El Comedor (incluida la cocina)

- Gracias, aunque no creo que sea para tanto - Me dice sonriendo al parecer algo avergonzado. Siento una agradable sensación al verlo sonrojarse, se ve perfecto, como un ángel - ¿Decías? - Me pregunta al notar que he susurrado algo, inmediatamente me pongo muy nervioso, he sido muy descarado al dejar salir mis pensamientos de esa forma. Ahora soy yo el que está tontamente sonrojado, cosa que antes para mí era practicamente imposible. Siempre frío y calmo. Me cubro la boca levemente y trato de recuperar la compostura. Miro a mi alrededor con temor de que todos lo notaran. Es entonces que me vuelve a hablar.

- puede servirse cuanto guste, es un gran placer que los pasteles hayan sido de su agrado; es más, podría acompañarnos a almorzar igual, obviamente si no es problema para usted, después le llevaría personalmente a la embajada - Siento que no puedo tener tanta suerte. Sonrió abiertamente, no puedo ocultar lo bien que me ha sentado la invitación.
-Muchas gracias, sinceramente, tiene un talento fantástico para la cocina. Soy sincero cuando digo que son deliciosos. Será un placer para mi si me permite acompañarlo más tiempo y disfrutar de su compañía y de las jovencitas aquí presentes - Me acomodo levemente - Si no es mucha molestia, me haría muy feliz si me acompaña hasta la embajada - Bajo mi mirada apenado, sé que ese tipo de cortesías se responden con un "no es necesario,no se moleste usted" pero... ¿Cómo desperdiciar la oportunidad de estar más tiempo con él? - Me muero por seguir probando lo que sus manos pueden preparar - Acoto al respecto del almuerzo mientras le sonrío evidentemente feliz

-Muchas gracias, sinceramente, tiene un talento fantástico para la cocina. Soy sincero cuando digo que son deliciosos. Será un placer para mí si me permite acompañarlo más tiempo y disfrutar de su compañía y de las jovencitas aquí presentes-

Le observo sonreír mientras se acomoda levemente, haciendo que mi corazón lata nuevamente descarrilado, desarmándome por completo ¿Cuantas veces habría pasado lo mismo? Ya he perdido la cuenta en lo que lleva del día, más específicamente desde que lo vi por primera vez en puerta de la habitación, saliendo de mi ensoñación al escucharlo nuevamente.

- Si no es mucha molestia, me haría muy feliz si me acompaña hasta la embajada –

- El placer sería todo nuestro que nos acompañe con su grata presencia – no pude evitarlo, su presencia se me es muy grata, para que negarlo – No es ninguna molestia para mi acompañarlo hasta que este acomodado en la embajada, estoy a su servicio – no se de donde salieron las palabras, pero es lo que siento en estos momentos, sobre todo si con ello puedo pasar más tiempo a su lado disfrutando de su compañía.

- Me muero por seguir probando lo que sus manos pueden preparar -

Me sorprendo la facilidad que tiene para sonrojarme, así como también acelerar mi corazón sintiendo hormigueos en mi interior, me gustaría responderle que estaría encantado de prepararle todos los días que me sea posible, manteniéndolo cerca no permitiéndole ir. No entiendo lo que sucede en mi interior, este sentir, estas sensaciones son nuevas y demasiados confusos pero no por ello dejan de ser placenteras, mi mente me dicta “recobra la compostura” mientras mi corazón me dice “déjate llevar”, una batalla se ha creado en mí, lo único que tengo claro es que no deseo dejar de sentir.

- Por mi encantado de que los deguste, prometo esmerarme en su elaboración – que más podría decir, es mi manera de obrar en todo lo que realizo. Como no podría esmerarme en lo que tan encantador joven me pide - ¿Desea algo en particular, algo de su tierra? ¿O prefiere algún platillo de nuestro reino? – me pierdo en su rostro de fino mármol, en sus facciones, recorriéndole una y otra vez hasta memorizarlas completamente.

- El placer sería todo nuestro que nos acompañe con su grata presencia – Sonrío ante esta aceptación, soy realmente afortunado de poder estar más tiempo con la persona que me hace sentir así.
– No es ninguna molestia para mi acompañarlo hasta que este acomodado en la embajada, estoy a su servicio – Al decirme esto, no puedo evitar que mi imaginación vuele lejos... quisiera poder hacer muchas otras peticiones, pero sé que estoy muy lejos de que algún día se me hagan realidad

Se sorprende después de que le he dicho que me muero por continuar comiendo lo que él prepara y me siento culpable de hacerle sentir tan incómodo, con lo amable que es, probablemente no quiere hacerme sentir fuera de lugar y se aguanta las ganas de decirme que soy un insolente. Sé que estoy abusando de mi suerte.

