como tu papi, expresó con vehemencia separándola un poco de su cuerpo, asiéndole de la mano la hizo darse una pequeña vuelta. “Mi prometida es la más bella de las diosas” Admiró con suavidad, y tomando su barbilla atrajo sus labios uniéndolos en un cálido beso. A regañadientes se separó de ella, para traer las partes de su armadura, así como ella tomó su túnica, despojándose de la toalla, la cual cayó a sus pies, se empezó a vestir con la delgada prenda que le protegería del roce del metal de la armadura.

Eros se acercó con el peto de la armadura para ayudarla a ponérselo, él ajustaba los cierres de las mismas, ella se ajustaba la enagua de la misma, el le colocó las botas y le ajustó la capa, a su vez Izumi se colocó los guantes protectores. “Sencillamente magnífica, es una armadura de bronce hecha para ti, no podías participar con tus armaduras sagradas, pero creo que será un gran entrenamiento, a nuestro padre le encanta todo este tipo de eventos”, comentó al tomar una manzana de la fuente de frutas que le colocaron en la mesita del desayuno en la terraza del templo, dónde esperaban a sus padres, la diosa le miró sonriendo, “si siempre ha sido así, lo que más me alegra es que mi papi se esta interesando de nuevo en vivir, ahora salió del Inframundo ese es un gran paso, siempre éramos tío y yo los que veníamos al Olimpo.” Expresó al degustar una gran fresa. Pero aún así me sigo quejando de tener que usar ese antifaz, lo veo ridículo, vaya vanidad la de Atenea, para no tener competencia, admitió a las mujeres colocándole esas horribles máscaras. Eros no pudo evitar una sonora carcajada, no en verdad cariño no te rías, nos has visto lo horribles que son con el cuento de que es para que no tengan compasión de ellas en las batallas, cuando se ha visto que en la guerra se toquen el corazón para no matar a una mujer, y eso que es peor ofensa que les vean el rostro, que verlas desnudas, es totalmente ridículo, refutó haciendo un ademán de disgusto.

Pero, mi hermosa Izumi, también tiene su lado romántico, pues la guerrera solo mostrará su rostro al hombre que realmente ama, a los demás morirán, por el único motivo de verlas sin su permiso. La joven enterneció su mirada, y en un susurro le expresó en son de broma. Me quieres decir qué estás celoso de que tus hermanos se fijen en mí, me quieran en su lecho. Eros se incorporó de su diván, ante el mordaz comentario, suspiró: Yo jamás cometería el error desconfiar de ti, Izumi, con cariño la atrajo a su pecho, el amor es confianza plena, es entregar tu vida a esa otra persona, determinó el dios del amor correspondido.

Izumi asintió sonriendo, es la forma que me has enseñado, Eros. Creo que es momento de partir, nuestros padres nos esperan.


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MensajeTema: Re: ENCUENTROS   ENCUENTROS I_icon_minitimeDom Jun 08, 2008 11:54 pm

En el coliseo ya todos los caballeros convocados se encontraban a orillas de la arena, la diosa del Sueño Eterno caminaba al lado de su prometido, con su cabello recogido en una hermosa trenza, Eros la dejó en el lugar destinado a los espectros, a los cuales ella encabezaba como su campeona. Izumi se sentó a ver el comienzo de las justas, en el balcón de Zeus, se encontraba su tío, al lado del Rey de los dioses, sus diamantes analizaron a todos los participantes, en el lado del de su familia, todavía no había sido ocupado por sus padres. El antifaz le molestaba, era realmente incomodo, de un momento a otro sintió un insistente mirada, en su costado, y fue cuando vio al caballero de Atenea, el rubio que no le quitaba la mirada de encima, ella se encontraba sentada en la arena con su brazo recostado en sobre su rodilla, un poco más allá entrenaba la joven que había salvado. Hasta que sonó el cuerno anunciando la llegada de los conmemorados, dejó su indolente posición con una sonrisa en sus labios, empezó a caminar en un elegante paso, hacia el centro del Coliseo, con suma elegancia hizo un reverencia ante el rey de los dioses, sus ojos se cruzaron cómplices, con el Fénix. Una gritería similar a la que se produjo más quince años atrás en el Coliseo, en la Fundación Kido, cuando Shun, ingresaba a la arena, se dejó desatar. “Izumi” “Te amamos” los gritos ensordecían y hacían retumbar el lugar, en actitud que era copia de la del Caballero de Andrómeda ella les ignoró y poniéndose en pie, alzó su poder al máximo dejando ver un magnífico Fénix envuelto en llamas en saludo al dios de la Guerra y al de los Muertos. Su papi la veía orgulloso, desde su palco, refugiado en los brazos del dios de la Guerra, a quién Zeus, le cedió la palabra: Quiero agradecer a todos su presencia aquí, sé que los convocaron para anunciar nuestro compromiso, aunque fue un poco tarde porque decidimos casarnos en secreto, algo que mi Padre no contaba, pero aún así celebraremos un compromiso siempre en estas justas, y es el de nuestros queridos hijos, Izumi y Eros que en el invierno contraerán nupcias.

Los diamantes de Hyoga se entrecerraron su mirada radió en odio, al ver como el dios del amor correspondido se acercaba a su hija mayor y sin ningún recato, se asía de sus labios, enfrente de la multitud, apegándola contra su cuerpo. “El muy ladino, se hacía el buen samaritano, y lo que buscaba era yacer junto a su niña” Izumi pasaba las noches en el templo de Afrodita sin la vigilancia de nadie, los aplausos, se dejaron escuchar, e Azumi, también les aplaudía con vehemencia. Ellas apenas eran unas niñas y Shun permitía entregarla a otro dios. Su mirada rodó al balcón dónde se encontraba, su delicada figura entre los brazos, de ese sinvergüenza que clase de moral le estaban mostrando a su hija, claro, lo veía común Iki amante de Zeus, el mismo Shun fue amante de Ares, durante quince años, y todo eso lo había presenciado su pequeña.

“Que den comienzo las justas” Los destinos fueron escogiendo a los guerreros, poco a poco fueron pasando, cada vez que peleaba Izumi, las contiendas eran rápidas, Hyoga seguía sus movimientos con sumo interés, esas tácticas, ataques eran los de Shun, pero era decida como Iki, dispuesta a acabar con su contendor en el primer golpe, se veía que había desarrollado el poder del Fénix, y al igual que Azumi, pero en sus esencias distintos, entonces recordó como había adquirido Iki, el cosmos, su nacimiento se debe a un espíritu de odio, clavó sus diamantes en su hija menor.

¿Azumi? Inquirió en su mente, él sabía que el poder Izumi nació del odio que sentía hacia él, pero su otra niña, siempre se mostraba amable, risueña, completamente feliz, que pudo generar que ese poder naciera en ella no lo podía descifrar. Pero cada vez que peleaba su hermana, su cosmos reaccionaba al de ella, como provocándolo, lo sentía comportarse extrañamente, y le preocupaba. Así que la tomó de la mano y se la llevo a un lugar apartado, todavía no había le tocaba su turno.

¿Hija, que sucede? Y entonces pudo percibir que su cuerpo se estremecía en sollozos, con cuidado quitó su máscara y limpió su rostro en delicados besos, y ella se abrazó a su pecho. ¿Azumi? Entre hipidos logró comunicarse: La envidió, soy una persona horrible, me hace rabiar por tener a su madre cerca, por lo que yo no pude tener. Quiero a mi madre conmigo, ¡Oh dioses! Necesito a mi mamá. Los dedos de Hyoga se enredaron en sus sedosos cabellos, besando su cabeza trataba de darle consuelo sin saber que más hacer que susurrarle a su oído: sé lo que estas pasando, yo también crecí sin mi mamá, tu abuela murió cuando yo aún era muy pequeño. Entre desgarradores sollozos que herían el alma del caballero de los hielos, tú conociste a Ita, era el calificativo de cariño con que llamaban a Natasha, sentiste sus manos acariciándote, escuchaste su voz, disfrutaste de sus besos y mimos, yo en cambio no sé ni como es su rostro, nunca la vi.

“Azumi, es tu turno” la llamaron sus compañeros de armas, pero Hyoga no quería soltarla, y ella se abrazó a su padre:”perdóname hija, yo no he podido suplir a tu madre” la voz entrecortada del caballero de los hielos llegó a sus oídos así como los gritos de sus camaradas que la convocaban al campo de batalla. Dónde le esperaba una marina de Poseidón. “No tengo nada que perdonarte, papá, su voz fue apenas un susurro y sus ojos como dos diamantes, un poco enrojecidos por el llanto, le sostuvieron la mirada, y después de besar los labios de su padre, se apartó de él, se dirigió a la arena en un paso elegante y decidido, cubriéndose de nuevo el rostro con esa máscara, ahora no soy hombre ni mujer, simplemente un guerrero sin sentimientos. Envuelta en su cosmos, convirtiendo la arena en hielo, dejaba una estela de plata, tras de sí, a cada pisada, lo que llamó la atención de Izumi, quién tomaba en este momento de un cuenco un poco de agua. Pero no sólo de ella, obtuvo atención si no también, de Hades, quién se puso en pie, analizando su cosmos, más pálido que de costumbre, sus esmeraldas de inmediato buscaron en el Palco de Zeus a su hermano, el mismo fénix, se incorporó de su asiento muy nervioso.

Las piernas de Hades flaquearon al momento que Ares le sostiene contra su cuerpo. Sí fue una niña, al igual que Izumi, y los dioses han querido que le conozcas, la que pelea ahora es tu hija menor, le susurró a su oído asiéndole de la cintura y descansó sus manos en su vientre ese es mi regalo de bodas.

¿Areios, tú sabías esto? Inquirió con su voz temblorosa, mientras que los labios del dios de la Guerra asaltaban su cuello, Hades se mantenía firmemente sujeto de la baranda del balcón, sus esmeraldas recorrieron la arena hasta encontrarse con unos hielos, que le veían dolido, las cosas entraron en su mente, demasiado rápido para asimilarlas bien, sus gemas reclamaban en silencio al caballero de los hielos, los diamantes solo estudiaban todas sus reacciones y una leve sonrisa curvó sus labios, “al fin puedes ver a tu niña, ella te ha reconocido, yo jamás podré igualarme a ti, Shun”, le hablaba a su mente, “ella te añora, a pesar de que le he brindado todo mi amor, desea estar contigo”

Las lágrimas cálidas empezaron a brotar negándose a seguir observando lo que el destino le quitó, su furia y dolor se remontaron, sus esmeraldas le vieron sonreír y luego se posaron en su hija, su corazón se empezó a debilitar, el dolor fue lacerante, el la había tocado sin saber que era su pequeña, y su hermana le había ayudado como es posible que se ensañaran así con él, desvío su mirada hacia Zeus, quién alzó su copa, e incorporándose se abrazó a su hermano mayor, cuanto más sufrimiento tendrían que pasar, cuántas más humillaciones, despego su vista del balcón principal para clavarla en su niña, y ella empezaba a congelar la arena, junto con las piernas de contendiente.

