Amante de la guerra y de todo lo que tuviera que ver con ella Ares coleccionaba cualquier cosa que a su parecer fuera digna de estar en las manos del mismo dios de la guerra, la caballeriza era un vivo ejemplo de ello, el edificio resguardado en la parte trasera de su templo contenía los mejores ejemplares de potros con los que se había hecho el dios. Algunos de ellos eran animales de guerra utilizados por los romanos, otros pertenecían a culturas menos conocidas pero igual de aguerridas.
Algunos de ellos, sus favoritos eran guerreros que no sabían de derrotas y nunca pudieron ser domados por los humanos, demasiados animales en aquellas caballerizas y todos ellos eran suyos, y se sentía orgulloso de ello.