Otra vez me pierdo en sus labios... mi respiración se vuelve pesada y lenta cada vez que la más mínima ilusión de rozar esos labios me aborda. Sé que lo estoy devorando con la mirada, deseando cada centímetro de su piel, de su alma y su corazón

- Por mi encantado de que los deguste, prometo esmerarme en su elaboración – Me dice con un gesto tan dulce he inocente que no puedo más que inclinar mi cabeza agradecido, es más, me ha dicho que se esmerará, ¿Puedo ser yo tan importante como para que él haga eso? Mi corazón está desbordado de sentimientos - ¿Desea algo en particular, algo de su tierra? ¿O prefiere algún platillo de nuestro reino? – Me ofrece con una sonrisa especial, casi puedo decir que en este poco tiempo, le he visto infinitas y hermosas formas de sonreír. Estoy enamorado de su sonrisa también.
-Yo... sería feliz con lo que sea que me preparé, pero... quiero probar su plato favorito, quiero saber que es lo que más le gusta a un jovencito tan encantador como tú - Le digo con ánimo de hacerle entender, que sólo él me importa. Vuelvo a sacar una mascada del equisito pastelillo feliz de estar allí para después de saborearlo volver a hablar - Siempre que me deje recompensar su amabilidad después

he mandado a traer a Baldur, con mis dos guardianas Heurie y Kaipos, quienes al ver la puerta abierta han hentrado hasta la cocina y han encontrado a Baldur.

Mis señores, reciban nuestros respetos grandes hijos de Cronos- mis dos guerreras se incan e inclinan la cabeza antes los presentes, Kaipo por se la de mayor rango entre las guerreras levanta la mirada y se dirije a Baldur.

Mi señor Baldur, embajador de Asgar, me honra informarle que el gran Cronos lo invita a desayunar con él en el gran comedor y nos ha encomendado llevarlo personalmente, hemos traido un carruaje para llevarlo lo antes posible.- baja la mirada en espera de una respuesta.

Ensimismado en la belleza de Hades, me he sobresalto al entrar aquellas inesperadas visitantes. Siento una intranquilidad repentina ante su presencia e inquieto desisto de disfrutar el siguiente bocado. Me levanto de la mesa por cortesía mientras todos parecen igual de sorprendidos que yo.

-señor Baldur, embajador de Asgar, me honra informarle que el gran Cronos lo invita a desayunar con él en el gran comedor y nos ha encomendado llevarlo personalmente, hemos traido un carruaje para llevarlo lo antes posible.- Ni bien termino de escucharle, y sé que es imposible rechazar tal oferta. Sería una completa falta de respeto ante Cronos y cometerla un insulto a mi propio padre, Odín. Siento que algo no está bien, sé que debería estar en la embajada y como resultado estoy en las habitaciones de Hera, desayunando con su hijo Hades, enterándome de asuntos que no debería saber. Después de todo he venido hasta aquí, para demostrar que Asgard es aún un aliado de su reinado. Pero yo ya no seré más un instrumento del hielo, desde esta mañana y quizás desde siempre, he decidido que mi razón de existir, es Hades, aún cuando jamás mis sueños de amor sean una realidad.

-Por supuesto que las acompañaré, permítanme un instante para agradecer la amabilidad de la cual he disfrutado - Me inclino ante ellas y enseguida me vuelvo hacia él. No me reprimo ante mi deseo de demostrarle que es a su lado donde quiero estar. Me acerco hasta su lado y tomo su mano colocando entre ellas la runa que antes pensé en entregarle en algún afortunado momento de privacidad.

-Por favor, ten esto junto a ti - Le digo mirándole a los ojos - Es mi corazón... y no quiero que jamás me lo regreses - Agacho la cabeza apenado, es practicamente una confesión de amor frente a todo el mundo, aunque he tratado de ser sutil - No puedo negarme a asistir, porque sería una falta muy grave, pero si en algún momento se vuelve contra tí, mis manos se alzarán hasta tocar tu sombra y volveré a tí - Sonrió pensando que tal vez, Cronos sólo quiere ser cortés con mi padre, más después de no haber intercambiado más de unas pocas palabras al llegar - Estaré aquí para almorzar, es algo que no me perdería por nada - Termino mientras con una inclinación me despido de Hera y Lete. Me siento inmensamente triste y mientras me alejo con las guardianas, volteó una y otra vez para mirar a la razón de mi ser. Mi corazón empuñado en su mano, que fácilmente podría destruir.

