Oculta entre los largos pasillos y escaleras del templo se encontraba la recamara, que mas parecía el cuartel desde el cual operaba el dios de la guerra, justo en el centro del templo, era necesario conocer el lugar a la perfección o de lo contrario no se podía acceder al pequeño cuarto que estaba repleto de los objetos mas importantes para el dios, y una pequeña cama un poco mas delgada que una matrimonial.
Uno de los perros de guerra favoritos de dios pasaba la mayor parte del tiempo vigilando la entrada de aquella habitación.