Todo pasó en cámara lenta, antes sus ojos, sostenido por los fuertes brazos de su esposo, vio a su pequeña Izumi, con su vista clavada en su hermana menor, las determinó bien a las dos el color de sus cabellos eran idénticos, pero Izumi era más alta, y delgada, su cuerpo refinado como el suyo acostumbrada a los cuidados y la suntuosidad del mundo de los dioses, pero aún así una guerrera genial, fría, calculadora, sin piedad para sus enemigos, él mismo había formado ese carácter en ella, jamás se dejaría avasallar por nadie. De lo que pudo deducir de su otra hija era más sentimental, perceptiva, por lo que veía en la pelea dudaba en acabar a sus oponentes ¿Azumi? Susurró su nombre por primera vez, ahora su bebé arrebatado tenía una forma que podía distinguir, su respiración se paralizó, el sufrimiento carcomió su alma ya no tenía fuerzas para mantenerse en pie, el dolor fue más profundo.

Apenas se mantenía consciente, y sus gemas pudieron leer claramente los labios de su ex esposo “ahora estamos a mano” al mismo momento que el guerrero marino incitaba a su otra hija a pelear “¿Qué esperas una invitación para atacarme caballero femenino de Atenea? Recibe el ataque de las seis bestias de Escila, pero cuando quiso moverse se vio paralizado con terror, sus piernas estaban insensibles. “No me gusta, las peleas cuerpo a cuerpo, prefiero acabar con mis enemigos utilizando mi poder” le explicó con su suave voz, estaba furiosa, molesta y ni siquiera sabía porque, le fastidiaba la mirada de la diosa que le ayudó la vez pasada, no tenía una razón consistente, pero desde que conoció a sus padres de cerca, sintió esa gran molestia hacia ella.

“Azumi”, se interesó en las artes de esa joven, “así que después de todo no es están indefensa” pensó y se extrañó de la inquietud de su papi ante ella, podía sentir claramente, su perturbación. Elevó sus ojos al aposento de sus padres y suspiró no entendiendo. Al mismo momento que la joven ateniense levantaba su mano en señal de victoria:”te perdono la vida, mi interés no es matarte, cuando se dio por terminada la contienda dirigió su vista al Palco de Ares, y suspiró:”Shun ¿cuánto desearías que me estrecharás en tus brazos, madre?”

Se volvió hacia su lugar de nuevo, necesitaba a su papá, pasó al lado de Izumi sin determinarla no estaba de humor para dirigirle la palabra, y fue cuando la diosa la felicitó con una sonrisa en sus labios “lo has hecho bien” y la menor volvió su cara hacia ella: me parece ridículo que tengamos que pelear para celebrar el compromiso de una caprichosa como tu, no somos animales, entiendes, pero que va saber una diosa. Aún más un compromiso, para una… le expresó de manera altanera y mejor no terminó su frase, y se dio la vuelta para continuar dando por terminado lo que tenía que decir.

Los diamantes de Izumi empezaron a tomar un brillo peligroso y sus cabellos se empezaron a tornar en un dorado intenso típico de su grado de diosa del Sueño Eterno “¿Cómo te atreves? Le refutó asiéndola del brazo, “de mi no sabes nada, pequeña caballero femenino, no vengas con esas tonterías. La representante del santuario, se soltó violentamente del agarre: “no me toques, aunque seas una diosa, eres una… se acalló de nuevo y se giró otra vez ¿Una qué? Inquirió enfureciéndose, eso le pasaba por ser amable con una humana; dilo ya, no seas cobarde, los espectros y los caballeros de los demás santuarios las empezaron a rodear curiosos ese enfrentamiento.

No te gustaría saber mi opinión, siseó envolviéndose en su poder. Hyoga rompió las filas de curiosos con su alma en vilo, asiendo de sus hombros a su hija ¿Azumi? Inquirió sin saber el porque de su actitud. Ahora sí, la furia de Izumi se desató, sus cabellos se transformaron en hebras de oro, expresando su poder de diosa, caminó hacia ellos en aptitud desafiante y con una extraña sonrisa en sus labios: ¿Una qué? Repitió, y un brillante destelló los hizo separarse en medio de los tres apareció Hades, abrazando a Izumi contra su pecho, aún retenida por su papi, le gritó enardecida “Dilo una que… no seas cobarde, explícalo.

Eres una sometida, te crees mejor que los demás, porque tienes la atención de todos sobre ti, las palabras de su hija hicieron temblar a Hyoga, y trató de llevársela de allí, y además disfrutas de ello, le soltó con saña. Shun sorprendido por las palabras de su otra hija, se volvió hacia ellos, sus gemas mostraban un gran dolor y furia, clavándose en los dos: Caballero no tienes derecho a juzgar a Izumi, nunca me oyeron, no se los permitiré, sus palabras salieron entrecortadas y el dolor del enfrentamiento de sus hijas se dejó notar en gruesas lágrimas que rodaron por su faz. “Creí que eras una persona mejor, pero veo que has heredado, la misma ligereza de la lengua de Hyoga” se dijo en su mente, pero sus labios no dejaron salir más palabras, más que su cosmos emitió su profunda dolencia.

Ahora si, date por muerta, caballero femenino, el pecado que has cometido jamás será perdonado, no importa que me hayas insultado, ni lo que digas de mí, pero que hayas hecho llorar a mi papi, jamás será absuelto por mi, Gran Zeus, permite cambiar las reglas del juego, ella me enfrentará a muerte en este momento.


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MensajeTema: Re: ENCUENTROS   ENCUENTROS I_icon_minitimeDom Jun 08, 2008 11:56 pm

Sea concedido lo que has pedido, diosa del Sueño Eterno. Izumi, te lo suplico, no lo hagas, Hades, la abrazó contra sí tratando de calmarla. Zeus, para esto te lo imploro. La angustia se hizo presente, en un doloroso latido en su corazón, y Ares le retuvo en sus brazos, déjala que se desahoguen, sabes que Izumi, no la matará, le susurró en su oído al momento que lo apartaba de su hija.

Hyoga también deseaba evitar el enfrentamiento y se abalanzó sobre su otra hija postrándose frente a ella: te lo suplico ten piedad de ella, esta molesta porque no tiene a su madre cerca, y al verte con tu papi ha sentido celos, y ha dicho cosas que no tienen sentido.
Padre, no necesito que abogues por mi, le expresó avergonzada de ver al orgulloso Cisne de Atenea en esa actitud suplicante. Una vez te dije, que había protegido a tu hija, pero que si me enfrentaba no tendría piedad de ella en el campo de batalla, así que no pidas lo que no te puedo dar, y en un revés de su mano ambas se encontraron en la arena.

No sé lo que pasa por tu cabeza, pequeña Azumi, pero nunca me ha gustado lastimar a las criaturas, así que peleare bajo tus condiciones, disminuyendo mi poder a tu nivel, es lo único que puedo conceder al ruego de tu padre, y la mediación mi papi, y es más por él que por nadie más, de mi nunca saldrá nada que lo ponga triste, no quiero aumentar sus sufrimientos.

Extendiendo su mano, empezó a esparcir su energía en el lugar, vienes de Siberia verdad, dicen que ese lugar, la nieve es tan filosa como los diamantes mismos, y que son condiciones extremamente duras, de frío eterno, creo que en mi hogar hay un lugar parecido, tu padre debe saber de él, se llama Cocitos, el río congelado, dónde van a parar los que han cometido blasfemia contra los dioses. Siente el frío del Cocitos en tu piel, sorpresa amiga, también puedo utilizar el cosmos de hielo, me he entrenado en Asgard, bajo las instrucciones del mismo Odín.

¡Vamos, no me digas que ya no hablas, esta bien dame el mejor de tus golpes, guerrera del hielo eterno!, Azumi la veía, en silencio, sentía unas ganas irracionales de acabar con ella, analizando sus sentimientos, ella nunca había sido así, sentía celos de que su padre, se fijará en ella, podía distinguir claramente que esa diosa, llamó la atención de Hyoga, pero si podía tener su edad, nadie ocuparía el lugar de su madre.

El corazón de Shun se estrujaba, y sollozaba en los brazos de Ares, el dios de la Guerra, le trataba de calmar en vano, la impotencia de saber que no podía intervenir, sin el permiso de Zeus, le sofocaba, por otro lado, estaba la escena de un desesperado Hyoga, que le rogaba a gritos a su propia hija, la diosa del Sueño Eterno que mantuviera la cordura y suplicaba piedad para Azumi, y apresado por los caballeros divinos del Olimpo, totalmente inmovilizado y sometido, para luego hablar en ruso a la menor, indicándole que se disculpará. El coliseo se silenció. Eros se acercó a la arena y en silencio observaba como se desarrollaban los hechos.

Pero aún si es justo, que vea el rostro de la persona que me odia tanto como para insultarme, sin conocerme, expresó en una voz firme, manteniendo una postura tranquila, con sus brazos cruzados y sus párpados bajos estudiando el alma de su contendiente, y pudo percibir celos hacia su persona, y un dolor profundo en el corazón de esa joven, y algo curiosa abandonó su porte y lentamente llevó su mano al antifaz, abrió sus ojos y expresó de manera despreocupada: “en verdad me repugna pelear con esta máscara, eso si es una verdadera humillación y siento que el valor de un guerrero no esta en su sexo, edad o estatus, porque te reconozco como una guerrera digna de enfrentarte a mi te muestro mi rostro”, y se descubrió el rostro, las piernas de Azumi flaquearon quedando de rodillas ante la diosa, quedó paralizada, ante la visión era su propio rostro el que tenía al frente.

¡No puede ser! Fue su grito lleno de furia y se vio rodeada de una gran tormenta de nieve, esto es una broma verdad, como te atreves a usar mi rostro y se puso en pie, deshaciéndose de su máscara, le lanzó a Izumi, el poder del Fénix de hielo, pero cuando la diosa iba a contestar para defenderse un destello la cegó y se sintió rodeada por unos brazos conocidos, así como el salto de una cantidad de sangre en su rostro. El gritó desgarrador llegó a sus oídos: ¡Shun!

