Una sirena de las profundidades vino a mí
Cantó mi nombre y mi deseo
Aún escribo mis canciones sobre ese sueño mío
Vale todo lo que pueda llegar ser
-Ud es el doctor de la otra vez – exclamó, Shaka al reconocerlo.
-Es una cadena (intentó explicar el médico) – Todos somos especiales para alguien, solo que difícilmente, nos damos cuenta de ello. Si dicha persona desapareciera ¿qué sería de la otra? (Dijo observando hacia la ventana) ¿No te parece hermosa la luna? Su tenue luz la hace aún más bella por lo cual es protagonista de muchas historias románticas (Pausó un momento, para luego continuar) ¿Sabes? La vida tiene ese mismo brillo ó aún mejor pero para verlo, debes observar con tu corazón, no con tus ojos …
-¿Con mi corazón? – Shaka se encontraba perplejo ante la situación.
-Así es, además hay muchas otras cosas que debes ver con tu corazón. Espero, lo hayas comprendido –Sonrió, retirándose a la puerta.
-¡Espere, no me ha dicho su nombre! – Pronunció al tratar de seguirlo, mas ya era tarde, lo había perdido de vista.
Simultáneamente, trató de adivinar por cuál de las dos direcciones que conducía el extenso pasillo, se había dirigido. Luego de caminar por los alrededores del hospital, logró distinguirlo a lo lejos.
-¡Oiga! – Exclamó esperanzado porque este lo escuchase, más aquel hombre continuó su rumbo.
Cuando sus pasos no parecían tener fin, se detuvieron delante de la puerta de terapia intensiva que se encontraban abierta.
-Disculpe que lo moleste … pero … yo … - Articuló Shaka al ver que imprevistamente, aquellas verdes orbes, llenos de amor y bondad comenzaban a ser invadidas por un sentimiento de nostalgia, mientras que detrás de él, unas alas blancas podían apreciarse. Las mismas empezaban a brillar desde una débil luz a un gran resplandor. Lentamente su cuerpo pareció inmaterializarse hasta el punto de disolverse por completo en el aire.
Esa persona que su corazón había reconocido, tantas veces era un ángel …
La Criatura nacerá de nuevo
Esa sirena lo llevó hacia mí
El primero de sus verdaderos amores
Cantando sobre los hombros de un ángel
Sin que te importe amar y perder
Atónito por lo sucedido, Shaka quedó inmóvil, frente aquel sitio por lo que no se percató que un reflector de luz se hallaba encendido. ¿Alguien se habría dado cuenta de su presencia? No obstante sus ojos se paralizaron al observar una monstruosidad de parte de uno de los doctores de la zona.
El deslumbre del metal de un escarpelo se movía realizando cortes profundos … Algunas lágrimas aún permanecían en el rostro de dichas personas que se mezclaban con la sangre derramada.
Las manos de un médico, no daban el bien, obsequiaban dolor y sufrimiento. Su lema no era salvar vidas, sino destruirlas. Él no curaba sus males, las infectaba aún más con odio, en cada momento… Su presencia no les daba alegría, el terror de tenerlo cerca era contagiado como una peste. El médico asesino detuvo su accionar, al darse cuenta de que alguien lo observaba…
-¡Tu! - Pronunció con ojos enfurecidos, a la vez que la sangre de sus victimas recorrían cada centímetro de sus manos.
Deseaba huir, pero sus piernas no respondían a su deseo, deseaba pedir auxilio, pero su voz se hallaba adormecida, inerte y sin salida decidió aguardar por su muerte pero entonces…
-¡Ya basta, Edouard Lemencier! –Una luminosidad radiante apareció en aquella sala – ¡No permitiremos que sigas haciendo de las tuyas, escoria miserable!
De pronto, una flecha salió de aquel mismo fulgor abalanzándose sobre el criminal. Ventajosamente, éste tuvo tiempo de esquivarla a tiempo, sin embargo logró herirle un poco su brazo izquierdo.
