Entrada al templo de Hermes

La entrada al templo del dios de los mercantes de es marfil blanco. Quien diría que dios tan díscolo tendría un templo tan inmaculado.

Después de pasear por las caballerizas decidí salir a hacer una visita inesperada a alguno de los dioses que estuvieran olvidando mi persona, así que montando uno de mis mejores corceles me dirigí al templo de Hermes, baje del caballo y le di una palmada para indicarle que volviera a casa solo. Camine hasta la puerta del templo observando con cuidado el lugar que se encontraba frente a mi, demasiado fácil de invadir, como es que los dioses viven en estos lugares tan simples, y no les importa en lo mas mínimo el tener una edificación fuerte contra enemigos e intrusos. Me detuve en la entrada y espere a que el dueño del templo saliera a recibirme a estas alturas seguro había notado mi presencia en su templo.

Veo como Hermes se acerca volando gracias a sus sandalias... como es que alguien puede viajar de ese modo... veo como desciende junto a mi con una sonrisa en los labios y de inmediato llega a mi la respuesta a su pregunta "un encuentro cuerpo a cuerpo"... pero por educación o por aparentar ante la presa busco otra respuesta para el dios de las alitas en los pies.


- He venido a visitarte, espero no te moleste mi compañía ya que yo ansiaba la tuya.

Me contesta con una sonrisa y mi vista se clava en sus facciones aunque no es difícil adivinar lo que piensa, me sonrió y comienzo a caminar tras sus pasos, observando detenidamente su andar tan ligero esperando verlo volar en algún momento de descuido para el dios pero no ocurre.


- Como gustes