Azumi retrocedió, vio como su padre se liberaba de sus guardianes, y se lanzaba sobre el dios de los muertos, con sus ojos cargados de lágrimas y gritando el nombre su madre, y como el dios de la guerra, le apartaba con su rostro desencajado del miedo, lo tomaba en sus brazos y desaparecía, con él, Izumi permanecía en pie, paralizada, posaba su mirada en el caballero del Cisne arrodillado frente a ella, Hyoga levantó sus diamantes al rostro de la diosa que estaba manchado de sangre, extendiendo su mano, a su hija mayor: “hija” le susurró, la diosa retrocedió, clavó sus gemas en su hermana, y en su padre. “El destino, se ensañó con nosotros, porque sigues lastimando a mi papi, no te bastó con acabarlo poco a poco. Ahora comprendo Azumi, tú me odias, porque soy tu hermana, y odias a mi papi, también. Pero lo lamento no te ayudaré a morir, ni siquiera vale pena que me manche con su sangre, y fue cuando Eros le abrazó contra sí, y se desvaneció con ella.

Azumi, permaneció en el centro de la arena sentada en ella con sus ojos perdidos en la nada, y poco a poco, desvió su mirada a su padre, “me mentiste” le siseó lentamente, levanté mis puños contra mi sangre, se sonría histérica, enloquecida, mi madre no pudo soportar que yo… ambos jugaron conmigo, los dos, los detestó. Cuando se vio rodeada por los caballeros divinos bajo las órdenes de Zeus, Azumi de Siberia, quedas bajo arresto y hasta que el señor Ares disponga de tu destino, ella se incorporó asintiendo, y el caballero del cisne, se puso en pie completamente descompuesto, yo recibiré cualquier castigo, que éste dispuesto para ella, llevadme a mí.

No será necesario, Cisne, la voz de Eros, se dejó escuchar, el señor Hades, les ha dado su libertad, os podéis marchar. Pero antes, quiere hablar con su hija.


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MensajeTema: Re: ENCUENTROS   ENCUENTROS I_icon_minitimeDom Jun 08, 2008 11:59 pm

Capítulo 4: La Verdad sobre la liberación de los santos dorados

“Tu eres mi perdición, mi destrucción.” SN


El dios del amor correspondido, se acercó a ellos, con su mirada seria, apoyó su mano en el hombro de Azumi, y con su vista ordenó a los caballeros divinos soltarla, suspiró al acariciar su mejilla, cargada de lágrimas: Hades se ha consumido poco a poco al no tenerte a su lado, pequeña niña. “No ha pasado un solo día que no añorara tu presencia.”

Las palabras de ese dios calaron en su alma profundamente, sus diamantes desolados buscaron los ojos violetas del dios, no había odio hacia ella, sintió la mano de su padre posarse en su hombro, y fue cuando la amargura de su espíritu, brotó en calidas lágrimas y en un desgarrador grito desde el fondo de su alma, así como su presencia brotó cubriendo el lugar y se abandonó en el refugio de su padre, temblando del enorme sufrimiento que la desbordaba. Hyoga sintió una punzada en su corazón que le hizo retener su respiración y solo atinó a sostenerla fuerte contra él. Sus sentidos se llenaron con el aroma de su bebé, ahora temía que Shun se la quitará, y estaba en todo su derecho, el mismo se la había ofrecido cuando era un bebé, pero que sería de su vida sin su pequeña traviesa, besó su frente, con esos pensamientos en su cabeza, y le susurró: “tu madre te espera, Azumi, perdóname por no haberte dicho que Shun estaba vivo.”

“Azumi, ninguno de los dos podía decirte nada, Shun apenas hoy conoce que eres su hija, ese fue el precio por la liberación de los santos dorados, de su castigo por la blasfemia cometida a los dioses, tu papi, tío y hermana, han pagado el precio de esa liberación por quince años.”

Azumi, tu hermana mayor y tu son gemelas, dos almas que nacieron juntas, concebidas en el vigor de dos corazones que se amaron profundamente, Izumi nunca te repudiará, su corazón es lleno de bondad, aunque su actitud fría te confunda, el Olimpo no es un lugar para mostrarte débil. ¿Entiendes? Aunque esa cantidad de dioses, anden tras ella, no es una ninguna lisonjera, empero mi padre, puso un reto para protegerla solo el que le venciera en combate, podría dominarla, el inconveniente es que ella se entrenó para nunca ser vencida por ningún dios, no la juzgues tan duro, ella ha sufrido mucho, todo este tiempo.

Eros les guío al templo de Ares, Hyoga caminaba al lado de su pequeña abrazándola, ambos nerviosos de pasar ante la mirada y los murmullos de los habitantes del Olimpo, pronto llegaron a los atrios del templo, los diamantes de Azumi, se detuvieron en la suntuosa estructura del templo del hijo mayor de Zeus, sus monumentales columnas, que sostenían aquella hermosa cúpula labrada en oro y plata, los mármoles pulidos de las estatuas de la gloria del dios de la Guerra, por aquí está él, no tengan miedo, están bajo mi protección, les indicó para darles valor, mi padre, sabe de su llegada, y la ha permitido, porque es el deseo de Hades.

Sus pisadas sonaban en eco en ese silencioso lugar, las paredes enchapadas en oro, mostraban las hazañas del indomable dios de la guerra, habían oído que Ares dormía en una cama hecha con la piel de los humanos, aún así el Cisne no podía comprender que el amoroso de Shun, pudiera convivir con ese sanguinario dios, sin embargo no sentía el terror de ese cosmos maligno que ellos suponían poseía Ares. Sólo uno podrá pasar y mi padre saldrá para cederle lugar. Azumi, por favor, sígueme, le sugirió Eros extendiendo su mano para que la tomará la joven dudó en hacerlo no quería separarse de su padre.

¡Vamos, tu papi, te espera! Las suaves palabras de Hyoga infundiéndole valor resonaron en sus oídos, besando su rostro, tomó su mano y la colocó en la palma del hijo de Ares.

La puerta cedió ante su presencia y ambos se perdieron de su vista al cerrarse la misma tras ellos, Azumi nerviosa pegó un pequeño brincó cuando la cerradura traqueo tras ella, y su mano fue apretada cariñosamente brindándole su apoyo, ante ella se extendía una hermosa sala adornada de elegantes cortinajes corintos, con ribetes de oro, el sonido de una fuente, refrescaba el lugar y el exquisito olor a mirra se expandía en el ambiente, se veía un lugar muy acogedor nada que ver con la imagen que su mente se formaba, salas de tortura y pieles humanas desolladas, era todo lo contrario, pasaron aquel hermoso lugar hasta que después de un hermoso jardín interno se encontraba la habitación principal, allí entraron, posteriormente de pedir permiso, en el hermoso lecho adornados con doseles dorados se encontraba Hades recostado con Izumi a su lado, su hombro derecho estaba vendado, y Ares se encontraba en el sillón junto a la cama, como meditando con sus ojos cerrados.

Ella suspiró ante lo calmado de la escena, y bajó su rostro avergonzada, de todo lo que había dicho de su hermana mayor, mordió sus labios en señal de no saber que hacer, ni que decir, simplemente sentía que no encajaba, deseo sentir esa mano que jugaba con los cabellos de Izumi, pero se quedó estática en su lugar, con su rostro clavado en el reluciente piso. Eros tiró de su mano suavemente, “vamos querida hermana, tu otra familia te espera, no castigues más Hades sin tu presencia, deja que sienta tu piel, tu aroma, lo que le ha sido negado durante tanto tiempo”.

La voz de Eros rompió el encanto de esa escena ahora los ojos de todos estaban en ella, en ese momento era incapaz de mover un solo músculo, sentía la intensidad de unas esmeraldas que la estudiaban, no tenía el valor de levantar su vista, su mano fue suavemente tirada por su cuñado, pero no la pudo movilizar de su postura, de un momento a otro sin saber como se sintió alzada en brazos y vio al mismo Ares, que la cargaba hasta el lecho dónde se encontraba esa persona que la anhelaba profundamente. Sus diamantes se clavaron en el semblante del temible dios de la guerra, y encontró aquel amable rostro de esa mañana. Trató de hablar pero sus palabras no salieron de sus labios y después de un candoroso beso en su frente, la depositó al lado de Hades, y tanto Eros como su padre abandonaron la habitación.

Azumi, la dulce voz de Hades, la convocó amorosamente, y ella no se atrevió a mover un solo músculo de su cuerpo, sollozó al sentir su mano en su mejilla, era tan cálida y suave, como lo había imaginado, el aroma de su madre, se asió a esa extensión como si su vida dependiera de ello, con su cuerpo temblando de emoción, “mamá” gimoteo varias veces, Izumi se incorporó, del refugio del hombro de su más preciado tesoro, ayudando a su papi a levantarse sostenido en sus brazos. ¡Oh, por los dioses! Mi dulce bebé, ven a mis brazos, ayúdame a borrar el dolor de no poderte tener en mis brazos, calma la llaga que hay en mi alma de la desolación de no ver tus primeros pasos, resucita mi espíritu partido en dos ante la asolación de mis entrañas, de esta horrible separación, perdona a tu hermana y a mí, por no poder buscarte. La acercó a su pecho al momento que ella temblaba al sonido de la vibración de sus palabras, cargadas de lágrimas, en verdad, su hermana tenía razón era una verdadera blasfemia el hacer llorar aquel hermoso ser de luz, no pudo emitir ninguna palabra, tan solo el llanto ahogado con su pecho, su aroma inundó sus sentidos.

En una serie de pequeños besos grabó su piel y cosmos, en su alma, así como Izumi, la abrazó asiéndose de su espalda y descansando su cabeza, en ella escuchó el latido del corazón de su hermana. “Azumi, no me odies, pero mi única felicidad ha sido mi papi y mi tío, ellos han sido mi mundo, mi fuerza, lo único que en esta eternidad que me tocará vivir, ha sido mi tranquilidad, yo debería envidiar tu libertad, la amistad sincera de tus compañeros, en este mundo, no te puedes descuidar, es poca la franqueza que encontrarás.”

Las Parcas han decidido que tienes libertad, nosotros cumplimos el castigo de los caballeros dorados con nuestra propia vida inmortal, el monolito en que sus almas estaban presas, nos ha alcanzado, él único bálsamo a este dolor, ha sido nuestro amor. Yo podía sentir en el espacio un cosmos similar al mío, nunca supe porque hasta el día de hoy, mi papi me ha explicado el porque de su silencio y yo lo respeto, y eres parte mi alma y por eso te amo hermana adorada.

