MIENTRAS DUERMES
Es poco más de media noche, subo poco a poco las escaleras de la mansión que llamo “hogar”, todas las puertas de los dormitorios están cerrados, todos deben estar dormidos.
Entro a mi habitación, me quito el pantalón de mezclilla y la camisa que lleve hoy a la universidad y de uno de los cajones del tocador saco una de mis pijamas.
Todas mis pijamas son de telas ligeras y frescas, después de haber vivido en Siberia tanto tiempo ni en el más crudo invierno japonés tengo necesidad de cobijas ni de ropa abrigadora, si uso suéteres cuello de tortuga, bufandas o cosas por el estilo es solo por que me gusta como se me ven. He de admitirlo, soy un poco narcisista.
Después de haber comido en la universidad no tengo hambre así que prefiero ir directo a la cama. No pasan ni 5 minutos cuando el calor se me hace insoportable, odio el verano y odio aun más a ese tonto de Seiya que por andar jugando con el termostato nos condenó a todos en la mansión a tener que soportar toda una semana hasta que se dignen a reparar el sistema.
Hace demasiado calor, bajo con cuidado las escaleras y tomo un baso con agua fría en la cocina, delicioso, siento como refresca poco a poco mi cuerpo. Dejo el baso en el lavadero, apago la luz y subo de nuevo para tratar de dormir un rato.
Estando frente a la puerta de mi habitación me doy cuenta de un pequeño detalle que había pasado por alto…tu puerta esta entre abierta. Tu nunca dejas tu puerta abierta por las noches, no entiendo por que pero me acerco a tu habitación y me quedo parado en la puerta como un tonto, pero no puedo evitarlo…te vez tan lindo cuando duermes…
La escena es maravillosa, la habitación esta en perfecto orden, los libros sobre la mesita de trabajo están ordenados, el gran ventanal que da al balcón esta abierto haciendo que cada vez que sopla el viento un rayo de luna entre a la habitación, a TU habitación.
Estas acostado sobre la cama, las cobijas están prácticamente en el suelo, con este calor no las necesitas. Solo llevas puesta la ligera pijama que te regale en tu último cumpleaños, esa de algodón color rosa con pequeños conejitos, recuerdo que en cuanto la vi no pude dejar de pensar que estaba hecha para ti.
Tu cabello esta esparcido por la almohada, no puedo resistir y entre mis manos tomo un mechón de tu cabello, es tan sedoso y huele tan bien. –Huele a Shun- me digo a mi mismo en voz baja para no despertarte.
Te ves tan lindo cuando duermes que apenas puedo resistir la tentación de tomarte entre mis brazos y abrasarte.
Me quedo un rato admirándote hasta que te mueves un poco. No me había dado cuenta que estaba acariciando tu cabello, ni siquiera recuerdo en que momento me recosté a un lado tuyo.
Te mueves de nuevo, el corazón se me paraliza, creo que te estas despertando…. Giras por completo hacia donde yo estoy, sigues dormido… Dioses, sentí que me congelaba, por fin entendí la expresión de “quedarse helado” nunca, ni siquiera en Siberia, había sentido un frío como ese…mentira…frío, ya había sentido un frío así…Camus, maestro, como pude haber olvidado el ataúd de hielo en que quede encerrado.
Esa vez, de verdad creí que moriría. Recuerdo que lo único que veía era la oscuridad, lo único que sentía era el contacto con el frío hielo y lo último que escuche fueron los latidos de mi corazón mientras se debilitaban y terminaban por detenerse…después de eso, nada…nada hasta que comencé a sentir una tibieza que me rodeaba, me abrazaba, aun no podía ver nada pero lograba escuchar de nuevo los latidos de mi corazón y una voz que me llamaba por mi nombre, ya no me importaba si moría o no, solo me importaba poder seguir oyendo esa voz.
El calor que sentía comenzó a disminuir y la voz que me llamaba dejo de oírse; cuando al fin pude abrir mis ojos lo primero que veo son tus brazos que me rodeaban. Me sentí inmensamente feliz de estar vivo y además de estar en tus varazos, pero toda la alegría se esfumó cuando te vi pálido y débil en el suelo.
Regreso al presente e instintivamente te abrazo y te acerco a mi pecho, quiero protegerte, incluso de mis recuerdos. De nuevo te mueves, pero esta vez no me importa si te despiertas, lo único importante para mi es tenerte aquí, entre mis brazos; de nuevo solo suspiras sin despertarte –si que tienes el sueño pesado- te haces ovillo y te acercas más a mi.
Es verano y estamos así de cerca, pero no siento que e calor sea una molestia, la suave brisa que entra por la ventana es suficiente para refrescar la habitación.
Me quede un largo rato en esa posición, abrazandote y acariciando tu espalda. Veo por encima de tu cabeza el reloj sobre tu buro…3:30…es muy tarde y mañana tengo que ir a la universidad.
Con cuidado deposito tu cabeza sobre la almohada y me dirijo hacia la puerta. Antes de salir volteo a verte por última vez, sigues ahí, acostado en tu cama y con los rayos de la luna iluminando tu angelical rostro.
No resisto y me acerco de nuevo a tu cama… me acerco a tu rostro y uno mis labios a los tuyos en un suave beso que duro un segundo, acaricio de nuevo tu cabello y te susurro al oído una despedida –adios mi amor- por que eso eres para mi, mi amor, mi motivo para vivir.
Salgo de tu habitación y entrecierro la puerta, por un momento juraría que te escuche decir mi nombre, pero es imposible, tu sigues dormido.
Entro en mi habitación y me meto a la cama, solo podre dormir dos horas pero valio la pena, llevo mi mano a mis labios…que suaves son tus labios Shun.
Giro sbre mi costado y me quedo viendo a la luna por mi ventana. Como quisiera decirte todo lo que siento por ti, pero, por ahora, me conformo con verte mientras duermes.
Al fin el sueño me vence y comienzo a soñar contigo….Shun, te amo…