Este oneshot lo escribi de regalo de Navidad para Jamir, eh decidido traerlo aqui ya que es mi primer Twinscest y el unico jajajajajaja
Espero sea de su agrado.***********************************************¿Gemelos y Amantes?
Las puertas de roble se estrellan tras el paso de tan audaces señores.
- ¡No rogué y te saque de las profundidades del Inframundo, para que me vengas y me pongas tremenda cara! – Profería molesto el menor de los gemelos.
- ¡Si mal no recuerdo, no te pedí que lo hicieras! – El mayor cruzaba la gran estancia, dejando atrás a su hermano.
Quien tuviera la dicha de poder observarles no podría diferenciales uno del otro, como dos gotas de agua en el exterior, mas en el interior uno tan distinto al otro. Gemelos de nacimiento, concebidos bajo una buena estrella, ó deberíamos decir de un buen cascaron.
- Vamos Cástor, ¿cual es tu molestia? – El gemelo menor se cruzo de brazos, apunto de perder la paciencia con su amado hermano.
Realmente su lazo con el mayor era impresionante, juntos desde su nacimiento, no había momento en el que estuviesen separados, desde que recordaba todo lo realizaba con el, cada disciplina, cada batalla, charlas, reuniones, incluso las visitas hacia el pueblo siempre iban juntos. Ahora no podía comprender por que desde tan insignificante suceso, su gemelo se portaba tan arisco con el.
Bueno debía admitir estar en el hades, “muerto” no debía ser nada agradable, ni una experiencia que quisiera rememorar, pero a su parecer eso ya había quedado atrás, ¡que acaso su padre no le había regresado a la vida!, ¡y que mejor concedido ya la inmortalidad!. Entonces no comprendía por que tenia tremenda cara.
- Hombre deja ya el gesto de Caronte, ya no sigues cruzando el Estigia, ¡podrías! tan siquiera curvear los labios y decir, “¡gracias! amado hermano, alabo tu ser y beso tus pies Pólux” – Hacia ademanes con sus manos como si fuese su gemelo agradeciendo.
El gemelo se viro levemente para observar tal dramaturgo a sus espaldas, mientras resoplando con cansancio abandono la habitación, saliendo rumbo a las caballerías, si había algo que lo relajara y que bajara sus deseos por matar a su gemelo, ese algo eran sus caballos, nada mejor que la cabalgata para quitar la leyenda “yace aquí Pólux, gallardo guerrero, buen boxeador e impertinente hablador”.
Si los dioses les habían dotado de algo era la destreza de domar cualquier caballo a el y la habilidad de boxeo al menor, mas sin embargo el don del dialogo eso era algo que Pólux jamás tendría.
Tomo a su favorito, cisne en honor a su padre, hermoso ejemplar blanco con gran porte, audaz y tenaz, tal como el se consideraba. Las planicies se abrieron ante el mostrándole toda su belleza, recibiéndole como cada tarde, realmente había extrañado ver aquellos parajes, en el inframundo solo hay piedras, suspiro con profundidad tras hacer la comparación y recordar. En algo tenia razón su hermano y eso era que debía agradecer por volver a ver el mundo de los vivos.
Mas sin embargo había algo aun mas importante por lo que debía agradecer, y eso era volverle a ver. Siguió adelante tratando de dejar su mente en blanco y solo respirar y respirar, uniéndose a su corcel y recorriendo la vastedad de las planicies.
Mientras en aquel resguardo, el menor golpeaba una y otra ves con sus mejores técnicas y ganchos, aquel costal de arena, el cual giraba y se movía con fiereza sucumbiendo lentamente bajo letales golpes.
- ¡Imbecil!, cruzó el maldito Inframundo de punta norte a sur solo para buscarte y traerte, ¿y que me gano? ¡Eh! – Incrusto un puñetazo en el centro de la cara de su gemelo improvisada, marcada por el mismo con un pedazo de carboncillo.
- ¡Que me ignores!, que ni siquiera las gracias me des, y que lo primero que hagas al regresar sea dejarme hablando solo y largarte con tus estupidas bestias a rumiar las malditas planicies! – Su rostro contraído en una molestia tal por saberse ignorado por aquel.
- Lo primero que hare por la mañana, será enviar una corona de flores y una canasta de la fruta mas dulce como muestra de agradecimiento a Idas y Linceo, por haberte matado hermanito – Atizo un certero puñetazo rompiendo aquel saco, bufando aun molesto.
Tomando de golpe la toalla que un sirviente le tendía, secando su bello rostro de las gotas de sudor que tenían la osadía de bajar por el. Debió respirar con profundidad tantas veces, que perdió la cuenta, solo había un ser en todo el mundo conocido y en el olimpo con el que no podía descargar su furia, molerle a golpes y verle suplicando a sus pies, y ese para su desgracia era Cástor su hermano.