Izumi, ayudó a su papi a descansar reposando contra los almohadones, y en su pecho descansó Azumi quién después de desahogar su pena se quedó dormida en los brazos del dios de los muertos, a su vez los delicados dedos de Shun acariciaba sus cabellos corto, su textura igual a la Izumi, era un poco más pequeña de la mayor sus manos muy similares, sus dedos no eran largos como los de su otra nena, la nariz era la de Hyoga, eran diminutas diferencias, pero a los ojos de los demás eran idénticas tan solo por la diferencia en el largo de sus cabellos, hablando de ellos, los de Azumi eran más claros que los de Izumi, suspiró pensando en el regalo que le había dado su esposo, sin pasar por alto su comprensión, esta noche Ares, pasaría la noche en otra de las habitaciones del templo, dándole el espacio necesario para que se conocieran, suspiró disfrutando esos momentos tan ansiados.

Hyoga esperaba en una de las alas del templo, apenas iluminadas por la luz parpadeante de las antorchas, permanecía con sus ojos cerrados, transido de dolor, de miedo, que no le dejaba pensar que hacer ni que decir, la mirada dolida de Izumi, le asesinó recordó todas las palabras de odio de su hija, ahora el ya tenía un rostro ante sus ojos, y ella no pudo cumplir su amenaza, tan sólo lo llamó no digno ni de derramar su sangre, y la queja desgarradora de Azumi me mentiste, apenas si se podía mantener en pie, solo sostenido por la ansia de que le devolvieran a Azumi y que Shun le permitiera conversar con él, sus cavilaciones fueron suspendidas en el momento de escuchar unas pisadas dirigiéndose a hacia su localización, alzó su vista y pudo observar que su diosa se acercaba en un paso ligero, bastante apresurada.


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MensajeTema: Re: ENCUENTROS   ENCUENTROS I_icon_minitimeLun Jun 09, 2008 12:00 am

¿Hyoga? Se sorprendió de verlo en los recintos del dios de la Guerra, yo lo lamento amigo, Azumi no debió enterarse de ese modo tan cruel, las palabras de una abatida Atenea, llegaron a su oído, ¿Qué has sabido? Le inquirió abrazándolo contra sí delicadamente. Hyoga negó con su cabeza, dejándose llevar por ese consuelo que tanto necesitaba. Entiendo, mi hermano, esta con ellos. Sí, apenas audible su respuesta, dejó notar no estaba en buenas condiciones: Shun respetará su palabra, mañana Azumi y tú partirán para Siberia, sé que para tu hija será difícil, pero es lo mejor.

¿Cómo que lo mejor? ¿Es que ya olvidó a su hija? Porque yo no he olvidado a Izumi, ni a él, a mi me mandó al olvido sé que me lo merezco que lo hice no tiene nombre.

Los has calificado bien, caballero divino, ambos se volvieron hacia el dueño de esa voz, era el mismo Ares en persona, no tienes idea del precio que se pagará por tus palabras, pero lo justo es que conozcas el alcance de la sentencia dictada por tu lengua, que yo mismo he deseado estos quince años, que nunca las hubieras pronunciado, que aunque fuera lejos de mi, Hades estuviera bien y feliz. No siendo consumido por la blasfemia de los caballeros dorados, tan sólo tenías que confiar en él, tan difícil era caballero ateniense, el haber honrado al amor verdadero, dijera lo que me dijesen yo creería en Shun, es un alma pura que sería capaz de engañar a nadie.

¿Ares? Sus diamantes asolados se clavaron el hijo de Zeus, “los días de Hades sobre la tierra están por terminar, la luz del señor del Inframundo se apaga lentamente” las palabras del dios de la Guerra penetraban en su alma como un potente veneno, sus piernas perdían la fuerza, el caballero divino no entendía ni una sola palabra, no sus oídos no deseaban oír la verdad, apenas si Atenea le pudo mantener en pie. ¡Por nuestro padre, hermano calla!

Que calle me dices, este miserable humano debe saber lo que le causó a un dios, empujando a su hermana se abalanza a tomarlo del cuello levantándolo hasta su altura, le pegó contra la pared, sus ojos como ríos de sangre, mostraba su furia, tan solo tenías que amarlo más que a nada, tan solo eso, crees que soy feliz viéndole apagarse lentamente. La potente mano del dios de la guerra se atenazó en su garganta asfixiándolo, sin embargo no se defendió deseó morir en sus manos, “que Shun estaba muriendo” “que él era el culpable”. Escucha con atención, le gritó golpeándolo contra la pared, una y otra vez. Ignorando que Atenea se le guindaba de su brazo tratando de salvar a su caballero.

“Hades, ofreció su vida inmortal, para salvar a los caballeros dorados” entiendes lo que quiero decir: el alma de Hades ocupará el lugar de los caballeros dorados, encerrado en ese monumento, por lo menos dos mil años, y su cuerpo volverá a reposar, sin estar vivo o muerto en ese ataúd en el Eliseo, solo esperan a que Izumi, pueda hacer cargo del Inframundo en su lugar. Siseó enfurecido.

Los diamantes de Hyoga perforaron esos rubíes, trató de hablar pero los dedos de Ares apretaron más fuerte su traquea. No intentes abrir esa maldita boca tuya, hasta que lo soltó, y su cuerpo cayó como un muñeco desfallecido, y Atenea se lanzó sobre él cubriéndole: “Hermano te lo ruego, no lo lastimes”. El ha pagado su pecado, con la soledad y el sufrimiento de haber perdido lo que más amaba.

“Lo qué más amaba, no me hagas reír, luchó por Shun, no lo hizo, tuvo ocho meses, para reconsiderarlo, pero tenía derecho, para hacerlo, el gran cisne de Atenea” se puso a la altura de los dos y siseo: “Yo haré hasta lo imposible por lograr el milagro para que Hades, nunca tenga que ver la oscuridad y el vacío por dos milenios, entiendes eso es lo que llamo amor” Los diamantes de Hyoga se dilataron antes las declaraciones de ese bélico dios, su mano trémula se agarró de su brazo, aún no podía hablar, su garganta estaba demasiado lastimada para lograr esa hazaña, apenas pudo balbucear, se sonrió con cinismo, quieres saber porque, pues la verdad, es que le amo, simplemente eso, no importa mi vida eterna sin él.

Los rubíes se entrecerraron y vio el cabello dorado de su hijo cubriéndoles, “papá, no podemos perder tiempo en insignificancias, tenemos una meta primordial que es salvar a Shun”. Inspiró profundamente calmándose, en el instante que el mensajero de los dioses, hace aparición en su templo en un destello plateado. ¿Hermes? Se sorprendió de ver al enviado de su padre en su templo.

Tengo un mensaje para la diosa del Sueño Eterno, el omnipotente dios Zeus, reclama su presencia en su templo. El dios de la guerra entornó sus rubíes a su hermano. ¿Y ahora que hizo mi hija? Reclamó molesto. El corazón de Eros dio un vuelco horrible en su pecho, el cisne alzó su vista hacia los dioses, a su vez un destello dorado, les deslumbró, ante ellos Izumi apareció en su presencia de diosa, con sus cabellos dorados, e iluminada en su poder.

Izumi de Hades, diosa del Sueño Eterno, que deseas de mi mensajero de los dioses, debes presentarte de inmediato al templo principal. La diosa asintió y se encaminó hacia ese lugar sin mediar palabra, pero Ares, la detuvo, posando su mano en su hombro sus ojos se hablaron en silencio, “padre” susurró suavemente, para luego confirmar abriendo y cerrando sus ojos, asió su mano con la suya, “papi, hizo una buena elección contigo” sus palabras fue bálsamo para el alma inquieta del dios de la guerra.

Izumi yo te escoltaré, Eros la abrazo contra sí, y los tres dioses desaparecieron, Ares y Atenea se volvieron a ver, y ella suspiró, Hyoga, se incorporó deteniendo al dios de la guerra. ¿Que sucede? La angustia se hizo presa de su alma, simplemente que la diosa del Sueño Eterno, arreglara todo para puedan salir sin problemas del Olimpo y sin más empezó a dar pasos desvaneciéndose en una bruma roja.

En el templo de Zeus, Eros guiaba a su prometida al frente de Zeus, quién estaba sentado en su trono en actitud imponente, su tío Iki no se veía cerca, por lo que supo que había calmado la furia del Rey de los dioses como tantas veces, se sintió humillada, sin embargo se postró sumisa ante él. Izumi, no podemos aceptar la blasfemia de ningún modo, ¿Porque no has acabado con la guerrera de Atenea?

Alzó su vista para poderse expresar, fueron los deseos de mi papi, él fue el ofendido, además es mi hermana biológica, nunca alzaré mis puños hacia mi sangre, determinó suavemente. La justicia de los dioses clama por sangre, y esta tarde se ha derramado la sangre de Hades, en la arena, así que debe ser recompensada de alguna manera. Izumi inundó de aire sus pulmones para soltarlo suavemente, “la decisión del Inframundo, es que aceptaremos el castigo de la guerrera Azumi, como nuestro. Se que el control de los dioses sobre los humanos no puede ser violado, por eso yo…

Yo tomó el castigo de Azumi en mi cuerpo, abuelo. Eros intervino poniéndose en pie, y el Rey de los dioses. Izumi alzó su vista a su prometido, y le vio completamente aterrada.

Sueño Eterno, suelta a las furias, del lugar donde se encuentran y convócalas aquí. Pero señor, su voz tembló, incorporándose rodeó con sus brazos a su prometido “Eros” sollozó su nombre escondiendo su rostro en su pecho, se asió fuertemente a él. “Piedad, tío” Las manos cálidas del mayor le tomaron el rostro suavemente: “haz lo que te pide, amor” le ordenó firmemente, y capturó sus labios en un amoroso beso, prefiero ser yo que tu. Por favor, amor, obedece, esta bien, en consuelo acariciaba su rostro suavemente. Criaturas, ejecutoras de los castigos de los dioses, dejad de torturar las almas de los criminales y patricidas, venid al llamado del padre de los dioses, a ejecutad su voluntad contra el hijo de Ares.

Las Erinias aparecieron con sus horrorosos látigos, aquellas horripilantes diosas sitiaron al dios del amor correspondido, pero Izumi no se quería separar de él, las extensiones golpeaban contra la superficie de mármol, ansiosas esperaban la orden de su rey, la diosa del Sueño Eterno, se aferró a su cuerpo con firmeza, no había manera de soltarla, así que Eros se arrodilló junto con ella la cubrió con su cuerpo, mientras que en una lluvia despiadada de sus azotes le destrozaban su espalda, mordiendo sus labios, trataba de no emitir quejas para que su niña no sufriera más.

¡Basta, piedad! Sollozaba desgarradoramente Izumi, al ver como Eros se estremecía con cada golpe que le asestaba, su comos empezaba a disminuir y a perder la conciencia, en sus brazos, sus ropajes blancos empezaban a tornarse carmesí.