-No, de nada sirve usar mis poderes, de igual forma seguirás deambulando en la tierra haciendo atrocidades con los mortales. Es necesario cortar de raíz este mal–Resonó una voz en todos los rincones del recinto –Favorablemente, la suerte se pone de nuestro lado…
De a poco ese resplandor fue tomando una forma semi humana hasta el punto en que pudo verse a aquel ser claramente. Su rostro era tan blanco, como las nubes. Sus ojos eran grisáceos, igual a la más feroz tormenta cuando atenta, Fríos. La única virtud que demostraban era la batalla. Su largo cabello rubio ensortijado era quien cubría esas grandes y luminosas alas que guardaba en su espalda.
-Aioria, creo que ya has encontrado a la persona indicada – Pronunció su enérgica voz al mismo tiempo que aquel médico de orbes verdes hacía su presencia en el lugar.
-Entonces mis sospechas eran correctas pero necesitaba tu confirmación, Asaliah –pronunció, Aioria, observando a Shaka
-Pues ya la tienes – Dijo acercándose al asesino. Delicadamente posó una mano sobre él y con ayuda de algún poder sobrenatural logró paralizarlo.
-¡¡¡ Ahhhh !!! ¡¡¡ Maldito ángel suéltame !!! – Expresó éste al sentir su gran poder
-Corrección, no soy un ángel común, pertenezco a la jerarquía de los virtuosos – Emitió mientras sujetaba más al hombre para mantenerlo inmovilizado por más tiempo. Lentamente, se levantó y se encaminó hacia el joven enfermo.
-Mis saludos, joven Shaka, un placer conocerte. Mi nombre es Asaliah y pertenezco a los setenta y dos ángeles guardianes de la Cabala, además de la Segunda Jerarquía, perteneciente al coro de los virtuosos –Dijo haciendo una reverencia de cortesía. Shaka quedó sumamente sorprendido al ver que sus labios no se movían, no obstante, sus oraciones le llegaban directamente. – No te asustes, es solo una comunicación a través del chacra de tu coronilla, los ángeles, nos comunicamos de este modo. No necesitamos de un lenguaje en específico.
-¡¿Qué significa todo esto?! ¡No entiendo lo que ocurre! – En aquel entonces muchos interrogantes aparecían en su mente, lo cual lo desesperaba.
-Tranquilo, no temas. Ahora el bien está contigo, pero este, también necesita de tu ayuda – El cálido cosmos de aquel ser celestial hizo calmar el desosiego de Shaka
-¡¿Qué quieres decir?! – Respondió el muchacho, algo confundido
-Dejaré que Aioria, te explique con más detalles – Pronunció el ángel apartándose, dando lugar a aquel hombre de relatar lo que dió origen a esta tragedia.
-Mi nombre es Aioria Dómine, mucho gusto en conocerte, joven Shaka
La melancolía eterna se reflejaba nuevamente en su rostro.
– Hace tres años fui médico de este hospital, donde actualmente, esta desdicha es desatada…
***Flashback***
-En nombre de todos los ciudadanos de esta ciudad, agradecemos al señor Aioria Dómine, por haber ayudado a la población en su mayor estado de gravedad – Dijo el alcalde, al mismo tiempo, que entregaba una medalla de mérito al doctor que había socorrido a la gente del municipio de la gran peste que invadió el lugar.
Solo alegría y regocijo se encontraban presentes en aquel acto más entre la multitud alguien se hallaba en profundo descontento.
-¡Malditos sean todos! Me encargaré de destruir a esta ciudad con mis propias manos ¡Me suplicarán por sus vidas!… ¡Idiotas! Y tu… Estúpido bastardo - Dijo observando aquella sonrisa en el rostro de Aioria –¡Veremos cuánto te dura esa felicidad!… ¿¿¿Te crees mejor que yo??? ¡¡¡ Pagarás muy caro tu osadía !!! ¡¡¡Estúpido engendro !!! (exclamó retirándose de aquel lugar).
