Cada vez que se encontraban de nuevo descubrieron que aquello que sintieron desde un principio fue creciendo hasta el punto en gobernar su corazón, por completo. Pero contrariamente a esto, el temor a no ser correspondido parecía ser más fuerte.
Un día, Shun decidió ir a buscarlo como era de costumbre, mas no lo encontró. Luego de varios intentos fallidos de tocar la puerta se percató que esta se encontraba abierta y decidió ingresar.
-¿Hyoga?- Lo llamó, mas no recibió respuesta. Al parecer había salido unos instantes – Mejor lo espero aquí.
En su camino logró divisar una hoja de papel. Pensó que a lo mejor se trataría de una nota. Se acercó y la levanto cuidadosamente.
Sus ojos quedaron sorprendidos al ver el dibujo que yacía en el papel: una imagen de él se encontraba. ¿Cómo? ¿Por qué? Eran sus interrogantes en aquellos momentos. Sus mejillas se sonrojaron unos segundos para luego oír el fuerte latido de su corazón. ¿Acaso sería que…? No, no podría. Aunque aquella fantasía sonaba como cierta debía comprender que a lo mejor sus sentimientos no fueran correspondidos. Unas cuantas lágrimas cayeron involuntariamente de sus ojos. Parecía que aquel deseo de decir: “Te amo” ahora se convertía en castigo por amar.
-Shun…disculpa la demora yo…-Para peor de sus males justo llegó su amigo- ¿Shun?
-¡Hyoga!- Respondió Sorprendido.
Hyoga se percató que aquella hoja de papel que sostenía en sus manos era su dibujo. ¿Habría descubierto su secreto, Shun?
-Shun… yo - Busco entre miles de excusas, pero ninguna de ellas parecía mentir que no lo amaba.
De repente sus palabras se silenciaron al sentir el fraterno abrazo de Shun que lo cubría…
-Hyoga… Una vez me dijiste que mirara con mi corazón. Pero… ¿Qué sucede si aquello que debo descubrir, me hace daño?
Aquellas palabras sonaron un poco fuertes para Hyoga. ¿Qué querría decir Shun con eso? Su corazón temía saber la respuesta, el lo amaba tanto. Mientras lo cubría con sus brazos acercó su mirada a la de Shun.
-Hyoga… ¿Qué sucede si aquello aleja para siempre a la persona que ahora esta a mi lado?
El silencio predominó el lugar dejando a su vez, el suspenso acompañar la desesperación de dos corazones enamorados.
De pronto, el más dulce de los besos fue depositado en los labios de Hyoga. El mismo, acortó la corta distancia que en ellos se encontraba. Un momento de lucidez fue para Hyoga.
Al ver que este no respondió a su caricia, se separó lentamente de su cuerpo. Cuando estaba a punto de marcharse fue tomado del brazo y acercado nuevamente al pecho de Hyoga. Este inundó de besos sus labios y su cuello.
-Te amo, Shun-Susurró, Hyoga en su oído
-Yo también – Dijo acariciando su espalda.
Aunque en estos momentos el alma de Hyoga no podría estar más feliz, una tristeza no dejaba de incomodarle: aunque la mitad de su vida se encontraba en estas tierras, la otra debía ser libre para viajar a todos los rincones del mundo y lograr cumplir su sueño.
-Espera, Shun…-Dijo separándolo de él- ¿Recuerdas que una vez, te dije que yo debía viajar para algún día cumplir mi sueño? Y ahora debo viajar dentro de dos semanas y no volveré en un año.
-Si, lo recuerdo - Pronunció mientras se entristecía. Él lo amaba, pero comprendía que sus sueños se encontraban del otro lado del océano…
-Shun… yo te amo y no quiero herirte - Dijo al abrazarlo.
-Lo sé… Pero no me importaría esperar el tiempo que fuese, yo estaré aquí – Respondió al entregarse nuevamente a los besos de Hyoga.
Fue así como ambos jóvenes se entregaron mutuamente, como símbolo de su amor y su promesa…
Lo que me has dado tú
No podré “olvidarlo más”
Y me acordaré para siempre
La fuerza que me das
Tú estarás siempre aquí
.
End Flashback
Al mismo tiempo, en la ciudad, Shun aguardaba por su regreso. Sus ojos se hallaban detenidos en aquel reloj. Tan solo media hora los separaba de estar juntos.
Mi cielo brilla porque
Tú lo animas
En mi corazón para
Toda la vida
Un lugar
No te pregunto donde es
Ni donde estoy, estarás aquí
-Hyoga…- Balbució
Miles de aquellos recuerdos de lo que vivieron regresaban con la puesta del sol. A la vez, las noches de soledad pasadas. En aquellos días, la luna era fiel testigo de su melancolía.