Zeus, detén esto o te juró que jamás te permitiré volver a estar entre mis piernas, el gritó enfurecido del Fénix, resonó entre los latigazos. A su vez que desató el altísimo fénix, golpeando a las furias directamente, quienes cayeron a su alrededor, y sus zafiros las desafiaron a levantarse.

Me entregado a ti para que Izumi, nunca fuera lastimada, si no fuera por Eros, has roto tu promesa. Ahora me defenderé, y te juró que jamás volveré a estar en tu lecho, sostuvo a Eros contra su pecho, su espalda estaba destrozada, sus cabellos dorados manchados en su propia sangre, aún aferraba firmemente a su amada entre sus brazos, aún así inconsciente gimió al ser movido.

Zeus, se incorporó caminando hacia ellos, con un elegante paso, su alta figura, y cabellos de bronce, relucían, envuelto, en su poder, se inclinó hasta tomar el rostro del Fénix con su mano, y le susurró: Tú te entregaste por Izumi, nunca por Azumi, tu sobrina se entregó en lugar de su hermana, quién alzó su puño con su progenitor, algo que tu fuiste testigo, sabes que el castigo para ese crimen es ejecutado por las Furias. Así que no he faltado a mi promesa, mi bello Fénix., delineó suavemente sus labios, abriéndolos, no creas que permitiré que abandones mi lecho, y acalló la queja del caballero divino con su boca profundizando la de su amante, al rato rompió el beso, y rozando su frente cariñosamente: “lo que me pidas te lo daré siempre, nadie tocará nunca a ninguna de tus sobrinas, Azumi, podrá irse en paz, te espero en mi lecho esta noche”. Fénix asintió, sin pronunciar palabras, cargó en sus brazos al dios del amor correspondido hasta el templo de Afrodita.

Algunas horas más tarde, Azumi lentamente se removió, llegando a sus sentidos, ese hermoso aroma, el sonido acompasado de su corazón, y el suave masaje de sus caricias en su cabello, se incorporó un poco a poco sonriendo feliz, se volvió hasta quedar su rostro frente a Shun, acarició su tez suavemente, “mamá” susurró, “mama querida”, Shun se sonrió amorosamente, besando su nariz. La contempló sin pronunciar palabra, dejó que fuera ella la que le hablará, y en su mente se decía: “mama” vaya, seguro Hyoga le dijo que era una mujer, suspiró al sentirla abrazarse a su cuello ocultando su rostro, en ese aromático cabello. “Es el olor que me imagine toda mi vida, y desee aspirar, la suavidad de tu piel, el calor que despide tu cuerpo tan distinto al frío Siberia, suspiró besando su cuello, tus cabellos son sedosos, tal como si fueran ébanos, con el brillo de la noche misma llena de estrellas, tus ojos son fascinantes dos esmeraldas, delineó su ceja, se iluminó al ver como parpadeaba, “eres real verdad, no es un sueño, estas a mi lado, mamá.”

Sabes, que eres mi vida, ambas son un pedazo de mi alma, aunque hayamos estado separados durante 15 años, para mi han sido una eternidad, pero Siberia es tu hogar, no podrás ir al Inframundo hasta que tu vida mortal acabe, de acuerdo a tus acciones en este fugaz trance, vendrás a mi reino, por el momento alegra el corazón de tu padre, yo sabía no podía quedarme con él y su vida era pasajera, en cambio, Ares es la eternidad, mi estabilidad. Tampoco Azumi desees la inmortalidad, los dioses han atacado a los humanos, por su mortalidad, la envidian, cuando su vida acaba, termina su amargura y nosotros somos los encargados, de darles esa paz eterna.


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MensajeTema: Re: ENCUENTROS   ENCUENTROS I_icon_minitimeLun Jun 09, 2008 12:03 am

Pero para los inmortales el sufrimiento y felicidad es eterna, no hay bálsamo que acabe con su dolor, es como la leyenda de Prometeo, la conoces, bueno, sabes que su padecimiento nunca acababa era torturado eternamente, recuerda, que mientras veas el firmamento verás la constelación de Andrómeda, mi estrella guardiana, perpetúa entonces el rostro de tu otro papi, y más allá estará su gran vigilante la del Fénix. Vive tranquilamente la paz de la tierra, que costó sangre y muchos sacrificios, aunque pasará dos mil años nunca me arrepentiré de mi decisión.

Ya casi es de madrugada y es la hora de que partan de este lugar, sé valiente y decidida, nunca flaquees. Ve siempre hacia delante. Se incorporó con dificultad a causa de su herida, y asiéndola de la mano, se deslizó de su lecho, descalzo, se encaminó hacia las fueras de su habitación, sentía la presencia de Atenea y de Hyoga del otro lado de la gran puerta, las mismas se abrieron de inmediato a su presencia.

En la oscuridad de ese salón externo apenas matizado por los reflejos dorados y rojizos de las llamas, la hora se había acercado, ambos se encontraron de frente con la diosa y con su caballero. Ahora sí Hyoga, tuvo una visión de Shun de cerca, en los días anteriores no contó con ese privilegio, no había envejecido ni un día tenía su misma apariencia de hace quince años, parecía de la misma edad de su hija, se admiró determinando todas sus fisonomías: sus cabellos ahora más largos, recogidos en una cinta que formaba una media coleta, su rostro más pálido que nunca, le daba una apariencia más etérea, que la de antaño, sus esmeraldas resplandecían enmarcadas en esas crespas pestañas, su fina figura como engalanada en esa túnica de seda color aguamarina, en su hombro desnudo se observaba el vendaje realizado por Ares.

Mentalmente se analizó a sí mismo, su cuerpo cambió un poco su piel se veía más madura, algunas mechas plateadas, se intercalaban con las doradas, retuvo la respiración y se sonrió nervioso ante la mirada de escrutinio de su eterno amor, que le devolvió su sonrisa sincera: has madurado Cisne. Y éste asintió sonrojado. ¡Shun! Yo… se acalló cuando caminó hacia él en su elegante paso y colocó sus suaves dedos en sus labios. No digas nada, le susurró.

Las esmeraldas de Shun estudiaron todas sus reacciones, sus hielos se derretían en deseo, con ese simple contacto, todo su ser se estremeció, observó la marca rojiza en su cuello que le indicaba un fuerte agarre en esa zona, dirigió sus dedos hacia la misma y contemplo que con esa simple caricia, sus párpados cayeron ocultando su ansia en un hechizador movimiento y a su vez su respiración se entrecortó, ante el dócil trato.

¿Ares, te hizo esto? Es el tamaño de su mano. Giró sus ojos a Atenea y ésta asintió, suspiró cansado: esta alterado, y no lo culpo, pero poco se puede hacer, se sonrió, quitándole importancia al asunto, y la mano de Hyoga capturó su antebrazo, le jaló delicadamente hasta dejarlo recostado en su pecho. ¡Por los dioses! Shun me harías el favor, de escucharme tan solo unos minutos a solas, su voz distorsionada por la emoción, y su corazón delirante, así como casi se detiene en el momento que la palma tibia de Andrómeda se posó en ese lugar palpitante, que marchaba en un descarriado latido y resguardó su rostro en sus cabellos de ébano.

¡Hyoga! Asintió contra su pecho. Atenea se encaminó a Azumi, la joven permanecía en silencio, sus diamantes trataban de marcar en su cerebro esa escena que deseaba haber visto toda su vida, su familia, solo faltaba su hermana mayor. ¿Izumi? La diosa de la sabiduría la abrazo y le respondió: ella se encuentra con Eros en su templo, antes de irnos deberíamos despedirnos de tu hermana, tu tío también está en ese templo. Ambas desaparecieron dándole la privacidad que necesitaban sus progenitores.

Shun se separó un poco del caballero divino y asiendo su mano, le guío hacia la sala privada de ese templo, y se sentaron en el jardín interno, al lado de la cantarina fuente, levantó levemente su poder y las antorchas iluminaron el sitio, con su parpadeante luz. Hades se sentó contra el borde, y posó su mano en la hierba indicándole al Cisne que le acompañará. Y permaneció en silencio rodeando sus rodillas con sus brazos, y su barbilla descansando en ese lugar, llenó sus pulmones degustando el aroma fresco de ese lugar, la brisa jugó con su cabello que se meció graciosamente acariciando el rostro del mayor, que lo capturó entre sus dedos, besándolo, su aroma invadió sus sentidos.

Yo lo lamento, nunca debí decir, lo que dije, no sé que fue lo que pasó conmigo, pero Camus es como mi padre, y él saber que eras culpable de su castigo, me hizo enloquecer, expresó admirando la Vía Láctea. Yo no he tenido vida sin ti, el ver el rostro de Azumi, su sonrisa, sus miradas son las tuyas, el dolor, hacía presa de mi alma, la desesperación de no tenerte, no saber nada de mi otra hija, apenas lo poco que Atenea me contaba, me volví ermitaño, y me encerré en Siberia con ella. Juró que traté de olvidarte y no lo logré, ansió tu calor, tu aroma, creí enloquecer de nuevo, cuando me contaron que el torneo era por tu compromiso con Ares, y mi espíritu se derrumbo al momento de saber que era más bien la celebración de tu boda.

Eso es lo que tenías que decirme, Hyoga, después de tanto tiempo nos has podido olvidarme, bueno, no tenías que expresarlo lo sentí tan solo con ese simple toque de mis dedos. Se incorporó con elegancia, y caminó hacia una agraciada enredadera de hermosas flores blancas, y asió una con su mano aspirando su aroma.

Yo en cambio recibí una herida mortal en mi alma, mi separación de Azumi, fue el desgarre final de ella. No sabes el desamparo que sentí en el momento que Zeus me convocó a cumplir con mi parte del pacto, y era ser el esclavo de los dioses olímpicos, sentir las manos de Zeus en mi cuerpo, el abrirle mis piernas con mi corazón muriendo de amor por ti, se sonrió al ver la cara de espanto de su interlocutor, que había visto el trato que daba el Rey de los dioses a sus amantes, sus retinas tenía aún grabadas la imagen de un Iki avasallado por él.

Te espanta, por lo que viste con mi hermano, allí perdí completamente mi alma, en ver a mi hermano rogando y ofreciendo su propio cuerpo, para que no volviera a suceder, la noche siguiente fue el que tuvo que abrir sus piernas al Rey de los dioses y Ares me reclamó en su lecho, aún recuerdo cuando vine a este templo por primera vez, sabiendo a lo que exponía empecé a desnudarme, con mi vista fija al suelo, pero la mano fuerte del dios de la guerra me tomó la barbilla y mirándome a los ojos, me preguntó: ¿Qué haces? Solo cuando tu lo desees, solo quiero que nadie te lastime, dormirás en mi lecho, yo lo haré en el de Afrodita. Y le inquirí con lágrimas en los ojos. ¿Por qué? Y su respuesta fue: porque te amo y no permitiré que te lastimen. Esos son los sentimientos del dios con que me case.