-Muchas gracias por sus felicitaciones, alcalde –Sonrió, Aioria luego de recibir una ola de halagos de parte de la muchedumbre pero en realidad, esto no fue solo obra mía en el proyecto recibí la ayuda de muchas personas. Todas ellas colaboraron en los sanitarios repartiendo los anticuerpos y vacunando a todos los habitantes infectados – Alzó su vista para ahora poder ver el brillo de las diversas sonrisas que le eran obsequiadas de parte del público.
La jornada se había dado por finalizada. Regresó a su consultorio. Sobre la mesa, muchos obsequios se encontraban de sus colegas, familiares, y demás pacientes. Su corazón se sentía feliz de saber que la gente le permitía ser él quien cure sus males. En ese momento, fue interrumpido cuando alcanzó a oír que alguien tocaba su puerta.
-Adelante – Exclamó mientras terminaba de poner todo en orden en su escritorio.
-Aioria ¿Cómo has estado? Muchas felicidades – Se trataba de Edouard, su actual colega y amigo de la universidad de medicina, quien parecía felicitarlo por la gran hazaña que tuvo.
-Gracias… Pero tu trabajo, también fue muy brillante, yo también creía en la perfecta combinación de sustancias que hiciste pero como es una infección muy grande, los antibióticos debían tener más cantidad de miligramos.
Edouard siempre había sido el que más se destacaba en clases por lo que le parecía un poco extraño haberlo superado esta vez.
-Aioria… No seas modesto ¿Por qué no mejor celebramos este triunfo? – Dijo sirviendo un poco de champagne que traía en sus manos.
-Gracias… Eres muy considerado – Pronunció al decidir beber de aquel líquido, que comenzaba a desplazarse por su esófago, entretanto … Una sonrisa malévola aparecía en el rostro de su compañero. Miles de trozos de vidrio se estrellaron contra el suelo a la vez que Aioria empezaba a sufrir graves convulsiones y de a poco las fuerzas lo iban abandonando.
Cada quejido que expresaba en voz alta, se convertía en música para los oídos de Edouard, al mismo tiempo que estos eran acompañados por sus crueles carcajadas…
-¿Qué… qué… me has dado? – Pronunció esforzando su voz lo más que podía, Aioria
-Ja, ja, ja… Me extraña de un médico tan inteligente como tú, no saber distinguir un veneno… Entonces, también diré que no conoces el arsénico.
-¿¿¿ Arsénico??? … Edouard… ¿Por qué? – En sus manos no solo se llevaba su vida, se llevaba sus sueños.
-¿ Por qué? Ja, ja, ja… Es la pregunta más irónica que he escuchado… No solo me robaste la fama, sino la oportunidad de ser alguien pero descuida, tanto el director, como así también a tus propios pacientes cobraré venganza por ello - Sus ojos rencorosos demostraban toda aquella amargura que en él se hallaba guardada, detrás de sus pupilas marrones aquel odio sin razón era visible.
-¡¿¿¿Qué dices???!
-Pero eso no termina aquí, no. Seguiré haciéndolo incluso después de mi muerte y por eso, los seres infernales, me permitirán transitar por la tierra ¡Provocaré sangre y destrucción!
Él ya no podía ser el Edouard que Aioria conocía de seguro algo malo le estaba pasando, un médico jamás diría tales crueldades.
-Edouard… Por favor… Piensa un minuto lo que dices… Las palabras son fáciles de decirlas, pero difícilmente de aceptar su significado. Recuerda aquel juramento que ambos hicimos al egresar de la facultad… -Aioria trataba de hacer entrar en razón a su colega, aunque su vida estaba prácticamente ya acabada…- Edouard… No…
Tras varios intentos fallidos, abandonó la lucha contra la muerte, para adormecerse bajo el manto del sueño eterno…
Ágilmente se escabulló entre los enfermeros y doctores que se encontraban en los pasillos. Después de haber tomado una decisión así, no permitiría que alguien lo viera. Sin embrago, cuando intentaba escaparse por la salida principal, fue envestido por una paramédica que justo ingresaba de frente.