Ni donde estoy, estarás aquí
Aunque le hacía muy feliz el ver sus letras en las cartas, ya no era lo mismo sin el calor de su cuerpo. Al momento de responderlas, le era muy difícil decir que estaba bien, porque en realidad no era así. Solo aquella esperanza de encontrarle algún día le daba fuerzas para continuar.
Mi luz tú la enciendes
Y sabes porque
Yo me siento fuerte
Solo gracias a ti
Tú estarás siempre aquí
Tú estarás siempre aquí
Lentamente se levantó y se dirigió hacia su jefe …
-Disculpe las molestias, señor … pero me temo que hoy no podré cumplir con mis horas de trabajo, ya que debo retirarme, ahora.
-¿Ahora? – Dijo sorprendido – Pero … Solo faltan treinta minutos para que salgas. Además como vez hoy muchos de tus compañeros faltaron y debemos atender a los clientes que siguen llegando – Pronunció mientras veía más papeles amontonarse en su escritorio.
Las cosas no parecían estar bien para Shun. Ahora era muy probable que no llegara a verlo.
Mientras tanto, el joven Hyoga preparaba su regreso. Desde lejos se podía ver la ciudad claramente.
-Ya estamos más cerca, Shun – Exclamó a la vez que mantenía su vista en el puerto – Estarás aquí – Repitió una vez más, ahora mirando a su reloj.
Solo faltaban quince minutos para su encuentro. El mar era lo único que los separaba pero este, poco a poco parecía reducir su longitud.
En su trabajo, Shun se hallaba totalmente desilusionado. Se marchó hacia su asiento y desde su ventana se quedó observando el mar.
-Shun – Llamó uno de sus compañeros acercándose - ¿De veras necesitas salir, ahora?
-Así es Robert, pero supongo que las circunstancias, no lo permiten- Dijo agachando su mirada.
-Lo sé, así es el señor Francesco. Pero tú no te preocupes, yo te ayudaré.
-¡Pero Robert! Podrían sancionarte por esto… - Shun jamás permitiría que algo como eso podría pasarle a su amigo.
-No hay problema, Shun. Vete, yo te cubro – Pronunció mientras regresaba a su puesto de trabajo.
-Pero … - No le dio lugar a decir más nada - Gracias, Robert – Y diciendo esto se fue.
Ya afuera, Shun se marchó presuroso. Sus pasos corrían al compás de su corazón, mientras que su anhelo por encontrar a su persona amada crecía a medida que se acercaba.
El barco se hallaba rodeando las orillas de la ciudad. En el puerto, se podía contemplar como la gente daba la cálida bienvenida a los pasajeros. Era difícil distinguir a una persona entre la muchedumbre pero a pesar de eso, Hyoga se acercó para buscar a su amado.
-¿Estás aquí, Shun? – Se dijo algo preocupado.
Pronto el braco se detuvo y con el también, el suspenso de la larga espera. Los viajeros fueron descendiendo del crucero. Abrazos, emociones y reencuentros inundaron el lugar. Cada escena que se podía apreciar era emotiva para los ojos de cualquiera.
El muchacho rubio siguió su búsqueda a la vez que su corazón comenzó a ser invadido por el miedo.
Mi cielo brilla porque
Tú lo animas
En mi corazón para
Toda la vida
Un lugar …
Entretanto se acercaba al puerto, Shun observó a la aglomeración de gente que se distinguía a lo lejos. De seguro, le sería muy difícil encontrarlo.
Miró a su reloj una vez más, ya habían transcurrido cinco minutos desde que el barco llegó a la ciudad.
Al mismo tiempo, rendido de no poder encontrar a su amado, Hyoga se marchó hacia la playa, donde se conocieron por primera vez. Se sentó delicadamente sobre la arena posando sus ojos en el océano, que se encontraba frente de él.
-No. ¿Por qué estoy triste? Debería estar feliz por él – Unas cuantas lágrimas humedecieron su rostro – Quizás … Ahora haya encontrado a aquella persona que tanto esperaba … - Dijo a la vez que sus palabras eran consumidas por el viento.
De pronto, una suave voz, casi susurrante contestó mientras unos cálidos brazos lo rodeaban :
-Así es. Finalmente la he encontrado … Hyoga, te encontré a ti …
-¡Shun!- Exclamó al darle un caluroso abrazo, seguidamente de unos apasionados besos. En aquellos momentos su felicidad invadía sin límite su corazón, - Pensé que no me esperarías …
Shun le regaló nuevamente, otro abrazo y le respondió :
-Amor, la vida será concisa, mas nuestro amor será eterno.
No te pregunto donde es
Ni donde estoy, estarás aquí
Ni donde estoy, estarás aquí
-Shun, ahora vine a quedarme para siempre, contigo – Dijo al responder aquel gesto.
-Hyoga … es que nunca te fuiste. Siempre estuviste en mi corazón.
Este solo sonrió, entretanto dejó que aquel romántico ambiente creara su palacio de felicidad.
Estarás aquí …
Fin