Con eso me quieres decir que me has olvidado Shun, el Cisne se incorporó, es lo que me quieres decir que te entregaste a él hasta que le amaste. Solo recibió un profundo suspiro de respuesta, y luego alzó su vista hasta encontrarse con esos diamantes ansiosos de su contestación. En un elegante movimiento asió la mejilla de Hyoga: ¿Cómo hacerte entender? Ares es mi compañero ideal, en la misión que tengo, tus palabras me lo indicaron, me odiabas porque acepté ser Hades, la verdad es que no lo acepté soy él, aún me llamas Shun, o Andrómeda, mi hija me llama madre, a pesar de que se ha dado cuenta que soy un dios masculino. Hay un abismo entre nosotros yo soy un inmortal los días son tan solo minutos para mí, lo que fueron quince años, para ti, en mi organismo fueron tan sólo minutos.

“Hades, podrás volver con él, si te acepta hasta que muera, y luego dormirás los dos mil años, después de dar de vida a los hijos del Inframundo, por el pecado de los caballeros dorados, verás crecer a tu bebé, el hijo del humano como un semidiós, pero también su vida será cortada por las Parcas cuando sus hilos se acaben, pero si te rechaza, tendrás que servir de esclavo de nuestros deseos hasta que nazcan Tánatos e Hypnos de nuevo.”


Por el lado que lo veas mi destino estaba trazado, tarde o temprano, tendría que pagar el precio de la blasfemia, cuando el caballero de los hielos Eternos, iba a refutar y no pudo hacerlo al ser su boca silenciada por los labios de Shun, y como un naufrago se asió de su cintura apegándolo a su cuerpo, así como sus manos reconocían la anatomía que le perteneció.

Hades poco a poco le arrincona contra una de las columnas, profundizando su beso. ¡Shun, te amo! Le susurró, entre sus labios, más el antiguo caballero ateniense no le respondió nada, tan sólo se separó de sus labios y con su mano alzó la barbilla, exponiendo su cuello, asaltando esa extensión en las marcas ocasionadas por su esposo, lamió esa zona, enloqueciendo al hombre que tenía sitiado contra el mármol, sus dedos ansiosos, buscaban desatar los amarres las vestiduras de Hyoga, dejando ver su tez bronceada. Ya no soy Shun, le recordó, soy Hades, Rey del Inframundo, mi cuerpo esta al servicio de los dioses, y le pertenece por completo a Ares dios de la Guerra, le susurró en su oído, mientras lamía esa sensible zona, los gemidos del mayor engalanaban sus sentidos, las manos de Hyoga atenazaban como garras sus vestimentas alzándolas descubriendo sus entornadas piernas. Soy solamente tuyo Shun, mi cuerpo y mi corazón te pertenecen, y sus labios probaban de nuevo la piel que le embriagaba y le soñaba cada noche no tuvo en su lecho.

Entonces humano, me entregas tu cuerpo, me ofrendas tu ser, a Hades, al dios de los muertos. Las ropas de Hyoga ahora estaba alrededor de sus pies, en su cuerpo podía sentir la suave brisa y el rocío de la noche, su tez morena se erizaba así como sus tetillas se endurecían. No creí que un guerrero de Siberia tuviera frío en pleno verano, le bromeo el señor del Inframundo, en el momento que su dedo jugaba con esa provocativa piel canela y se sonreía de verlo sonrojado y entregado a sus deseos.


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MensajeTema: Re: ENCUENTROS   ENCUENTROS I_icon_minitimeLun Jun 09, 2008 12:05 am

Su boca asió esa palpitante piel, succionándola ávidamente, y sus dedos recorrían cada uno de sus músculos siguiendo el camino por sus costillas, hasta girar, a sus glúteos, buscando su entrada, la cual empezó rozar buscando ingresar en ella. Hyoga levantó su pierna acomodándola en su cintura, brindándole el espacio que necesitaba para prepararlo, sosteniéndose de su cuello escondió su rostro en esas cascadas de ébano. Sintiendo como era preparado con delicadeza, para lo que vendría a continuación, los dedos del señor del mundo subterráneo se internaban en su carne, lubricándolo, hasta que abandonaron su tarea, y asiéndolo de sus muslos, lo recargó contra la pared, en el momento que le penetró esperando quieto y con su rostro apoyado en su hombro a que se adaptara a su presencia y con un gemido ahogado por parte del cisne le dio la bienvenida dentro de sí, queriendo nunca separarse de él sus piernas le rodearon completamente profundizando su unión. Los dedos de Hyoga se enredaban esas hebras de ébano, y se movilizaba al ritmo impuesto por Shun, que le llegaba hasta dónde le era posible recibirlo, en cada estocada el Cisne susurraba su antiguo nombre, las esmeraldas se abnegaron de lágrimas, esta sería su despedida, el jamás volvería a ser Shun, era el caballero de Andrómeda el que le pertenecía al Cisne, ahora era Hades, y su cuerpo y voluntad le pertenecían a Ares, esto era lo único que podía hacer por su perdido gran amor, el mismo lo había sentenciado a esto. Le odiaba siendo el ser que era ahora, aún así se entregó a él rememorando su antiguo amor, eso comprendió así que terminó con esa tortura rápidamente, llenándolo con su ser, y recibiendo el del cisne en su vientre desnudo, le sostuvo mientras ambos se recuperaban cargando su peso, y Hyoga le hundió su rostro contra su pecho moreno, poco a poco le fue descendiendo las piernas y al mismo momento saliendo de él.

Las piernas del guerrero ateniense flaquearon, no sosteniendo su cuerpo resbaló por hasta caer sentado, sin mediar más palabras, Hades recogió sus vestimentas, cubriéndose con ellas, se encaminó a su habitación, sin mirar atrás, los diamantes de Hyoga le reflejaron en el momento que su cabellera ondeaba rebelde y en su paso elegante, se perdía entre las columnas, asió sus vestimentas entre sus manos firmemente y ocultó su rostro bañado en un llanto desolado.

Al ingresar a su habitación, cerró la puerta tras de sí, y sus esmeraldas le reflejaron, le vio allí de pie, el dios de la guerra, le esperaba y él corrió a sus brazos, y el mayor le recibió en ellos, besando su cabeza amorosamente: Ya le has despedido, y él asintió. Apretando su abrazo sobre él, le fue consolando hasta unir sus labios en un suave beso, se inclinó para tomarlo en brazos, y le cargó hasta las termas, dónde ambos se asearon.

En las afueras, del templo de Afrodita, Izumi acompañaba a su hermana, ambas sentadas, en los atrios del templo, a su lado Atenea, las observaba. La sombra que salía del templo vecino, se aproximaba lentamente casi como un autómata, las jóvenes se pusieron en pie, y la menor asió fuertemente la mano de su hermana y la hizo seguirla, hasta toparse con el recién llegado. Los brazos de Hyoga acunaron a Azumi, escondiendo su rostro en su cuello. Y sus diamantes se clavaron en la figura de su otra hija, la vio pálida, cansada, triste.

¿Izumi? Ella negó con su cabeza, y le habló a su mente: lo mejor es que se marchen ya, su deuda ha sido pagada, las furias no les perseguirán. De sus diamantes, las perlas de la desolación y el dolor brotaron rebeldes, y se giró para devolverse dónde Eros, pero siente que tomada de su cintura, vuelta para perder su vista en el ancho pecho de su padre biológico.

¿Izumi? Ella se aferró a sus ropajes gimiendo y llorando sin poderse controlar, entre hipidos sus palabras brotaron como torrentes de armadura: Eros, esta herido por mi culpa, las furias le destrozaron las espaldas, su cuerpo temblaba. Pero poco a poco entre las caricias y besos de su padre, se fue calmando y con el dorso de su mano limpió su rostro, pero la mano de Hyoga la detuvo y el mismo lo hizo, besando sus párpados. Ella suspiró: Perdona la molestia, no debo mostrarme débil ante los demás. Hyoga negó con su cabeza, levemente, no es una molestia, eres mi hija. La diosa del Sueño Eterno retrocedió a su contacto desapareciendo, y su voz resonó sepulcral: Soy una diosa, jamás seré la hija de un humano, mi padre es Ares, dios de la guerra. Y su poder los envolvió desvaneciéndolos del lugar.

Entre las sombras salió la imponente figura del Fénix y ella se refugió en su pecho: Vamos pequeña, Eros te necesita, la joven asintió, y envuelta en esa fortaleza que eran los brazos de su tío, se encaminaron a la habitación del dios del amor correspondido, recostado bocabajo inconsciente todavía, con su espalda descarnada, llena de cardenales, al lado de la cama un cuenco con agua, y lienzos ensangrentados, Izumi, se subió en el lecho y asió del cuenco un poco de agua, con otro trozo de lienzo humedecido y le empezó a enjugar de las heridas la sangre que emanaba, a la vez que aplicaba su cosmos calmando el escozor de las mismas y sus lágrimas las bañaban, sus dedos se enredaban en sus rizos dorados admirando su rostro dormido. E Iki, se sentó en la silla con su mirada pérdida en el amanecer, suspiró: Tan solo nueve meses más, y esto se desencadenarán, pensó y sus zafiros perdieron ese brillo característico.

Algunos meses después.

En el templo de Hécate, la hechicera de los dioses, el monolito que resguardaba las almas de los caballeros dorados, era custodiado por ella, en el centro del mismo, aquella estructura de mármol negro debido a la sangre que Hades había depositado de en ella destellaba, cada día más absorbiendo el inmenso poder del dios de los muertos, ya faltaba poco para que se completará el conjuro de la diosa, día con día el mármol iba ganando a la piedra común. En este instante Ares, lo contemplaba impotente, su preocupación se denotaba en el fruncimiento de su seño: “Hécate, ¿Has encontrado la manera de romper el maleficio?”

No, susurró la diosa, irremediablemente el momento en que Hades se duerma se acerca día con día. Conforme el dios Tánatos se aferra a su cosmos, el plazo dictaminado por Zeus, llega a su fin.” Ares apretó su abrazo sobre Hades, quién le acompañaba, para conocer el tiempo que le quedaba, antes ser consumido por el obelisco. Se apartó hacia el monumento, y trató de tocarlo pero Ares se lo impidió abrazándolo contra sí, a su lado Zeus suspiró: “En esos dos mil años, mi cosmos abrazará tu alma, caminarás en vuelto en él, estarás en un paraíso aparente” le consoló su hermano.