El ocaso cayo lentamente, llevándose la luz del sol y dejando en su lugar a la madre luna, Artemisa brillaba con fuerza y elegancia en el firmamento, mientras uno de sus tantos congeneres cabalgaba bajo su luz, regresando lentamente a su resguardo, queriendo comer algo y tomar un baño, ya había despejado su mente y por ello solo quería regresar.
Al llegar a las caballerizas el mozo despertó y tomo a cisne llevándole adentro a que comiese y descansara, lo mismo que su señor haría, sus pasos firmes y calmos le llevaron hacia el comedor, donde esperaba encontrarse con su gemelo y como suponía ahí estaba, mas algo llamo su atención, la acostumbrada frase de cinismo de bienvenida no se había proferido, es mas, ¡¿cuando Pólux leía un pergamino y comía en silencio?!, si su memoria no fallaba lo cual nunca había sucedido ni sucedía en ese instante, ¡jamás! era la respuesta.
Mas sin embargo ahí estaba, su gemelo leyendo y comiendo en un perfecto silencio, ó estaba aun en la antenora ó su gemelo se había vuelto cuerdo. Cual sea de las dos opciones ninguna le agradaba en lo absoluto.
Camino lentamente cauteloso ante cualquier emboscada ó jugarreta de su hermano, quizás esa calma solo era el cortinaje de donde vendría la tormenta, llego hasta su silla frente a su hermano, el cual ni siquiera seña hizo de haberse dado cuenta de su presencia, es, es como si le ignorase. Pero que se creía al ignorarlo a el. Su ceja se enarco, mientras sus pensamientos se arremolinaban en su cabeza, a si, pues si es así como quiere jugar, le demostraría que dos pueden jugar a la par.
Se sentó con toda calma tomando la servilleta a su lado, acomodándola en su regazo y comenzando a cenar, en silencio, ignorando la presencia de su gemelo y este a su ves hacia lo mismo.
Si las cenas eran la hora de charlas y barullo para ellos, esta parecía un velorio, quien los viera diría que estaban velando a sus lenguas por que nada salía de ellas.
Pólux termino de cenar, enrollo su pergamino y se levanto, dirigiéndose a sus aposentos sin mayor charla o atisbo de darle las buenas noches. Retiro sus ropas y solo quedo en el pantalón de seda, acostándose después en su lecho, abrazando aquella almohada bufando molesto.
Definitivamente la canasta de frutas y la corona de flores le parecía una excelente idea, cerro sus ojos tratando de dormir un poco con esa imagen.
Camino por aquellos pasillos molesto, contrariado, su hermano no era así, realmente comienza a preocuparse, sus berrinches no son nada nuevo, es decir siempre y casi todos los días hace uno de esa índole, pero entonces por que le preocupa tanto el de esta noche, que no debería ya estar acostumbrado e irse a sus aposentos esperando que su hermano se escurra a media noche por el pasillo y llegue a su aposento, adentrándose en su cama y abrazándole como siempre lo hace después de que se le pasa su berrinche.
Pero entonces por que esta ves todos sus sentidos le dicen que no será así, que hay algo mas en el fondo, algo que debe hablar y arreglar. Un suspiro de frustración escapa de sus labios, mientras sus manos jalan un tanto sus largos cabellos, como si así las dudas y el malestar desaparecieran, como si la antorcha se encendiera y alumbrara esa cabezota suya. Definitivamente debía irse a descansar, por la mañana su hermano seria el mismo y quien quita y despierta con el a su lado.
Tras pensar aquello se retiro a su habitación, colocándose su fina ropa de noche y adentrándose a su lecho, cerrando sus ojos esperando y esperando, y por mencionar esperando.
La mañana siguiente llego, y en el comedor un descansado y jovial Pólux desayunaba, mientras por las escaleras bajaba un ojeroso y enfurruñado Cástor, al entrar al comedor y ver al otro tan activo y despreocupado, no pudo mas que sentir enojo.
- ¡Pero que te crees tu eh! – Estallo al ver al otro que tomaba un pedazo de pan.
Su gemelo volteo a verle, enarcando una ceja para después estallar en risas por su aspecto.
- Pero que tenemos aquí, por todos los dioses del olimpo, parece hermano que tuviste una contienda contra tu almohada y puedo ver quien fue la vencedora – Una sonora carcajada fue proferida de sus labios, solo acallada por el pedazo de pan.
Cástor tomo el vaso de jugo que un criado le tendía aventándoselo al menor impactándolo en su frente mientras este estaba desprevenido. La reacción del otro no se hizo esperar levantándose de su asiento.
- Te lo advierto Cástor, el echo de que no hayas podido dormir no se diablos por que razón, no significa que vengas a desquitarte conmigo – Sus esmeralda brillaron furioso.
- Me advierte, tu a mi me adviertes, mira nada mas faltaba menos viniendo de ti – De igual forma sus esmeraldas brillaron viendo lo que podría parecer su reflejo.