(Sigo a las guardianas fuera de la habitación)

Yo... sería feliz con lo que sea que me preparé, pero... quiero probar su plato favorito, quiero saber que es lo que más le gusta a un jovencito tan encantador como tú -

Quedo completamente mudo ante sus halagos, tiene el poder de avergonzarme demasiado fácil, me estremezco por el tono usado, como sería si besara esos labios… me sonrojo por la dirección que estaban tomando mis pensamientos, dios ya perdí la cuenta de cuantas veces lo he hecho, aunque debía reconocer que tenia curiosidad por que tipo de sensaciones despertaría en mi un beso de sus labios. Le veo sonreír feliz sin entender mucho a que se debía pero de tenerlo así mi corazón igual se embargaba del mismo sentimiento.

- Siempre que me deje recompensar su amabilidad después-

Debería decir que no era necesario, que no se molestará, pero solo pude asentir levemente con la cabeza, ansiando saber que haría por ello, en ello me encontraba cuando sin previo aviso hacen su aparición unas mensajeras de mi padre, trayendo como mensaje una invitación para Baldur a desayunar en su templo.

No puedo evitar sentir tristeza y desazón por su partida, aún no se ha ido y ya me falta su presencia, no entiendo que me pasa, mi corazón duele por el vacío que siento, le escucho lejano cuando acepta dicha invitación, era obvio que debía ir, como embajador debía acatar lo que mi padre dijera, además no aceptaría un no por respuesta menos si no es justificado esta. Le observo detalladamente, cada gesto gravándolo en mi retina, como si jamás lo volvería a ver; hace una pequeña reverencia a Hera y Lete para después volverse hacia donde me encuentro, se acerca hasta quedar junto a mí tomando mis manos sin previo aviso, una corriente te arremolina en mi interior solo por ese pequeño contacto, le observo directamente no pudiendo apartar la mirada de aquellos hermosos ojos, llamándome a perderme en ellos. Siento como posiciona algo entre mis manos.

-Por favor, ten esto junto a ti, es mi corazón... y no quiero que jamás me lo regreses. Estaré aquí para almorzar, es algo que no me perdería por nada-

Su mirada encuentra la mía, haciendo que bajara el ritmo de mis latidos hasta el punto de no sentirlos, mi respiración se vuelve lenta mas cuando termina de decir aquella frase mi corazón arranca como potro desbocado, quedo completamente paralizado no creyendo que fuera cierto lo dicho por sus labios y cuando sonríe diciendo que no se perdería nuestro almuerzo un poco de alivio se instala en mi alma, pero no lo suficiente como para dejar la tristeza atrás. Vuelve a inclinarse ante mis tesoros para después alejarse por completo, siendo guiado por las guerreras.

Una vez solos, observo lo que tengo en mis manos y sin importar que me vieran lo llevo directamente a mi pecho, dejando que una pequeña lagrima caiga por mi mejilla.

Ensimismado me encontraba aún con mis manos abrazando el regalo de Baldur cuando siento a mi hermana acercarse y mirarme a los ojos, más los míos no la veían a ella, se habían perdido recordando cada mínimo detalle de Baldur gravados en mi retina, volviendo en mí cuando le siento abrazarme, obligándome a verle.

- de tristeza nada me escuchaste, quita esa tristeza de tu persona hermano. Se feliz!

Aquellas simples palabras lograron alejar la tristeza y algunos miedos que albergaba en mi ser, mi querida Hera siempre sabía que decir para levantarme el animo, no debo preocuparle, no con todo lo sucedido. Le regalo una tierna sonrisa, acariciándole suavemente una de sus mejillas.

-Muchas gracias mi querido lucero - la envuelvo en un calido y protector abrazo - no sé que haría si algo te pasara - le susurro en su oído - no se que haría sin ti - le beso suavemente en su cabeza - nada de tristeza, prometido - sonrió ante esa frase, sintiendo el frío alejarse dando paso a un grato sentimiento de candor, amor y por sobre todo esperanza.

Observo como se separa apenas un poco del abrazo, mientras le escucho decir palabras muy certeras, dándome un suave golpecito en la cabeza: me sonrojo avergonzado, hubiera pasado eso y mucho más creo de no haber estado mi querido lucero para impedirlo.

- Creo que hubiera sido mucho más lo que hubiera sucedido - susurro suavemente, levantándome al ser jalado por Hera.