“Hermano, ¿En que momento, decidiste tomar el castigo de esos humanos en tu cuerpo?” La queja del padre de los dioses, que se asombraba de la paciencia que mostraba en ese momento. Suspiró al verlo acariciar su vientre de ocho meses, se le veía cada día más cansado y demacrado, le costaba respirar, el caminar le era un esfuerzo supremo, seria un milagro que llegará al momento del parto.

“La vida es efímera para ellos, la eternidad de paz después de la muerte es lo que le queda, sé que se opusieron a los designios de los dioses, pero lo que más nos molestó es que mostraron fe en si mismos y lograron hacer milagros de derrotar a los orgullosos e intocables olímpicos.” Se soltó del refugio del dios de la guerra, suspiró al descansar contra el enorme obelisco abrazándole: “La verdad es que nosotros mejor que nadie, sabemos que nuestra eternidad esta formada de fracasos y maldad, y en cada momento hay nuevas batallas que ganar, desconfiamos de nuestra propia sangre, nuestro padre mató a nuestro abuelo y tu mataste a nuestro padre y él a vez nos tragó para eliminarnos, somos una familia realmente extraordinaria” se sonrió tristemente. Ante la mirada desconsolada de Ares, que se acercó a separarlo de ese lugar, lo atrajo su pecho, aspirando su aroma. Dos mil años, no serán nada… para nosotros pasará en un abrir cerrar de ojos, trató de consolar a su angustiado esposo.

Hades, yo te acompañaré, en tu sueño, yo quiero estar a tu lado. El dios de los muertos se sonrió, dulcemente, guiando sus manos a tomar la faz de Ares, le susurró: no debes, será acongojante, no tienes porque, cariño. Ejerciendo presión le hizo bajar un poco a su altura y junto sus frentes, con sus ojos cerrados.

En Siberia, Hyoga y Azumi regresaban del pueblo con las provisiones del mes, sus pies se hundían en la suave arena, en cada paso, la ventisca era potente, les golpea furiosamente, el rostro. En estos días no esperaban visitas, por el inclemente ambiente del fuerte invierno. Hacía unos meses que no tenían noticias de sus seres queridos. De vez en cuando recibían cartas de Iki contándoles como estaban pero siempre eran muy superficiales, una que otra de Izumi, sin embargo no eran tan seguidas, pero en éstos días casi no tenían noticias.

En la ciudad, Hyoga había llamado a la Fundación, pero desde hace días Atenea no había regresado del Olimpo, recordó cada una de las palabras, últimamente estaba más nervioso que nunca un horrible presentimiento, llenaba su alma, suspiró, elevó su vista del suelo protegiéndose sus ojos con su mano enguantada, logró ver a la distancia su cabaña, y asiendo la mano de su hija apresuraron el paso para resguardarse en el cobertizo. Conforme se iba acercando divisó dos siluetas refugiadas en ese lugar. Una más alta que la otra, acortó la distancia. E intrigado, se pone enfrente de ellos, alzando su cosmos en forma de defensa.

“Vaya no hace suficiente frío aquí, para que lo empeores, bocón” La voz inconfundible de Iki llegó a sus oídos, los diamantes se iluminaron felices, a su lado la figura más menuda se descubre y ve a Izumi, frente a él. La menor del grupo se abalanzó sobre su hermana que la recibió entre sus brazos sonriendo: ¡Hola, pequeña! Su voz sonaba sin vida, y por lo cual la guerrera del hielo se removió de su abrazo indagando en sus gélidos diamantes, esos insondables ojos, se mostraban llenos de pesar. ¿Hermana, y mamá dónde está? Inquirió casi en un susurro: ¿Por qué no vino?

Los diamantes de la diosa, se posaron en los gemelos a los suyos sonriéndole suavemente. “Mamá, como le llamas no puede viajar, mamá se nos va” le soltó sopesando cada una de sus palabras, sosteniendo los brazos de su hermana, al ver que los mismos temblaban, al oír las palabras de su hija, Hyoga totalmente descompuesto se sostuvo del umbral de la entrada de su cobertizo. Iki se acercó a él y pasando su brazo por encima de su hombro, los adentra en la cabaña para poder conversar mejor.

Sentando al caballero de los hielos en la primer silla que encontró, suspiró al quitarse su abrigo, e Izumi le siguió: Mi padre, el dios de la guerra me ha enviado, desea hablar contigo, caballero ateniense, por lo que nos ha enviado por los dos para llevarlos al Inframundo. Los días de Hades sobre la tierra, están contados, apenas si resiste. De ahí en adelante dormirá en su santuario en Eliseo, con su cosmos gobernado y protegido por el mismo Zeus, hasta que la generación que ofendió a los dioses desaparezca su sangre de la faz de la tierra. Suspiró, alzando su poder los envolvió a todos desvaneciéndose como una brisa ligera.

Los demás lo único que lograron percibir era que estaban de pie en el Eliseo, al frente del templo del mismo Hades, en los atrios, Eros y Ares, se encontraban esperándolos, ante el desconcierto de los dos caballeros atenienses: Creo que Cisne ya has estado en los atrios de este templo pero en otra situación, y Azumi esta es mi casa y la de mi papi, tomándola de la mano la guío dentro del templo, comenzaron ascendiendo la gran escalinata, de mármol, cruzándose con el hijo de Zeus, que las saludó abrazándolas contra sí: Tu papi, las espera Izumi, suspiró al besar la frente de la pequeña que crío y se dirigió a su cuñado y su antiguo rival, en un paso elegante y decido, acortó su distancia con ellos, detuvo sus pasos a unos cuantos centímetros de ellos.

Evaluó la presencia del guerrero de Atenea, parpadeo suavemente, calmando su corazón agitado llenó sus pulmones de aire: Te preguntarás el porque de tu presencia en este lugar, la verdad es que además de Iki y Eros, eres al único que puedo confiar el cuidado de Izumi y de mi hijo, yo no lo dejaré partir solo, y si puedo tomar su puesto en ese lugar, lo haré sin dudar y si eso sucede, necesitará de ti, para sobrevivir.


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MensajeTema: Re: ENCUENTROS   ENCUENTROS I_icon_minitimeLun Jun 09, 2008 12:06 am

Iki, te devolveré a tu hermano, así me cueste mi vida en ello, le animó al momento que le tomó del cuello y lo atrajo a su pecho, meciendo sus cabellos, y el caballero divino del fénix, le saludó besando sus labios, deshaciendo el mimo que el dios de la guerra le ofrecía, se encaminó al lado de su hermano dejando al caballero divino de Atenea, solo ante el olímpico, quién solo atinaba a mirar, y preguntarse si ese era en realidad su compañero de armas, el arisco Iki.

Mortal, sabes Shun amaba al Cisne más que a su propia vida y Andrómeda siempre te pertenecerá, pero Hades es completamente mío ¿Comprendes? Al ver la confusión que se generaba en su rostro, lo que quiero decir, es que ofreceré mi vida inmortal a las Parcas, para cambien el destino de Hades, y traerlo de vuelta cuando se haya dormido. Hades puede tomar cuantos amantes quiera durante ese período, no creas que seré tan iluso como para pensar que me esperará dos mil años. Tú eres uno de esos tantos, se sonrió al ver su rostro ofendido.

Por favor no pongas esa cara, muchacho, sé lo que pasó en mi templo. Después de terminar contigo, vino a mí, buscando mis brazos, como te lo dijo una vez, Hades me pertenece solo a mí. Eso lo sabe hasta mi padre, sin embargo puede tomar a quién quiera como su amante. Sé buen chico con él Hyoga, y puede que te brinde la eternidad como lo hizo Zeus con Iki, le expresó al momento de acariciar su mejilla suavemente. Ya dejando la burla de lado, tú fuiste algo importante en su vida y eso no lo puedo negar, le expresó alzando su vista la cúpula del templo de Hades y tu serás el bálsamo para su alma adolorida, que son dos mil años, me expresó hace unos días, pasará en un abrir y cerrar de ojos, sin su compañía para mí serán una eternidad. Por eso te envidió y si las cosas no resultarán como quiero, será poco lo que sufras su ausencia, en cambio para mí no habrá el consuelo de la muerte y el olvido, el tiene la fuente del Lete, en ella dejarás tus penas, me ha indicado que deberán beber de su agua tanto tú como Azumi, para que lo olviden completamente. Por eso es que les he convocado aquí, la encargada de ejecutar su sentencia será Izumi, suspiró bajando su vista al empedrado del atrio, se sonrió de seguido y retomó su actitud orgullosa de siempre: “acompáñame, tal vez sea la última vez en tu vida que le veas consciente.”

Hyoga quedó paralizado ante todas las palabras emitidas por el dios de la guerra era incapaz de refutar, ni de mover un solo músculo de su cuerpo, sus diamantes le reflejaban casi por inercia. “Ares, ¿Por qué me dices esto?” Balbuceo casi inaudible. “Por la sencilla razón de que le amo, y no me importa nada más que no sufra, que me consumiría de verlo gobernado por el cosmos de mi padre, en un estado peor que la muerte, sin sentidos, sin amor, en una elegante manera de castigo” Y asiéndolo de la mano lo condujo dentro del templo, allí se encontraba ya listo el féretro dónde Hades había dormido desde la era mitológica, los pies del Cisne se adhirieron al mármol del salón, como soldados a él, su cuerpo tembló y sus lágrimas brotaron sin poderlas retener, la escena era más aterradora de sus pesadillas, hipó sonoramente al no poder recibir aire en sus pulmones. ¡Hades!

Pandora misma estaba arreglando la urna, con sábanas de seda blanca y almohadones, la armadura del señor del Inframundo estaba en su altar, junto a la espada, los candelabros del salón parecían sufrir lo que los corazones de los habitantes del Inframundo. Detrás de la hermana de Shun, se encontraba un gran monumento de mármol negro casi en su totalidad.

Algo le atrajo de él no podía quitar su vista del lugar. El monumento que ves es la representación del castigo de Hades, era dónde estaban encerrados los caballeros dorados, estos quince años ha estado robando su vida poco a poco, ahora el plazo esta por cumplirse, es poco lo que falta. Le explicó y su voz sonaba como un eco distante a los oídos de Hyoga. Ahora está en labor de parto, pero no hemos comenzado la cesárea, porque los estamos esperando.