-¡Cielos! Mil disculpas, doctor… Es que me llamaban en el quirófano… -Vera, es una emergencia y yo… ¿Doctor? ¿Está sangrando? – La astuta mujer logró percatarse de un corte en una se sus muñecas, la cual parecía ser profunda… - Debemos actuar rápido, parece que se quiere infeccionar…
-Ahhh… Si… bueno, pacientes, ya sabe…-Sonrió para disimular que nada sucedía - Pero no se preocupe, yo me encargaré solo de ella.
“¡Maldición… Espero, no haber dejado ningún rastro de sangre” -Pensaba
-Descuide, yo no tengo ningún problema en socorrerlo – Pronunció con las mejores intensiones de ayudarlo…
-¡No! ¡Déjelo así! – Inmediatamente se apartó de ella y finalmente logró salir del hospital.
Finalmente, logró sentirse libre de toda la culpa, satisfecho por lo había hecho, tanto que no se percató que se encontraba a mitad de la avenida por ironía de la vida pagó por sus actos cometidos, tras ser arrollado por un auto, el cual lo embistió.
***End Flashback***
-Hice todo lo que pude pero su alma, ya estaba maldita…- Sus ojos se dirigieron a Edouard, como aquella última vez que lo vio en vida…
Shaka sintió su alma morir en aquel instante, no pudo evitar derramar lágrimas al enterarse que aquel joven, no pertenecía a este mundo, no sabía por qué su corazón estallaba ahora en mil pedazos.
Llévame a casa o déjame ser
Mi amor en el corazón oscuro de la noche
He perdido el camino por delante
El que está detrás me llevará
-Muchas personas creen que entregándose a las fuerzas del mal obtendrán algo positivo, se equivocan. La única gloria y lo bueno está en las manos de Dios, nuestro creador. Los demás solo se convierten en esclavos de la miseria espiritual. Tal fue el caso del señor Edouard Lemencier- Expresó el ángel a través de su comunicación telepática – Es así, como estas almas, lo único que provocan son desgracias para con los humanos y es necesario encerrarlas en la “Prision Eterna” que es una especie de portal, para aquellos seres que no conciliaron el descanso eterno en el paraíso. Esta solo puede abrirse tras la lectura de un mortal puro y con dotes espirituales. No obstante es difícil hallar una persona así.
-Comprendo pero… ¿en qué puedo ayudarlos? – Para Shaka le era difícil interpretar lo que el ángel le transmitía.
-Amigo, Shaka… – Pronunció mientras sostenía una de sus manos – Tu eres esa persona
-Pero… Yo no poseo dotes espirituales… Solo soy…-El ángel sacó delicadamente aquel colgante perteneciente a su madre…
-Shaka, tu madre Madeleine Sabagni, tenía esos dotes, que ahora pasaron a ti. Este colgante que llevas siempre contigo era lo que le permitía un mayor contacto con el mundo espiritual, tu heredaste esos dotes que aún son más grandes que los de tu madre. Una prueba de ello, es que nadie pudo vernos a nosotros mas que tu.
Ahora, depende de ti de seguir o no el camino de tu madre. No te obligaré pero piensa en todas aquellas personas que ayudarías a evitar su próxima muerte.
El ángel aguardó silencio hasta que Shaka tomó su decisión. Sabía que esta aventura traería peligros pero su respuesta fue otra.
-Acepto. Me dispongo a ayudar a Aioria, como así también a todas las personas que atraviesan esta dificultad.
-¿En serio? Ja, ja, ja… Dudo que un muchachito tonto, como él les sirva de ayuda… -Reía Edouard burlándose de lo que ellos pretendían hacer - ¡Nadie podrá detenerme! ¡Nadie! – Dijo liberándose de aquella cadenas que lo mantenían oprimido al mismo tiempo que huía en medio de sombras.
-Será mejor comenzar a actuar desde ahora, presiento que más muertes están cerca - Dijo el ángel a la vez que abría un portal hacia otra dimensión.
Él primero en atravesarlo fue Aioria quien extendió su mano para ser escoltado por Shaka.
Continuará…