Las manos del menor pegaron con fuerza en la mesa, haciendo saltar las copas de jugo derramándoles.
- Estoy Harto, desde que regresaste estas como un desquiciado, eso quieres Cástor, bien, quédate solo, me largo escuchaste, me largo – Salio de aquella habitación no sin antes ver con furia a su gemelo, saliendo a grandes zancadas del resguardo.
Si algo no soportaba eso era ver a su hermano recriminarle por algo que sabia no era su culpa, si la “muerte” y su estadía de confort en el inframundo le habían cambiado, estaba perfecto para el, si no se daba cuenta lo mucho que le importaba como para haberse enfrentado a su padre y abogar por el y mas aparte ir y charlar en tan “amena” conversación de muerte con Hades, ese, era problema de Cástor no suyo.
Tras verle salir lucho contra si mismo, mordiéndose el labio inferior, no podría simplemente irse y dejarle verdad, digo solo lo había dicho por decir, realmente no lo llevaría acabo, pero eso mismo dijo en la noche y ve el resultado, una noche en vela esperándolo y nunca llego, al parecer Pólux hablaba enserio y si no iba tras de el, este jamás regresaría, una eternidad sin su gemelo no podría decirse eternidad.
Salio corriendo tras de el, viéndolo a la lejanía cabalgando, ese era cisne, maldito había tomado a su caballo, corrió a la caballeriza tomando a fénix, era el único que podía darle alcance en menos tiempo, lo espoleo y le hizo correr a todo galope, gritándole al otro.
- ¡Detente!, crees que esto quedara así como así – Gritaba en alto viendo la espalda del otro a unos cuantos metros, espoleándole mas.
El menor escucho girándose al verlo venir en otro animal.
- Un animal encima de otro - Rodó los ojos, espoleando al suyo, aun estaba molesto no quería ni verle, si no tendría un nuevo saco que golpear y de este no saldría arena.
Una carrera o persecución se dio entre ambos, sus cabellos flotaban por el viento, y las respiraciones de tan fuerte animales se escuchaban, debieron parar no por su gusto si no por que los caballos se negaron a seguir la desenfrenada carrera, deteniéndose a orillas de un arroyuelo a beber agua, mientras los gemelos, se dedicaban a ignorarse, al parecer la molestia del mayor y sus intensiones debían andar flotando junto con el viento ya que su boca estaba cerrada y ni que decir del menor, si romper ramas y boxear con troncos era hablar, su charla era muy fluida.
Cástor tomo asiento en una roca, viendo de reojo al otro, lucia molesto, le conocía bien y sabia que si no le dirigía la palabra ni le miraba era que lo estaba, ambos eran cabezas duras y orgullosos, pero era su hermano, aquel al que, bueno su hermano después de todo.
- Deberías dejar que almenos se defendiera el árbol – Poso sus esmeraldas en el esperando el otro respondiera.
Una risotada fue lo primero que escucho de su consanguíneo.
- Por que no vienes tu, y tomas su lugar, almenos tu si podrías dar buena batalla – Se giro viendo al otro.
Cástor se levanto, iracundo, el quería hablar y arreglar las cosas y el insolente Pólux solo quería molerlo a golpes, le mostraría que tan buena batalla podría dar, dio unos pasos hacia el alzando su puño, mas un derechazo a su barbilla fue lo que recibió, haciéndole virar el rostro atónito, realmente le había pegado, ¡a el!, ¡le había pegado!.
Iracundo comenzó a repartir golpes, algunos certeros otros fallidos, recibiendo por igual los del menor, haciéndole gemir de dolor, respondiendo a la par. Un golpe a la mandíbula le propino al menor y este respondió con uno al estomago, cayendo cansados y exhaustos al pasto.
Uno al lado del otro sangrando y adoloridos, viendo ambos al firmamento, a esa mañana clara y despejada.
- Siempre eres tan imbecil – El menor hablo, mientras limpiaba su labio ensangrentado con el dorso de su mano.
- Ni se diga de ti hermanito – Acomodo uno de sus dedos que estaba en una posición extraña.
Hizo acopio de toda su falacia y agrego sin pensarlo mas tiempo.
- Y es así como te amo – Giro su rostro viendo al ser a su lado, el cual abrió sus ojos mostrando tan bellas esmeraldas que brillaron con sus palabras.
Lo siguiente que vio fue al menor sobre su cuerpo a escasos centímetros de su rostro viéndole fijamente.
- Y yo a ti, tardaste mucho en decirlo, un poco mas y los eliseos serian desierto- Bajo su rostro aprisionando suavemente aquellos labios, con los que tanto había soñado.
Quien dice que los dioses no son lentos e indecisos, quien aun sostenga lo contrario debería conocer a estos.
Días después en el comedor del castillo de Idas y Linceo, descansa una canasta de frutas variadas y una corona que recita así: “Gracias por el favor otorgado” Firman C&P.