Al ver que no reaccionaba lo siguió jalando hacia la habitación, el trayecto se le hizo corto, y al ingresar a la habitación allí sus piernas perdieron todas sus fuerzas, la escena era desgarradora. Izumi sostenía el cuerpo de Hades entre sus brazos, recostada en su pecho se hallaba Azumi, sollozando desconsoladamente. Apenas si Shun podía consolarla: “el dolor pasará pequeña, pronto me olvidarás, no dueles más mi alma de lo que está, debes sonreírme, tan solo dormiré unas cuantas décadas esto no será para siempre, ya había pasado antes” acarició su mejilla limpiando sus lágrimas. Le sonrió levemente: “No sufriré mi pequeña, será dormir profundamente, aunque me veas en ese ataúd, será para que mi cuerpo se conserve, como esta ahora, me investirán con mi armadura mitológica, y colocaran mi espada en mi mano.”

Mamá calla te lo suplicó, no me digas más que me destrozas el alma. El dios de los muertos, colocó sus dedos fríos casi sin vida en sus labios, y sus esmeraldas casi no podían permanecer abiertas: déjame continuar pequeña que es mi testamento. La vida es misteriosa, para mí siempre me llamaron el que no debe ser visto, y el disfrutar de haberla dado, me hizo muy feliz, pero también me llenó de dolor al no tenerte cerca. Con delicadeza acomodó uno de sus mechones que rebeldes ocultaban sus diamantes.

Conforme hablaba su respiración se hacía más profunda y sus ojos perdían su brillo: ¿Areios? Y alzó su mano, buscándolo, él se sentó al lado de Izumi. Asiendo su mano, fuertemente: Mi hermoso ruiseñor, aquí estoy, le asió de sus costados le levantó hasta descansarlo en su pecho, y besó suavemente en sus cabellos, la mano de Hades descansó en su corazón. Toda mi vida inmortal fui tu heraldo, por mi culpa Atenea te hirió en aquella ocasión, admiré y amé siempre tu presencia, y porte, el no visible. El gran Hades, el que siempre ha aceptado las tareas más difíciles, lo que ningún inmortal deseaba hacer y ahora no es la excepción, permíteme, acompañarte en este trance mi amado señor.

¡Areios, mi amado! Aquellas dulces palabras pronunciadas por los labios de su Shun, desgarraron el alma de Hyoga, Iki se apiadó de su amigo, se acercó a él poniéndolo en pie, le acercó al lecho. Es Shun y Hades, son la misma persona, y él te amo con locura también, le susurró a su oído, despídete de él. Hazle sentir tu cosmos, ahora solo siente a Izumi y a Ares, porque está en el plano de los dioses. Abrazando a su hija menor que desconsolada se asió de su pecho, negándose a ver la horrible verdad, el precio de la liberación de los santos dorados.
El cisne agarró su mano trémula convulsionada por los estertores de la muerte, la llevó a sus labios besándola con amor “Hyoga, en mi último suspiro pronunció el nombre que me prohibí mencionar” “Hyoga” Ares le acomodó en su regazo para que el caballero tuviera una mejor visión de su amor, aún en su cuerpo estaba el fruto de su relación con Ares. Con su vista nublada dirigió sus dedos trémulos, a su rostro gélido y cubierto con una palidez sepulcral.

Les rogamos abandonar la habitación, la presencia de Hécate e Ilitia, rompieron la escena, Eros quien en silencio presenciaba la despedida, se acercó a su ahora esposa, colocando sus manos en su hombro, la abrazó indicándole que era el momento y la incorporó cargándola en sus brazos, la sacó de la habitación, seguidos de Iki, quién hizo señas a Hyoga que era el momento de dejarlos solos, ese nacimiento sería distinto al de la gemelas, esperarían alrededor del monolito, el momento que la fuerza de Hades fuera arrebata, en el instante del nacimiento de su bebé convirtiéndolo en el dios de la Muerte, Tánatos.

Todos esperaron en el gran salón, Pandora buscó refugio en los brazos de Iki, y ambos permanecían a la par de ese horroroso instrumento de su dolor. El frío empezó a difuminarse en el ambiente, el aroma de la muerte calaba en las entrañas de todos en el Inframundo, el templo empezó a desmoronarse la vida de Hades, empezaba a pagarse, y un nuevo poderoso cosmos a desarrollarse en el universo, Hyoga suplicaba a las mismas Parcas, para que la sentencia fuera absuelta, y en el instante de más angustia, Eros coloca en el suelo delicadamente a su esposa, la diosa del Sueño Eterno, quién envuelta en su poder milenario, la cegadora de la vida de los dioses, la que aplica los castigos dictaminados por las mismas diosas de los destinos, caminó hacia el obelisco casi completo, se abrazó a él cerrando sus ojos, sus cabellos dorados ondeaban a su alrededor, dándole esa apariencia terrible, que temía los mismos inmortales: “Soy el ocaso de los mismos dioses, en nombre de Cloto, Láquesis y Atropo, completo el ritual. El Sueño Eterno alcance a Hades, que por dos mil años pague el agravio cometido a los dioses mismos, por los insensatos humanos.”


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MensajeTema: Re: ENCUENTROS   ENCUENTROS I_icon_minitimeLun Jun 09, 2008 12:12 am

Y en un antiguo canto, cubrió aquella fría piedra con su poder, una hermosa melodía la acompañó: “El ruiseñor de los olímpicos ha alzado vuelo.” Determinó Ilitia tras ellos, y en sus brazos traía un pequeño envoltorio, que se removía, Izumi, dejó su postura frente a ese lugar, y acortó la distancia con la diosa, y suspiró al tomar aquel pequeño bulto en sus brazos, y le destapó a su lado llegaron todos, y el dios de la Muerte clavó unas hermosas esmeraldas, en los presentes. Sus cabellos castaños y sus gemas brillantes. “Areios Tánatos” Y le alzó a los presentes para que tuvieran mejor visión de él los ejércitos de su papi, “dios de la Muerte.” Y una algarabía llenó el salón.

Ella bajó su mirada, y le volvió a cubrir, y se encaminó seguida de su familia a la habitación de Hades, dónde Hécate, permanecía aún, tras ella podía escuchar los sollozos de Azumi, ahogados contra el pecho de Hyoga, distinguía el cosmos de su padre biológico ansioso, e Iki no pudo soportar más estar alejado de su hermano corrió por ese pasadizo, como si su vida se fuera en ello, seguido de Hyoga y Azumi, ella en cambio caminó despacio, al lado de Eros todos se quedaron paralizados en la puerta de la habitación apenas la diosa se logró abrir campo entre ellos, vio a Hécate cubrir el cuerpo de su papi, la hechicera de los dioses, elevó su mirada hacia, ella: Mi señora, ambos han partido, juntos, las Parcas no han querido que se separen, Ares ha ofrecido hasta su cuerpo para no abandonarlo. Al escuchar esto, pareciera que su pequeño hermano lo ha entendido también y empieza a llorar, las lágrimas como frías perlas surcan su rostro con desolación.

Hécate levanta su báculo ancestral y lo dirige al lugar del obelisco, este es el testamento del dios de la guerra, y su amado Hades, Hyoga, se quedó estático ante la figura frágil que parecía dormir plácidamente en el lecho, Izumi se encaminó hacia su papi, y le colocó en sus brazos, la pequeña criatura y recitó con lágrimas en los ojos, el juramento del matrimonio de sus padres:

"Que has hecho de mi vida, mi dulce ruiseñor,
me abrazas bajos tus alas, dándome tu amor,
hacia el abismo he caminado ciega antes tus encantos,
con tu sonrisa tierna e infantil has derribado mi cordura,
atrapándome entre tus redes,
atrayéndome hacia tu sombrío destino. (Ares)

Mi dulce veneno, has tocado fondo en mis entrañas,
mi piel te anhela, te extraña cuando no puedo sentirte,
tu aroma embriaga mis sentidos, y aun sabiendo
que camino en la oscuridad de tu alma,
no puedo despegarme de ti. (Hades)

El no tenerte se ha vuelto una locura incontrolable,
un tomento que cala hasta lo más profundo de mi ser,
eres el que me da la vida y al mismo tiempo me la quitas,
me haces tocar el cielo y el infierno con tus besos.
Tú eres mi perdición, mi destrucción. (Hades y Ares)


¿Izumi? inquirió Hyoga al escuchar ese canto. La única respuesta de su hija fue: Ares, te has ganado completamente mi fidelidad, el día de hoy, y besó la frente humedecida de su papi, recostándose a su lado.


Un año después.

Hyoga, puedes traerme el abrigo de Tánatos, por favor, su melodiosa voz llegaba a sus oídos, aún le veía como hechizado, sus cabellos esmeraldas volaban libremente, por la brisa otoñal, se había repuesto después de mucho esfuerzo, Iki y Pandora nunca se separaban de él, ahora en el centro del gran jardín del Castillo de Hades, se encontraba un hermoso obelisco gravado en letras de oro, con la promesa de dos almas que se amaban, siempre que desaparecían de la vista de los demás los podían encontrar allí, una pequeña partícula del cosmos del dios de los muertos permite que siga vivo, ese cachito de hilo fue el regalo de Ares, a su amado. Sus recuerdos son algo confusos, pero vive y respira.

Con su niño en brazos contemplaba aquellas palabras “Mi dulce veneno, has tocado fondo en mis entrañas, mi piel te anhela, te extraña cuando no puedo sentirte, tu aroma embriaga mis sentidos, y aun sabiendo que camino en la oscuridad de tu alma, no puedo despegarme de ti. (Hades)” Abrazó suavemente a su bebé contra su pecho y suspiró “Areios, ahora y siempre serás mi perdición y mi destrucción.”
Hyoga le escuchó y sus ojos se nublaron, recordando las palabras del dios de la guerra, ahora comprendía que lo había perdido para siempre su Shun ahora le pertenecía a Ares, que nunca volvería ser completamente suyo, tan sólo pensó: Envidió tu mortalidad, cuando la muerte te llegue habrás olvidado tus penas, en cambio las mías duraran eternamente. Se conformó con estar a su lado y ser solo su amante, que su cuerpo le perteneciera, más nunca el le pertenecería de nuevo.

“Ares que son dos mil años para nosotros más que un abrir y cerrar de ojos, y en ese momento nos volveremos a encontrar”


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MensajeTema: Re: ENCUENTROS   ENCUENTROS I_icon_minitimeVie Jun 13, 2008 12:49 am

Razz Very Happy Amix, que hermosa historia es la que
compartes linda, nunca me cansaré de
repetirte que me encanta tu manera de escribir,
como desarrollas la trama y más aun rendirle
pleitesía a tu genialidad y creatividad, una maestra
sin duda alguna, sigue asi linda...
Y te acuso de manera formal por las lágrimas
derramadas...Triste, melancólica. pero no por
ello menos hermosa....mis respetos a tus letras...
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