-Ven, vamos a mi jardin necesito regar las rosas, vienes conmigo? para que no te quedes solo aqui y te de tristeza otra vez.

Me muestro completamente encantado con la idea, hace mucho tiempo que no paseo por ese hermoso jardín donde el amor florece, literalmente, observo a Lete aún degustar encantada los pastelitos.

- Si gustas nos acompañas pequeña Lete, si quieres puedes llevar pastelitos para el camino - sonrío ante esta idea y más ante su reacción, creo que se los llevaría aún sin habérselo mencionado, sus ojos brillan traviesamente por ello.

Preparándonos para salir estábamos cuando aparece ante nuestros ojos Cloto, la diosa que resguarda el pasado y la que crea los hilos de la vida de todos.

- Un gusto vuestra visita mi querida Cloto, pero a quienes buscas posiblemente las encontraras en el templo de mi padre - me inclino saludándole - Láquesis se fue hacía allá - le observo, tal como dijo el presente, todas se están movilizando, a la única que no he visto a sido a Atropo, la encargada de cortar los hilos implacablemente una vez llegado su final.

Seguía afanosamente mi trabajo, ensimismado en mis pensamientos que no me percaté de la llegada de la dueña del templo hasta que ella, traviesamente, se abalanza por mi espalda envolviéndome en un abrazo, haciéndome saltar del susto por lo cual casi suelto las cosas en mis manos, mientras deja un suave beso en mi mejilla.

- ¡No me hagas eso pequeña traviesa, me asustaste! ¿Por qué ocultaste tu presencia? – le pregunto intrigado, Hera no se oculta a menos que planee alguna travesura, se posiciona a un lado, mirando lo que estaba haciendo. Observo su rostro curioso por la receta que estaba preparando, sonrío ante su gesto, este plato no se lo había preparado antes por lo que creo que no lo conoce.

- ¿Qué cocinas?-

- Es un plato vegetariano y muy liviano, se le llama Palta Reina, la cual estará acompañado por una ensalada Cesar – como suponía, no conocía la receta – aparte hay varios postres a elección – le guiño y río suavemente, de seguro querrá comer de todos.

En ningún momento me había dado cuenta que mi hermana había llegado acompañada, hasta que siento movimiento a mi espalda, me giro para buscar al invitado y cual es mi sorpresa en ver a la persona que ocupa la mayor parte de mis pensamientos, ahí, frente a mí.

- Joven Baldur, sea nuevamente bienvenido – logro articular al salir de mi estupor, me recrimino mentalmente por tal acción, pero no lo puedo evitar, este joven me descontrola de todas las formas posibles – tome asiento por favor, en un momento estará lista la cena – siento los colores en mi rostro, no se si por mi tonta reacción o por tenerle cerca nuevamente, pensará que soy infantil.

Me giro nuevamente para seguir con mi tarea, cruzando mí mirada con la de mi hermana solo por algunos segundos, apartándola rápidamente, sintiendo cierto temor de lo que pidiera reflejarse en ella, de lo que Hera pudiera ver, aunque sé, que nada le puedo ocultar. Continúo preparando la cena, tratando de despejar la mente, concentrándome en lo que estoy haciendo, ya después le preguntaré a Hera que es lo que me sucede, aunque creo que de algún modo ya lo sabe.

Estoy nervioso esperando que se percate de que estoy aquí, pensando en cual sería la mejor manera de pararme, cuales deberían ser las palabras precisas para saludarle. ¡Rayos! Si antes de irme hasta le dejé mi joya más preciada, aunque eso no tiene porque saberlo él, con esos ojitos chispeantes y hermosos no me importaría dejarle hasta el alma.

- Joven Baldur, sea nuevamente bienvenido – Me quedó congelado, divagando en que es lo mejor que debería hacer resulta que ya me vio, ya me saludo y hasta Hera mira la situación. "ANDA, RESPONDE" Me digo internamente.
-Gracias - Eso fue todo lo que pude decir mientras me lo como con la mirada.
– tome asiento por favor, en un momento estará lista la cena – Me dice tan educadamente como siempre. Me siento levemente miserable. ¿Será que tan sólo es tan amable? El debe ser así con todo el mundo y eso en cierta forma me pone mal, celoso supongo. Pero... ¿Celoso con que derecho?. Ya me dejo de pensar tonterías. Después de todo no importa qué, me quedaré a su lado como sea.

-Gracias... huele delicioso - Me siento en la mesa y me quedo mirándolo sin perder detalles. Creo que puedo entender un poco del dolor que Hera lleva en sus ojos, el amor es doloroso.